HECTOR MONTERO UN DOCENTE CON MAYUSCULA
En Lanús, el extinto profesor Héctor Oscar Montero dejó huellas profundas dentro de la comunidad sureña. Su nombre, se repetía respetuosamente en las distinta entidades educativas donde ejerció la docencia hasta que llegó la hora de jubilarse. Su tiempo lo repartió entre su familia, la docencia, en el peronismo y el revisionismo histórico que lo tuvo entre sus filas desde muy joven.
El ¨profe¨ Montero, como le decían sus alumnos y amigos nació el 17 de noviembre de 1924 y decidió dejarnos el 16 de junio del 2000, justo en vísperas del Día del Padre, quizás, como repudio a esa fecha con la que no estaba de acuerdo, por recordarse a un norteamericano que crió a sus hijos tras fallecer su esposa. En ese sentido, Montero propiciaba que debía recordarse como ejemplo de padre, al General San Martín, por lo que oportunamente reclamó a las más altas autoridades para que eso ocurriera, aunque hasta el momento nada pudo lograrse.
Hijo único de un matrimonio de panaderos, su infancia transcurrió en la ¨cuadra¨ de ese comercio ubicado en Anatole France y O’higgins de Lanús Este. Allí entre las bolsas de harina, los fermentos y el aroma a pan recién horneado, fue creciendo Héctor Oscar. Como en otras tantas familias que se afincaron en Lanús, también sus padres buscaron el progreso en base al trabajo, tarea que les ocupaba gran parte del día, quitándoles tiempo para otras cosas. En ese contexto, una tía materna de nombre Felisa ayudó en el cuidado del pequeño Héctor.
Por otra parte, en su adolescencia, el tío Manolo fue su compinche de todo momento, siendo quien le enseño a manejar automóviles y otras cosas que debía conocer su sobrino. En ese sentido conviene aclarar que por esa época, la cantidad de automóviles era escasa, por lo que poseer uno de ellos generaba la envidia del vecindario que veía al flamante ¨chauffeurr¨ andar por las calles de tierra del entonces partido de Avellaneda y hoy Lanús. La admiración por esos vecinos con autos era mayúscula, por lo que muchos aspiraban a copiarlos. Es más, en aquellos tiempos donde la velocidad no superaba los 80 kilómetros por hora, hombres y mujeres querían aprender a manejar y poseer uno de esos automóviles que hoy nos parecerían demasiados endebles.
Por entonce, las mujeres también se sentían atraídas por los autos, por lo que uno de los primeros pasos para llegar a poseerlos era el de encontrarse habilitadas para conducirlos. Por esa razón, y gracias a los lazos de amistad que unían a las familias Montero y Gaebeler, Manolo se encargó de ensañarles a conducir a varias de las ¨damas¨ de esa familia, según contó Virginia Gaebeler, nieta de don Guillermo Gaebeler fundador de la Villa General Paz y amiga desde la infancia del extinto profesor.
Desde muy chico prefirió el estudio al juego y allá iba ¨Monterito" subiendo escalones en su educación. El ciclo primario lo realizó en la escuela N° 33 actualmente identificada como N° 7 de Avellaneda. Allí adquirió sus primeros conocimientos, al tiempo que se fue despertando su interés por las cosas del pasado. En esos primeros libros de historia que pasaron por sus manos, seguramente fue descubriendo a los héroes que hicieron la Patria, como también a otros personajes que no le resultaban tan simpáticos.
En su paso por el Normal de Avellaneda, donde curso el ciclo secundario, las lecturas sobre el cruce de los Andes por el ejercito el general José de San Martín, la vida de Manuel Belgrano, como los extensos capítulos dedicados a Bernardino Rivadavia y el escaso espacio que se le dedicaba a la época de Rosas y también a la Batalla de Obligado ocurrida el 20 de noviembre de 1845, fue seguramente lo que despertó su interés por la historia, la otra historia.
EL BANDONEON DE MONTERO
Era apenas un niño con sueños como cualquier otro chico de Lanús, cuando por primera vez tuvo en sus manos un bandoneón. Si bien en su entorno familiar no había nadie músico, Montero incursiono en esa disciplina por el solo hecho de hacerlo. Como todo niño, habrá quizás soñado con triunfar en ese metiér cada vez que le arrancaba distintos sonidos al acordeón..
Con ese instrumento, que por el tamaño casi le tapaba todo su cuerpo, se ponía a practicar en el escalón de acceso al comercio mayorista de golosinas ¨La Zulemita¨ ubicada en Sitio de Montevideo 1150 de Lanús Este. Allí, las personas que pasaban, observaban con atención al pequeño músico que ejecutaba distintos temas para deleite del público que se congregaba. Aunque eso lo alentó a seguir incursionando en la ejecución de ese instrumento, nunca llegó hacerlo profesionalmente, pero si en algunos encuentros con amigos. En efecto, muchos años después y en el club Campos de la calle Senador Francisco Quindimil ex Habana 3898 de Valentín Alsina, -sitio frecuentado por el desaparecido intendente Manuel Quindimil – Montero ejecuto algunas piezas. En esa oportunidad, lo hizo a dúo con otra entusiasta del bandoneón, como lo es la actual directora de la Universidad de Lanús Ana Jaramillo. Fue durante ese encuentro de amigos que se produjo una nota de color y que tuvo como protagonista a Quindimil. En efecto, mientras los mencionados tocaban sus instrumentos, el por entonces titular del ejecutivo lanusense se coló por detrás empuñando una guitarras, simulando acompañar a los bandoneonistas generando así un momento de humor entre los presentes.
