Mons. Frassia: la Eucaristía tiene que provocarnos una transformación

Mons. Frassia: la Eucaristía tiene que provocarnos una transformación
Miercoles 19 Ago 2015 | 09:26 am
Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, comentó el Evangelio dominical, en el que Jesús se presenta como el “Pan vivo bajado del Cielo”. El prelado invitó a reconocer en la Eucaristía al mismo Jesús, que se hace “alimento sagrado” para el hombre, y vivir la transformación que la Eucaristía provoca en quien de ella se alimenta.

 El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, comentó el Evangelio dominical, en el que Jesús se presenta como el “Pan vivo bajado del Cielo”. El prelado invitó a reconocer en la Eucaristía al mismo Jesús, que se hace “alimento sagrado” para el hombre.
 Para monseñor Frassia, la Eucaristía motiva una respuesta. “No es simplemente que uno reciba y permanezca inactivo o en total pasividad. No. Es una interacción: ¡viene Dios, entra en nuestra vida, en nuestro corazón, ilumina nuestra inteligencia y fortalece nuestra voluntad!”, observó el prelado.
 El obispo explicó que la presencia de Dios en el hombre “provoca un cambio de actitud, una conversión”. Al respecto añadió: “Es una renovación de esa propia fidelidad de Dios en la alianza que Él tuvo para con su Pueblo. Cristo instaura una nueva y eterna alianza para tener la vida de Él, comer su cuerpo y beber su sangre”.
 El obispo invitó a tomar conciencia de lo que ocurre en la misa: “Reconocemos que Cristo está presente en la Eucaristía. Celebrarla, recibirla o participar de Ella tiene que provocar en nosotros un encuentro, una transformación; estamos juntos con Él y compartimos el banquete, la comida sagrada”.
 “Es el encuentro personal con la persona de Cristo; es un encuentro de amistad y entendimiento. Si no reaccionáramos o respondiéramos, sería una actitud o una respuesta falsa e inauténtica. La fe y la vida. Es esencial el ejercicio completo de la Ley de la Caridad universal para con todos”, resumió el obispo.+

 Texto completo de la alocución 
“¡Este es el Pan bajado del Cielo!” 
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (Vigésimo domingo durante el año, 16 de agosto de 2015) 

" Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?". Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente". Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm. San Juan 6, 51-58 

 Ante este texto que meditamos, es importante darnos cuenta que ese alimento sagrado es Cristo mismo. Y ese alimento sagrado es para nosotros. No es simplemente que uno reciba y que permanezca inactivo o en total pasividad. No. Es una interacción: ¡viene Dios, entra en nuestra vida, en nuestro corazón, ilumina nuestra inteligencia y fortalece nuestra voluntad! 
 La presencia de Dios en nosotros provoca un cambio de actitud, una conversión; es una renovación de esa propia fidelidad de Dios en la alianza que Él tuvo para con su Pueblo. Ya en el éxodo Dios liberó al pueblo de Israel y esa liberación actualiza la esperanza. Cristo instaura una nueva y eterna alianza para tener la vida de Él, comer su Cuerpo y beber su Sangre. 
 Dice muy bien San Ireneo que “ya al recibir a Cristo nuestros cuerpos no son corruptibles, porque llevan en sí mismos la esperanza de la resurrección eterna; la muerte no es eliminada sino superada: Yo lo resucitaré en el último día”. 
 Por eso es importante tomar conciencia en la Misa, la fe, Cristo y el sacramento. El sacramento es el signo por excelencia que nos da a Cristo. Nosotros, por la fe, no inventamos sino reconocemos que Cristo está presente en la Sagrada Eucaristía. Celebrarla, recibirla o participar de Ella tiene que provocar en nosotros un encuentro, una transformación; estamos juntos con Él y compartimos el Banquete, la Comida Sagrada. Es el encuentro personal con la persona de Cristo; es un encuentro de amistad y entendimiento. Si no reaccionáramos o respondiéramos, sería una actitud o una respuesta falsa e inauténtica. La fe y la vida. Es esencial el ejercicio completo de la Ley de la Caridad universal para con todos. 
 Queridos hermanos, “este es el Pan bajado del cielo” ¡si nos diéramos cuenta, nuestra vida sería distinta! Se los deseo y me lo deseo porque, cuando Dios está nadie puede quedar igual. 
 Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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