Mons. Frassia: Nuestra motivación es mirar, amar y servir

Mons. Frassia: Nuestra motivación es mirar, amar y servir 
Miercoles 15 Feb 2017 | 09:12 am
Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): ¨La presencia de Cristo nos conduce a un plano superior, pero esta superioridad no significa que no podamos alcanzarla o participar de ella. Es una gracia de Dios, pero también una invitación a que la pongamos en práctica en nuestra vida¨, sostuvo el obispo de Avellaneda-Lanús, Mons. Rubén Frassia, en el programa ¨Compartiendo el Evagelio¨, emitido por radios de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano. "La presencia de Cristo nos conduce a un plano totalmente superior, mayor, más profundo, más en el misterio; pero esta superioridad no significa que no podamos alcanzarla o participar de ella. Es una gracia, un regalo de Dios, pero también es una invitación a que podamos ponerlas en práctica en nuestra vida", sostuvo el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, en el programa "Compartiendo el Evagelio", emitido por radios de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano.
 "Por eso -señaló-, no hay que conformarse con la actitud de lo que se dice fácilmente: el cumplimiento, 'cumplo y miento'; hago las cosas para que los demás me digan 'qué bien', o me estimen, o me aplaudan, pero que en el fondo mi corazón no está metido en esto. Entonces ¿cuál es el secreto de la vida de una persona, de su entrega, de su proyección, de su finalidad? Es la motivación personal, la intención personal.
 "¿Por qué sirvo, o me doy a los demás, o quiero ser bueno? ¿cuál es la motivación? Aquello que está, por un lado, invisible o inalcanzable para los demás, pero sí está cercano a la propia conciencia. Por eso no bastan los sacrificios, ni el deber ser, sino fundamentalmente la fe, la justicia, la misericordia y la intención personal", reflexionó el obispo de Avellaneda-Lanús.
 "Cuando uno pertenece a Cristo mira de otra manera, ama de otra manera y sirve de otra manera. Y si no servimos, ni amamos, ni miramos, es porque nos falta la mirada de Cristo, el amor de Cristo. Porque el amor de Cristo no es abstracto, es concreto; y viene a nosotros para que lo vivamos. No digamos que es un imposible, mejor digamos que no hacemos lo posible para que sea verdad en nuestra vida", concluyó.+

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