ESTUDIO Y MILITANCIA
Con la finalización de sus estudios secundarios, Montero decidió ingresar a la Universidad de la Plata para cursar el profesorado de historia y geografía. Por ese entonces, comenzaba aparecer la figura de un coronel llamado Juan Domingo Perón que desde la dirección del Departamento Nacional de Trabajo ganó la simpatía de miles de argentinos. Su labor, desde lo que más tarde se denominó Ministerio de Trabajo y Previsión logró cambios importantes para la clase trabajadora, que antes se encontraba desprotegida y sin beneficios. Montero, que supo valorar esos gestos, no dudo en sumarse al movimiento que se generó en torno a ese general.
En 1945 el coronel Perón es nombrado ministro de Guerra y vicepresidente de la nación, pero su actividad a favor de los más necesitados y el espacio que ganaba entre los obreros, provoco desconfianza entre sus pares. Fue entonces que un grupo de militares pidió al presidente Edelmiro Farrell la renuncia de Perón a todos los cargos que detentaba. Por otra parte el 12 de octubre es detenido y conducido a la isla Martín García, lo que irrito a sus seguidores. A partir de entonces, los trabajadores pasando sobre los dirigentes gremiales buscaron liberar a Perón mediante huelgas y marchas, concluyendo esos reclamos el 17 de octubre con una enorme concentración en la Plaza de Mayo. Así el pueblo rescato al militar detenido, que alrededor de las 23 horas se presentó en el balcón de la casa Rosada, para convertirse en el ¨líder de los trabajadores¨. Héctor Montero no estuvo ajeno a esas movilizaciones, ya que con aun poco más de 20 años edad, seguía de cerca la actividad del referido coronel, que hablaba mano a mano con los obreros como antes nadie lo había hecho. El 24 de febrero de 1946 Perón es electo presidente de la Nación al derrotar a la formula José Tamborini y Enrique Mosca que representaban a la ¨Unión Democrática¨. En el país comenzaba una nueva etapa.
Entretanto, en el partido de 4 de Junio el profesor Montero daba clases en una escuela de Artes y Oficios creada en 1942. El mencionado establecimiento del que egresaron numerosos técnicos, se hallaba en Basavilbaso 4575 de Lanús Este. En cambio, los talleres de mecánica, fundición y ajuste se encontraban en el mismo local, pero con salida a la calle O’higgins. Allí y junto con su amigo de toda la vida, el profesor Antonio Rodríguez (Rodríguito) como lo llamaba, se ocupaban de la enseñanza general del alumnado.
Pero el gobierno surgido en 1945, le reservaba un puesto relevante a ese joven educador lanusense. Fue el flamante presidente teniente general Juan Domingo Perón que puso en manos de Montero, el diploma que lo autorizaba a dar clases a los agregados obreros de las embajadas Argentinas ubicadas en los distintos países, y en la que ejercían diversas funciones. Las clases se dictaban en aulas de la Universidad de Buenos Aires y fue una tarea difícil para el joven profesor. Es que allí Montero no solamente debió realizar algunas correcciones a ese alumnado acostumbrado a la lucha sindical y en muchos casos mayores que él en edad, sino también con el resto de la población estudiantil que no veía con demasiada simpatía la presencia de obreros en esa casa de Estudios. De todos modos llevó adelante su misión y eso le valió ser premiado con una medalla de oro.
TERCERA PRESIDENCIA DE PERÓN
En la tercera presidencia del teniente general Juan Domingo Perón, Montero pasó a trabajar como secretario general de la Unión Docentes Argentinos (UDA) y allí estuvo desempeñando funciones hasta el golpe militar de 1976.
Esa institución, que gracias a los aporte de sus socios se encontraba sólida en lo económico, había podido comprar distintos inmuebles para su mejor funcionamiento. Al mismo tiempo poseía un importante capital en efectivo, dinero este último que se encontraba resguardado para cualquier contingencia. Sin embargo, al producirse el golpe militar y ante la posibilidad que ese dinero fuese incautado por el gobierno de facto, los directivos de UDA resolvieron invertirlo en la compra de un edificio para sede del sindicato de docentes, del cual Montero era hasta ese momento secretario general. Así se evito que ese dinero cayera en manos del gobierno de militar.
En ese tiempo oscuro del país, sucedió otro hecho que lo pinta de cuerpo entero. Ocurrió mientras deba clases en una escuela de Lanús y le hizo pensar lo peor porque lo buscaba con urgencia un militar. El anuncio de la visita fue dada por el propio director de ese establecimiento educativo. ¨Profesor, un coronel quiere verlo¨ le dijo interrumpiendo la clase que estaba dando Montero. Como no podía ser de otro modo, el profesor pidió finalizar la clase pero no pudo, ¨lo quiere ver ya¨ fue la respuesta a su pedido.
