Como cristianos, tenemos una misión que cumplir

Como cristianos, tenemos una misión que cumplir
 Miercoles 3 Sep 2014 | 08:42 am
Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, recordó que todos los cristianos tienen, como Jesús, una misión que cumplir en esta vida. El prelado previno de guiarse por criterios mundanos, e invitó a reconocer aquello que no está bien en la vida personal y ordenarlo para poder caminar en orden a la misión que Dios quiere para cada uno.

 El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, recordó que todos los cristianos tienen, como Jesús, una misión que cumplir en esta vida. Así se refirió el prelado en una reflexión en torno al evangelio dominical, que fue transmitida por radios del conurbano bonaerense y la capital federal.
 Monseñor Frassia comentó que Jesús se presenta el domingo como un enviado que debe hacer el sacrificio y la voluntad del Padre, por eso anuncia a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho. Ante la actitud de Pedro, de rechazar el plan divino, el obispo destacó la reprensión de Jesús, que le advierte que tales pensamientos “no son los de Dios, sino los de los hombres”.
 “En lugar de tener el conocimiento de Jesús, muchas veces nosotros opinamos de forma contraria y en lugar de tener criterios de Dios, del Evangelio o de la Iglesia, tenemos criterios mundanos; pensamos como cualquier otro, como los de afuera. Gente comprometida, gente de adentro, gente nuestra, a veces tienen sorprendentes opiniones, juicios, posturas y actitudes”, lamentó.
 “Me parece importante destacar a quién seguimos: a Jesucristo, y así ordenarnos desde esa realidad. El protagonista principal es Él, no nosotros; lo nuestro es hacer, vivir y tener criterios del Evangelio y de Cristo; no de nuestras ideologías, ni nuestros pensamientos, ni nuestras cosas. Así como Pedro fue reprochado, también nosotros a veces somos reprochados por el Señor. ¡Ojo, tu pensamiento no es el de Dios, sino que te comportas como los hombres!”, agregó el obispo.
 El llamado de atención de Jesús concluye con una exhortación: «Si quieres ser mi discípulo y seguirme, renuncia a aquello que es obstáculo». Al respecto, el obispo agregó: “Es una renuncia en serio. No es como sacarse un pulóver y ponerse una camisa, sino desistir de algo que no está bien en nosotros”.
 “Jesús –añadió- también nos dice que todos tenemos una cruz y hay que cargarla, pero también hay que seguirlo, ¡y esto es importante! El que quiera seguirlo tiene que renunciar y cargar su cruz. El que lo sigue, también tiene que imitarlo”.
 Monseñor Frassia cerró su alocución invitando a pedir el Señor la claridad para discernir y cumplir con la misión que propone: “Es necesario manifestar la convicción que uno tiene así: ‘¡tengo que hacer lo que Dios quiere y no lo de los hombres, no la cultura reinante, no la superficialidad dominante, no lo que todo el mundo hace, como si esto ya fuera un criterio! Escuchemos al señor, sigámoslo, arrimémonos más a Él quedándonos más en Él”.+

 Texto completo de la reflexión
Como Jesús, también tenemos una misión que cumplir 
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (Domingo 31 de agosto de 2014, 22º del tiempo ordinario) 

 Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá". Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. (San Mateo 16, 21-27) 

 Aquí vale destacar la claridad que tiene Jesucristo de saber que Él también es enviado y que vino para cumplir una misión, para hacer el sacrificio y la voluntad del Padre. Lo tenemos más claro aún en el Evangelio donde Jesús dice “Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”, porque sabía perfectamente lo que iba a suceder y lo hace con libertad ya que tiene conocimiento pleno y por eso mismo Él también lo ha decidido, aceptado y ofrecido. 
 A continuación se presenta la actitud de Pedro: él no entiende lo que Jesús dice y, de alguna manera, se ofusca y lo hace notar: “¡no, esto no va a suceder!”, porque lo quiere mucho; pero Jesús lo reta diciéndole que “sus pensamientos nos son los de Dios, sino los de los hombres”, lo que Jesús dice es que hay que hacer la voluntad de Dios y no la de los hombres. 
 En lugar de tener el conocimiento de Jesús, muchas veces nosotros opinamos de forma contraria y en lugar de tener criterios de Dios, del Evangelio o de la Iglesia, tenemos criterios mundanos; pensamos como cualquier otro, como los de afuera. Gente comprometida, gente de adentro, gente nuestra, a veces tienen sorprendentes opiniones, juicios, posturas y actitudes. 
 Me parece importante destacar a quién seguimos: a Jesucristo, y así ordenarnos desde esa realidad. El protagonista principal es Él, no nosotros; lo nuestro es hacer, vivir y tener criterios del Evangelio y de Cristo; no de nuestras ideologías, ni nuestros pensamientos, ni nuestras cosas. Así como Pedro fue reprochado, también nosotros a veces somos reprochados por el Señor. ¡Ojo, tu pensamiento no es el de Dios, sino que te comportas como los hombres! 
 Luego la exhortación: “si quieres ser mi discípulo y seguirme, renuncia a aquello que es obstáculo”, pero renuncia en serio. Renunciar no es sacarse un pulóver y ponerse una camisa; es desistir de algo que no está bien en nosotros. “Y que cargue con la cruz”, dice Jesús pues todos tenemos una cruz y hay que cargarla, pero también hay que seguirlo ¡y esto es importante! El que quiera seguirlo tiene que renunciar y cargar su cruz. Como dice San Agustín “el que me sigue también tiene que imitarme”. 
 Pidamos al Señor tener su claridad: Él sabe que viene para algo, a cumplir una misión. Nosotros, por Dios y por nuestros padres, estamos en el mundo y en la Iglesia con una misión que cumplir. ¡Que nadie te separe, ni te quite del lugar, ni te opaque! Es necesario manifestar la convicción que uno tiene así: ¡tengo que hacer lo que Dios quiere y no lo de los hombres, no la cultura reinante, no la superficialidad dominante, no eso de “es lo que hoy se estila”, “si todo el mundo lo hace”, como si esto ya fuera un criterio! 
 Escuchemos al señor, sigámoslo, arrimémonos más a Él quedándonos más en Él. 
 Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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