Mons. Frassia: “La iniciativa siempre es de Dios”

Mons. Frassia: “La iniciativa siempre es de Dios”
Martes 16 Jun 2015 | 09:47 am
  Mons. Rubén Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús.

Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, compartió una reflexión en torno al evangelio dominical, que recupera las parábolas de la semilla echada en tierra y del grano de mostaza, y recordó que Dios siempre tiene la iniciativa para buscar al hombre. El prelado indicó que el Reino es obra de Dios y que los hombres deben ser pacientes para que las cosas sigan creciendo, con participación, adhesión y colaboración.

 El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, compartió una reflexión en torno al evangelio dominical, que recupera las parábolas de la semilla echada en tierra y del grano de mostaza, y recordó que Dios siempre tiene la iniciativa para buscar al hombre.
 Monseñor Frassia explicó que la semilla que se planta “es Dios mismo, que nos da su Palabra sembrándola en el corazón de la Iglesia y en el corazón de cada uno de nosotros”, y observó: “La iniciativa es de Dios, porque nos revela su Palabra para que la escuchemos con atención y que eche raíces en nuestra vida”.
 “El crecimiento del Reino de Dios –añadió- no tiene límites; por eso la Iglesia es esencialmente evangelizadora, misionera, y vive de la Palabra de Dios y de la Eucaristía”.
 El obispo indicó que el Reino es obra de Dios y que los hombres deben ser pacientes para que las cosas sigan creciendo, con participación, adhesión y colaboración.
 “Hay que tener cuidado con ese falso quietismo de decir ‘total, como Dios hace todo, yo no hago nada’. ¡No es así! Dios está presente, nos da su gracia pero también nos pide colaboración. No tomemos en vano la gracia de Dios”, manifestó el prelado.
 Monseñor Frassia llamó a “no apagar el espíritu, porque el espíritu suscita confianza, seguimiento y fe”, y consideró que si los bautizados tomaran conciencia del don, todos los ámbitos se verían transformados.
 “Que Dios siga teniendo iniciativa y que nosotros podamos ser pacientes y fervorosos colaboradores de su obra”, expresó el obispo al final de su alocución.+

 Texto completo de la alocución
La iniciativa siempre es de Dios 
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (Undécimo domingo durante el año, 14 de junio de 2015) 

" Jesús decía a sus discípulos: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha". También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra". Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo. (San Marcos 4,26-34) 

 Estamos ante un lenguaje muy semita, muy de aquella época, hablar y explicar a través de parábolas, de comparaciones, de relatos, donde el oyente tenía que sacar conclusiones –que era una cosa importante– pero que tenía que reflexionar y luego llevarlo a otro ámbito, en otro momento, qué es lo que Dios quiere decirle a su pueblo de un modo sencillo y concreto. 
 La comparación de esta semilla que se planta, es Dios mismo que nos da su Palabra sembrándola en el corazón de la Iglesia y en el corazón de cada uno de nosotros. Lo primero a destacar es que la iniciativa es de Dios porque nos revela su Palabra, es Dios quien nos ha creado y nos envía al Verbo, a Cristo, el Hijo de Dios y de María Virgen; que nos da su Palabra para que la escuchemos con atención y que eche raíces en nuestra vida, en nuestro corazón, para que demos frutos “y frutos en abundancia” 
 El crecimiento del Reino de Dios -y su extensión-, no tiene límites; por eso la Iglesia es esencialmente evangelizadora, misionera, que vive de la Palabra de Dios, vive de la Eucaristía -que es fuente y culmen de la vida cristiana-, vive de la acción de gracias de Cristo, del sacrificio y del verdadero banquete, la verdadera comida. La Iglesia vive de esa Palabra, que no es una Palabra muerta sino fundamentalmente viva. 
 Jesús afirma que el Reino es obra de Dios y no de los hombres; que los hombres tienen que tener paciencia para que las cosas sigan creciendo. Al principio del texto leemos: “echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.” Vemos aquí la iniciativa de Dios y la paciencia de los colaboradores. 
 Esa paciencia que tenemos que tener ante nuestros errores, nuestros fracasos, nuestros pecados. Paciencia ante los demás, donde uno tiene que saber dar tiempo para que el otro y los otros puedan crecer. Pero esa paciencia tiene que ser responsable no irresponsable. No puedo cruzarme de brazos simplemente y decir “que Dios haga todo”; ¡no es así! Dios no hace todo. Tiene la iniciativa pero nos reclama participación, adhesión y colaboración. Decía San Ignacio de Loyola “haz como si todo dependiera de ti, sabiendo que todo depende de Dios”. 
 Hay que tener cuidado con ese falso quietismo al decir “total, como Dios hace todo, yo no hago nada” ¡No es así! Dios está presente, nos da su gracia pero también nos pide colaboración. No tomar en vano la gracia de Dios. No apagar el espíritu, porque el espíritu suscita en nosotros confianza, seguimiento y fe. Sobre todo saber que Dios sigue obrando aquí y ahora, en este tiempo, en este mundo, en la Iglesia y en nuestra sociedad. ¡Ay si los bautizados tomáramos conciencia del don, cómo cambiarían las cosas! En todos los ámbitos, en lo personal, en lo familiar, en lo eclesial, en lo social, en lo laboral, en lo político: en todos los ámbitos. 
 Que Dios siga teniendo iniciativa y que nosotros podamos ser pacientes y fervorosos colaboradores de Su Obra. 
 Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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