Entonces no tuvo más remedio que dejar el aula y salir en busca del militar que lo requería. Quienes recordaron ese momento, señalaron que recorrió la distancia que lo separaba con cierto temor. ¨Me mandara llamar porque soy peronista¨ se preguntaba mientras se acercaba al lugar donde lo esperaban. Sin embargo no era lo que pensaba Montero. El militar que lo esperaba no era otro que el coronel Elizalde quien, en su carácter de comisionado estaba al frente del municipio de Lanús. ¨Lo mande llamar para ofrecerle el cargo de director en la escuela que usted elija¨ fueron las palabras que le siguieron al saludo de formula. Sin embargo, la respuesta a ese ofrecimiento fue un rotundo no por parte del educador. Montero fundó su negativa en que ¨yo solamente se enseñar¨.Eran tiempos difíciles y también difícil rechazar los pedidos que provenían de quienes en ese momento eran dueños del poder. Pero en ese caso, al escuchar su respuesta el comisionado se limitó a felicitarlo, darle la mano y expresarle que ¨hombres como usted es lo que faltan¨. Ese era Montero, solamente sabía enseñar y es por eso que nunca concurso para ocupar un cargo de director de escuela, aunque más tarde sería designado director de educación en Lanús, pero esa es otra historia.
Su vida estuvo dedicada a la enseñanza y por eso sembró escuelas en Lanús. Además de ser profesor fundador de la actual escuela técnica N° 1 John Fisgeral Kennedy ubicada en General Arias 1751 de Lanús Este y de la escuela Nacional N° 1 y Anexo Comercial Luis Piedrabuena de General Arias 1655 de Lanús Este, Héctor Montero fundó también la escuela media N° 2 Francisco Ramírez entre otras.
En 1997 y a pedido del intendente Manuel Quindimil debió crear una escuela para adultos en Lanús Este, ya que del otro lado, es decir del Oeste existía una. Por entonces, Montero ocupaba el cargo de director de educación y debió dar respuesta a ese pedido realizado con urgencia por el mandatario comunal. Es que el intendente quería que comenzara a funcionar de inmediato, pese a que el ciclo lectivo de ese año ya había comenzado. De todos modos, junto a sus colaboradores y pusieron manos a la obra, por lo que en el mes de mayo ya estaba en marcha, aunque en un edificio prestado y apenas con dos aulas.
Para cumplir con el pedido, se resolvió crear un anexo de la escuela 452 ubicada en Ministro Brin y Alcorta de Lanús Oeste. Así, el Centro Educativo Nivel Secundario (CENS 452) comenzó a funcionar en dos aulas ubicadas en los fondos del Centro Socialista de Lanús Este, ubicado en O´Higgins y Pringles. Recordemos que también allí, pero en el frente, funcionaba un anexo de la facultad de Lomas de Zamora, donde se dictaban materias para la carrera de ingeniería. La escuela para adultos funcionó poco tiempo en ese lugar, porque al año siguiente el alumnado fue trasladado a la escuela N° 6 ubicada Ituzaingo y Gaebeler de Lanús Este, mientras que los directivos se instalaron en la denominada Medio Caño, situada en el barrio ¨Las Colonias¨ de Remedios de Escalada Este. También en la creación de esté último establecimiento educativo participó activamente el profe Montero. Asimismo y con la colaboración del maestro de música Alfredo Laguna Ariete se crea en Lanús la escuela de ¨Danzas, Lengua y Música¨. En cuanto a la creación de la escuela de música Alfredo Laguna recordó oportunamente sobre su inauguración que ¨durante el acto se realizó en el edificio de 25 de mayo 131 de Lanús Oeste toque piano y órgano frente a un importante número de vecinos, lo que obligó a cortar el transito de la avenida¨, agregando luego que ¨el primer día se anotaron 30 alumnos, y el mejor momento alcanzó una matricula de 350 alumnos¨ los que estudiaban de forma gratuita.
También Montero creó las clases de apoyo escolar para los vecinos de Lanús. Por todos esos hechos relacionados con la educación, en la población estudiantil su nombre era respetado y, al mismo tiempo temido por la exigencia que imponía en su curso. Por esa razón, mientras ejerció la docencia, entre los estudiantes se había acuñado la frase ¨si te pusieron un cero, ese fue Montero¨. Sin embargo, con el correr de los años y ya hombres esas mismas personas reconocían que esa exigencia les permitió una buena formación. Otro detalle es que el entusiasmo con que daba sus clases de historia, algunas veces chocaba con los pensamientos de algunos que se animaban a confrontar con el profe. De todos modos, esas discusiones en el aula servían para aclarar algunos puntos expuestos, especialmente cuando se trataba ¨la época de Rosas¨ donde no todos los educandos estaban de acuerdo con el mencionado personaje. Ocurre que en los tiempos de Montero numerosos estudiantes se encontraban influenciados en algunos casos por la historia escrita después de la derrota del gobernador brigadier Juan Manuel de Rosas en Caseros, mientras que en otros, persistía el temor a ese personaje, luego de las truculentas novelas que circularon, como por ejemplo la de Eduardo Gutiérrez titulada ¨Juan Manuel de Rosas¨ o ¨las Tablas de Sangre¨ de Rivera Indarte.
Como se ve, por entonces hablar del brigadier Rosas, no era para nada fácil. Montero, al tiempo que ejercía la dirección de Educación de la municipalidad de Lanús, se dio tiempo para difundir hechos de la historia nacional. En efecto, lo hizo en paginas de una revista denominada ¨Encuentro Comunitario¨ publicada por la Fundación 2000 y la Cooperativa 8 de Noviembre, que tenía su administración y redacción en la calle Sitio de Montevideo 1147/51 de Lanús este. Un tiempo después, esa misma entidad y bajo el titulo ¨Historia de Nuestra Patria¨ reunió en un pequeño folleto ¨el material publicado por el profesor Héctor O. Montero¨. Allí, lamentablemente se omitió la fecha de aparición, un detalle que si bien es de escasa importancia, impide precisar si es recopilación se realizo en homenaje a Montero cuando éste ya había fallecido.
De todos modos, en esas páginas desfilan personajes y hechos de nuestra historia como lo es la batalla por la Soberanía Nacional, el general San Martín, Manuel Críspulo Dorrego -padre del federalismo– entre otros.
ALGUNAS ANECDOTAS DE MONTERO
El profesor Montero no era bebedor, sin embargo gustaba de una copa de vino compartida con amigos. En una oportunidad, sentados en torno de una mesa se encontraba conversando con algunos de ellos, vaso de vino mediante. Hubo un descuido y alguien le cambio la copa de tinto por otro con gaseosa cola. Sin notar el cambio que le hizo el bromista lo lleva a la boca y, al notar que no era su vino se enojo mucho. En realidad su enojo no fue por la broma, el mismo tuvo que ver con su sentimiento contrario al imperialismo yanqui, porque para el veterano profesor, esa bebida cola era un símbolo y lo repudiaba.
De gruesos lentes y el cabello blanqueado por el tiempo, solía padecer ciertos descuidos. Otras veces parecía trasladarse al pasado para imaginar de como habrían sido algunos momentos del pasado. Ocurrió que, en ocasión de realizar un viaje a San Pedro para rendir homenaje a los defensores de la soberanía en Vuelta de Obligado, olvido cerrar su viejo Renault color celeste, con el que había llegado a las puertas del museo Juan Piñeiro, de donde partiría el micro con el resto de los pasajeros para ese lugar histórico. En esa oportunidad, además de quedar el vehiculo abierto, también estaban las llaves colocadas, cosas que noto unas diez horas después de regresar al sitio de partida. Es en ese momento fue que algunos de los presentes afirmaron que ¨no se llevaron el auto porque sabían que era de Montero¨. La frese estaba relacionada por el conocimiento de muchos lanusenses tenían del antiguo educador, porque gran parte de ellos pasaron por las aula donde dictaba clases.
Fue también durante esa visita al sitio histórico que, por varios minutos estuvo detenido a orillas del Paraná con su vista fija en sus amarronadas aguas. Se encontraba en esa situación cuando alguien la consulto que hacia y su respuesta fue ¨imaginando como habrá sido la batalla¨. Con seguridad, por su cabeza también flotaban los recuerdos de su juventud, cuando se llegaba con otras personas para homenajear a los defensores de Obligado en tiempos que hablar de Rosas no era bien visto. Esos fueron momentos difíciles para el revisionismo histórico, aunque de todos modos, sobre ese hecho de armas ocurrido el 20 de noviembre de 1845 siempre le hablaba sus alumnos con emoción. Así era el "profe Montero¨ sencillo en su forma de vida, pero muy apasionado por lo nacional y no lo disimulaba. A pesar del tiempo trascurrido desde su fallecimiento, aún suena en mis oídos su voz que me llegaba por telefono casi a diario. En efecto, cuando en horas del mediodía sonaba mi teléfono con seguridad quien llamaba era Montero. Lo hacia desde su despacho de la ¨Casa de la Cultura¨ ubicada en Sarmiento y Tucumán¨ y siempre para saber de algún tema relacionado con la marcha de la ¨Comisión Honoraria Municipal de Estudios Históricos¨, en la que yo oficiaba de secretario. En ese caso fue para saber sobre el libro que yo estaba escribiendo sobre la historia de Lanús cuyo titulo es ¨Lanús, Sus Orígenes¨ y que se público en febrero del 2000. La última charla telefónica que sostuvimos la inició como tantas veces con “hola Sciocita¨ - así pronunciaba mi apellido–, y fue para decirme que debería ser sometido a una cirugía de hernia. Lo escuche con atención y lo alenté, sin saber que sería la última charla. De todos modos, a través de mi esposa que lo visito en el sanatorio y a un amigo que se lo leyó, pudo conocer el contenido del libro, antes que se imprimiera.
Ese fue el profe Montero. Hoy una placa con su nombre lo recuerda en la esquina de Sarmiento y Tucumán de Lanús Este donde se encuentra la ¨Casa de la Cultura¨ donde pasó parte de su vida. Finalmente y como no podía ser de otro modo y también en Lanús Este, la escuela técnica John F. Kennedy se lo recuerda con una placa, mientras que un aula de la técnica N° 4 Martín Miguel de Guemes también lleva su nombre.
FUENTES
La realización de este trabajo no hubiese sido posible sin el valioso aporte de: Jorge Montero, Virginia Gaebeler de Novoa, Clementino luquez y a mis propios recuerdos del extinto profesor.
sciosciagerardo@gmail.com
(Agradecemos al Concejal Héctor Jorge Montero por la Fotografia publicada por nuestro medio)
En Lanús, el extinto profesor Héctor Oscar Montero dejó huellas profundas dentro de la comunidad sureña. Su nombre, se repetía respetuosamente en las distinta entidades educativas donde ejerció la docencia hasta que llegó la hora de jubilarse. Su tiempo lo repartió entre su familia, la docencia, en el peronismo y el revisionismo histórico que lo tuvo entre sus filas desde muy joven.
El ¨profe¨ Montero, como le decían sus alumnos y amigos nació el 17 de noviembre de 1924 y decidió dejarnos el 16 de junio del 2000, justo en vísperas del Día del Padre, quizás, como repudio a esa fecha con la que no estaba de acuerdo, por recordarse a un norteamericano que crió a sus hijos tras fallecer su esposa. En ese sentido, Montero propiciaba que debía recordarse como ejemplo de padre, al General San Martín, por lo que oportunamente reclamó a las más altas autoridades para que eso ocurriera, aunque hasta el momento nada pudo lograrse.
Hijo único de un matrimonio de panaderos, su infancia transcurrió en la ¨cuadra¨ de ese comercio ubicado en Anatole France y O’higgins de Lanús Este. Allí entre las bolsas de harina, los fermentos y el aroma a pan recién horneado, fue creciendo Héctor Oscar. Como en otras tantas familias que se afincaron en Lanús, también sus padres buscaron el progreso en base al trabajo, tarea que les ocupaba gran parte del día, quitándoles tiempo para otras cosas. En ese contexto, una tía materna de nombre Felisa ayudó en el cuidado del pequeño Héctor.
Por otra parte, en su adolescencia, el tío Manolo fue su compinche de todo momento, siendo quien le enseño a manejar automóviles y otras cosas que debía conocer su sobrino. En ese sentido conviene aclarar que por esa época, la cantidad de automóviles era escasa, por lo que poseer uno de ellos generaba la envidia del vecindario que veía al flamante ¨chauffeurr¨ andar por las calles de tierra del entonces partido de Avellaneda y hoy Lanús. La admiración por esos vecinos con autos era mayúscula, por lo que muchos aspiraban a copiarlos. Es más, en aquellos tiempos donde la velocidad no superaba los 80 kilómetros por hora, hombres y mujeres querían aprender a manejar y poseer uno de esos automóviles que hoy nos parecerían demasiados endebles.
Por entonce, las mujeres también se sentían atraídas por los autos, por lo que uno de los primeros pasos para llegar a poseerlos era el de encontrarse habilitadas para conducirlos. Por esa razón, y gracias a los lazos de amistad que unían a las familias Montero y Gaebeler, Manolo se encargó de ensañarles a conducir a varias de las ¨damas¨ de esa familia, según contó Virginia Gaebeler, nieta de don Guillermo Gaebeler fundador de la Villa General Paz y amiga desde la infancia del extinto profesor.
Desde muy chico prefirió el estudio al juego y allá iba ¨Monterito" subiendo escalones en su educación. El ciclo primario lo realizó en la escuela N° 33 actualmente identificada como N° 7 de Avellaneda. Allí adquirió sus primeros conocimientos, al tiempo que se fue despertando su interés por las cosas del pasado. En esos primeros libros de historia que pasaron por sus manos, seguramente fue descubriendo a los héroes que hicieron la Patria, como también a otros personajes que no le resultaban tan simpáticos.
En su paso por el Normal de Avellaneda, donde curso el ciclo secundario, las lecturas sobre el cruce de los Andes por el ejercito el general José de San Martín, la vida de Manuel Belgrano, como los extensos capítulos dedicados a Bernardino Rivadavia y el escaso espacio que se le dedicaba a la época de Rosas y también a la Batalla de Obligado ocurrida el 20 de noviembre de 1845, fue seguramente lo que despertó su interés por la historia, la otra historia.
EL BANDONEON DE MONTERO
Era apenas un niño con sueños como cualquier otro chico de Lanús, cuando por primera vez tuvo en sus manos un bandoneón. Si bien en su entorno familiar no había nadie músico, Montero incursiono en esa disciplina por el solo hecho de hacerlo. Como todo niño, habrá quizás soñado con triunfar en ese metiér cada vez que le arrancaba distintos sonidos al acordeón..
Con ese instrumento, que por el tamaño casi le tapaba todo su cuerpo, se ponía a practicar en el escalón de acceso al comercio mayorista de golosinas ¨La Zulemita¨ ubicada en Sitio de Montevideo 1150 de Lanús Este. Allí, las personas que pasaban, observaban con atención al pequeño músico que ejecutaba distintos temas para deleite del público que se congregaba. Aunque eso lo alentó a seguir incursionando en la ejecución de ese instrumento, nunca llegó hacerlo profesionalmente, pero si en algunos encuentros con amigos. En efecto, muchos años después y en el club Campos de la calle Senador Francisco Quindimil ex Habana 3898 de Valentín Alsina, -sitio frecuentado por el desaparecido intendente Manuel Quindimil – Montero ejecuto algunas piezas. En esa oportunidad, lo hizo a dúo con otra entusiasta del bandoneón, como lo es la actual directora de la Universidad de Lanús Ana Jaramillo. Fue durante ese encuentro de amigos que se produjo una nota de color y que tuvo como protagonista a Quindimil. En efecto, mientras los mencionados tocaban sus instrumentos, el por entonces titular del ejecutivo lanusense se coló por detrás empuñando una guitarras, simulando acompañar a los bandoneonistas generando así un momento de humor entre los presentes.
ESTUDIO Y MILITANCIA
Con la finalización de sus estudios secundarios, Montero decidió ingresar a la Universidad de la Plata para cursar el profesorado de historia y geografía. Por ese entonces, comenzaba aparecer la figura de un coronel llamado Juan Domingo Perón que desde la dirección del Departamento Nacional de Trabajo ganó la simpatía de miles de argentinos. Su labor, desde lo que más tarde se denominó Ministerio de Trabajo y Previsión logró cambios importantes para la clase trabajadora, que antes se encontraba desprotegida y sin beneficios. Montero, que supo valorar esos gestos, no dudo en sumarse al movimiento que se generó en torno a ese general.
En 1945 el coronel Perón es nombrado ministro de Guerra y vicepresidente de la nación, pero su actividad a favor de los más necesitados y el espacio que ganaba entre los obreros, provoco desconfianza entre sus pares. Fue entonces que un grupo de militares pidió al presidente Edelmiro Farrell la renuncia de Perón a todos los cargos que detentaba. Por otra parte el 12 de octubre es detenido y conducido a la isla Martín García, lo que irrito a sus seguidores. A partir de entonces, los trabajadores pasando sobre los dirigentes gremiales buscaron liberar a Perón mediante huelgas y marchas, concluyendo esos reclamos el 17 de octubre con una enorme concentración en la Plaza de Mayo. Así el pueblo rescato al militar detenido, que alrededor de las 23 horas se presentó en el balcón de la casa Rosada, para convertirse en el ¨líder de los trabajadores¨. Héctor Montero no estuvo ajeno a esas movilizaciones, ya que con aun poco más de 20 años edad, seguía de cerca la actividad del referido coronel, que hablaba mano a mano con los obreros como antes nadie lo había hecho. El 24 de febrero de 1946 Perón es electo presidente de la Nación al derrotar a la formula José Tamborini y Enrique Mosca que representaban a la ¨Unión Democrática¨. En el país comenzaba una nueva etapa.
Entretanto, en el partido de 4 de Junio el profesor Montero daba clases en una escuela de Artes y Oficios creada en 1942. El mencionado establecimiento del que egresaron numerosos técnicos, se hallaba en Basavilbaso 4575 de Lanús Este. En cambio, los talleres de mecánica, fundición y ajuste se encontraban en el mismo local, pero con salida a la calle O’higgins. Allí y junto con su amigo de toda la vida, el profesor Antonio Rodríguez (Rodríguito) como lo llamaba, se ocupaban de la enseñanza general del alumnado.
Pero el gobierno surgido en 1945, le reservaba un puesto relevante a ese joven educador lanusense. Fue el flamante presidente teniente general Juan Domingo Perón que puso en manos de Montero, el diploma que lo autorizaba a dar clases a los agregados obreros de las embajadas Argentinas ubicadas en los distintos países, y en la que ejercían diversas funciones. Las clases se dictaban en aulas de la Universidad de Buenos Aires y fue una tarea difícil para el joven profesor. Es que allí Montero no solamente debió realizar algunas correcciones a ese alumnado acostumbrado a la lucha sindical y en muchos casos mayores que él en edad, sino también con el resto de la población estudiantil que no veía con demasiada simpatía la presencia de obreros en esa casa de Estudios. De todos modos llevó adelante su misión y eso le valió ser premiado con una medalla de oro.
TERCERA PRESIDENCIA DE PERÓN
En la tercera presidencia del teniente general Juan Domingo Perón, Montero pasó a trabajar como secretario general de la Unión Docentes Argentinos (UDA) y allí estuvo desempeñando funciones hasta el golpe militar de 1976.
Esa institución, que gracias a los aporte de sus socios se encontraba sólida en lo económico, había podido comprar distintos inmuebles para su mejor funcionamiento. Al mismo tiempo poseía un importante capital en efectivo, dinero este último que se encontraba resguardado para cualquier contingencia. Sin embargo, al producirse el golpe militar y ante la posibilidad que ese dinero fuese incautado por el gobierno de facto, los directivos de UDA resolvieron invertirlo en la compra de un edificio para sede del sindicato de docentes, del cual Montero era hasta ese momento secretario general. Así se evito que ese dinero cayera en manos del gobierno de militar.
En ese tiempo oscuro del país, sucedió otro hecho que lo pinta de cuerpo entero. Ocurrió mientras deba clases en una escuela de Lanús y le hizo pensar lo peor porque lo buscaba con urgencia un militar. El anuncio de la visita fue dada por el propio director de ese establecimiento educativo. ¨Profesor, un coronel quiere verlo¨ le dijo interrumpiendo la clase que estaba dando Montero. Como no podía ser de otro modo, el profesor pidió finalizar la clase pero no pudo, ¨lo quiere ver ya¨ fue la respuesta a su pedido.
Entonces no tuvo más remedio que dejar el aula y salir en busca del militar que lo requería. Quienes recordaron ese momento, señalaron que recorrió la distancia que lo separaba con cierto temor. ¨Me mandara llamar porque soy peronista¨ se preguntaba mientras se acercaba al lugar donde lo esperaban. Sin embargo no era lo que pensaba Montero. El militar que lo esperaba no era otro que el coronel Elizalde quien, en su carácter de comisionado estaba al frente del municipio de Lanús. ¨Lo mande llamar para ofrecerle el cargo de director en la escuela que usted elija¨ fueron las palabras que le siguieron al saludo de formula. Sin embargo, la respuesta a ese ofrecimiento fue un rotundo no por parte del educador. Montero fundó su negativa en que ¨yo solamente se enseñar¨.Eran tiempos difíciles y también difícil rechazar los pedidos que provenían de quienes en ese momento eran dueños del poder. Pero en ese caso, al escuchar su respuesta el comisionado se limitó a felicitarlo, darle la mano y expresarle que ¨hombres como usted es lo que faltan¨. Ese era Montero, solamente sabía enseñar y es por eso que nunca concurso para ocupar un cargo de director de escuela, aunque más tarde sería designado director de educación en Lanús, pero esa es otra historia.
Su vida estuvo dedicada a la enseñanza y por eso sembró escuelas en Lanús. Además de ser profesor fundador de la actual escuela técnica N° 1 John Fisgeral Kennedy ubicada en General Arias 1751 de Lanús Este y de la escuela Nacional N° 1 y Anexo Comercial Luis Piedrabuena de General Arias 1655 de Lanús Este, Héctor Montero fundó también la escuela media N° 2 Francisco Ramírez entre otras.
En 1997 y a pedido del intendente Manuel Quindimil debió crear una escuela para adultos en Lanús Este, ya que del otro lado, es decir del Oeste existía una. Por entonces, Montero ocupaba el cargo de director de educación y debió dar respuesta a ese pedido realizado con urgencia por el mandatario comunal. Es que el intendente quería que comenzara a funcionar de inmediato, pese a que el ciclo lectivo de ese año ya había comenzado. De todos modos, junto a sus colaboradores y pusieron manos a la obra, por lo que en el mes de mayo ya estaba en marcha, aunque en un edificio prestado y apenas con dos aulas.
Para cumplir con el pedido, se resolvió crear un anexo de la escuela 452 ubicada en Ministro Brin y Alcorta de Lanús Oeste. Así, el Centro Educativo Nivel Secundario (CENS 452) comenzó a funcionar en dos aulas ubicadas en los fondos del Centro Socialista de Lanús Este, ubicado en O´Higgins y Pringles. Recordemos que también allí, pero en el frente, funcionaba un anexo de la facultad de Lomas de Zamora, donde se dictaban materias para la carrera de ingeniería. La escuela para adultos funcionó poco tiempo en ese lugar, porque al año siguiente el alumnado fue trasladado a la escuela N° 6 ubicada Ituzaingo y Gaebeler de Lanús Este, mientras que los directivos se instalaron en la denominada Medio Caño, situada en el barrio ¨Las Colonias¨ de Remedios de Escalada Este. También en la creación de esté último establecimiento educativo participó activamente el profe Montero. Asimismo y con la colaboración del maestro de música Alfredo Laguna Ariete se crea en Lanús la escuela de ¨Danzas, Lengua y Música¨. En cuanto a la creación de la escuela de música Alfredo Laguna recordó oportunamente sobre su inauguración que ¨durante el acto se realizó en el edificio de 25 de mayo 131 de Lanús Oeste toque piano y órgano frente a un importante número de vecinos, lo que obligó a cortar el transito de la avenida¨, agregando luego que ¨el primer día se anotaron 30 alumnos, y el mejor momento alcanzó una matricula de 350 alumnos¨ los que estudiaban de forma gratuita.
También Montero creó las clases de apoyo escolar para los vecinos de Lanús. Por todos esos hechos relacionados con la educación, en la población estudiantil su nombre era respetado y, al mismo tiempo temido por la exigencia que imponía en su curso. Por esa razón, mientras ejerció la docencia, entre los estudiantes se había acuñado la frase ¨si te pusieron un cero, ese fue Montero¨. Sin embargo, con el correr de los años y ya hombres esas mismas personas reconocían que esa exigencia les permitió una buena formación. Otro detalle es que el entusiasmo con que daba sus clases de historia, algunas veces chocaba con los pensamientos de algunos que se animaban a confrontar con el profe. De todos modos, esas discusiones en el aula servían para aclarar algunos puntos expuestos, especialmente cuando se trataba ¨la época de Rosas¨ donde no todos los educandos estaban de acuerdo con el mencionado personaje. Ocurre que en los tiempos de Montero numerosos estudiantes se encontraban influenciados en algunos casos por la historia escrita después de la derrota del gobernador brigadier Juan Manuel de Rosas en Caseros, mientras que en otros, persistía el temor a ese personaje, luego de las truculentas novelas que circularon, como por ejemplo la de Eduardo Gutiérrez titulada ¨Juan Manuel de Rosas¨ o ¨las Tablas de Sangre¨ de Rivera Indarte.
Como se ve, por entonces hablar del brigadier Rosas, no era para nada fácil. Montero, al tiempo que ejercía la dirección de Educación de la municipalidad de Lanús, se dio tiempo para difundir hechos de la historia nacional. En efecto, lo hizo en paginas de una revista denominada ¨Encuentro Comunitario¨ publicada por la Fundación 2000 y la Cooperativa 8 de Noviembre, que tenía su administración y redacción en la calle Sitio de Montevideo 1147/51 de Lanús este. Un tiempo después, esa misma entidad y bajo el titulo ¨Historia de Nuestra Patria¨ reunió en un pequeño folleto ¨el material publicado por el profesor Héctor O. Montero¨. Allí, lamentablemente se omitió la fecha de aparición, un detalle que si bien es de escasa importancia, impide precisar si es recopilación se realizo en homenaje a Montero cuando éste ya había fallecido.
De todos modos, en esas páginas desfilan personajes y hechos de nuestra historia como lo es la batalla por la Soberanía Nacional, el general San Martín, Manuel Críspulo Dorrego -padre del federalismo– entre otros.
ALGUNAS ANECDOTAS DE MONTERO
El profesor Montero no era bebedor, sin embargo gustaba de una copa de vino compartida con amigos. En una oportunidad, sentados en torno de una mesa se encontraba conversando con algunos de ellos, vaso de vino mediante. Hubo un descuido y alguien le cambio la copa de tinto por otro con gaseosa cola. Sin notar el cambio que le hizo el bromista lo lleva a la boca y, al notar que no era su vino se enojo mucho. En realidad su enojo no fue por la broma, el mismo tuvo que ver con su sentimiento contrario al imperialismo yanqui, porque para el veterano profesor, esa bebida cola era un símbolo y lo repudiaba.
De gruesos lentes y el cabello blanqueado por el tiempo, solía padecer ciertos descuidos. Otras veces parecía trasladarse al pasado para imaginar de como habrían sido algunos momentos del pasado. Ocurrió que, en ocasión de realizar un viaje a San Pedro para rendir homenaje a los defensores de la soberanía en Vuelta de Obligado, olvido cerrar su viejo Renault color celeste, con el que había llegado a las puertas del museo Juan Piñeiro, de donde partiría el micro con el resto de los pasajeros para ese lugar histórico. En esa oportunidad, además de quedar el vehiculo abierto, también estaban las llaves colocadas, cosas que noto unas diez horas después de regresar al sitio de partida. Es en ese momento fue que algunos de los presentes afirmaron que ¨no se llevaron el auto porque sabían que era de Montero¨. La frese estaba relacionada por el conocimiento de muchos lanusenses tenían del antiguo educador, porque gran parte de ellos pasaron por las aula donde dictaba clases.
Fue también durante esa visita al sitio histórico que, por varios minutos estuvo detenido a orillas del Paraná con su vista fija en sus amarronadas aguas. Se encontraba en esa situación cuando alguien la consulto que hacia y su respuesta fue ¨imaginando como habrá sido la batalla¨. Con seguridad, por su cabeza también flotaban los recuerdos de su juventud, cuando se llegaba con otras personas para homenajear a los defensores de Obligado en tiempos que hablar de Rosas no era bien visto. Esos fueron momentos difíciles para el revisionismo histórico, aunque de todos modos, sobre ese hecho de armas ocurrido el 20 de noviembre de 1845 siempre le hablaba sus alumnos con emoción. Así era el "profe Montero¨ sencillo en su forma de vida, pero muy apasionado por lo nacional y no lo disimulaba. A pesar del tiempo trascurrido desde su fallecimiento, aún suena en mis oídos su voz que me llegaba por telefono casi a diario. En efecto, cuando en horas del mediodía sonaba mi teléfono con seguridad quien llamaba era Montero. Lo hacia desde su despacho de la ¨Casa de la Cultura¨ ubicada en Sarmiento y Tucumán¨ y siempre para saber de algún tema relacionado con la marcha de la ¨Comisión Honoraria Municipal de Estudios Históricos¨, en la que yo oficiaba de secretario. En ese caso fue para saber sobre el libro que yo estaba escribiendo sobre la historia de Lanús cuyo titulo es ¨Lanús, Sus Orígenes¨ y que se público en febrero del 2000. La última charla telefónica que sostuvimos la inició como tantas veces con “hola Sciocita¨ - así pronunciaba mi apellido–, y fue para decirme que debería ser sometido a una cirugía de hernia. Lo escuche con atención y lo alenté, sin saber que sería la última charla. De todos modos, a través de mi esposa que lo visito en el sanatorio y a un amigo que se lo leyó, pudo conocer el contenido del libro, antes que se imprimiera.
Ese fue el profe Montero. Hoy una placa con su nombre lo recuerda en la esquina de Sarmiento y Tucumán de Lanús Este donde se encuentra la ¨Casa de la Cultura¨ donde pasó parte de su vida. Finalmente y como no podía ser de otro modo y también en Lanús Este, la escuela técnica John F. Kennedy se lo recuerda con una placa, mientras que un aula de la técnica N° 4 Martín Miguel de Guemes también lleva su nombre.
FUENTES
La realización de este trabajo no hubiese sido posible sin el valioso aporte de: Jorge Montero, Virginia Gaebeler de Novoa, Clementino luquez y a mis propios recuerdos del extinto profesor.
sciosciagerardo@gmail.com
(Agradecemos al Concejal Héctor Jorge Montero por la Fotografia publicada por nuestro medio)
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