“La oración siempre es necesaria”, recuerda Mons. Frassia

“La oración siempre es necesaria”, recuerda Mons. Frassia
Miercoles 23 Oct 2013 | 08:29 am
Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, compartió con oyentes radiales de Capital Federal y el Conurbano bonaerense una reflexión en torno al evangelio dominical, en el que Jesús exhorta a orar insistentemente al Padre por medio de una parábola. Explicó que rezar es “un grito religioso” que nace de reconocer la precariedad, los límites y la pobreza personal.

 El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, compartió con oyentes radiales de Capital Federal y el Conurbano bonaerense una reflexión en torno al evangelio dominical, en el que Jesús exhorta a orar insistentemente al Padre por medio de una parábola. Explicó que rezar es “un grito religioso” que nace de reconocer la precariedad, los límites y la pobreza personal.
 “La oración es saber que Él nos escucha, que a Él le pedimos, que a Él damos gracias, que ante Él intercedemos por los demás. Y también le pedimos que podamos recibir paz y estar en paz”, explicó el obispo, quien recomendó tener siempre “una actitud de silencio” al entrar en oración, a fin de “disminuir el volumen” de tantas cosas para recuperar la capacidad para escuchar. “Cuando uno es capaz de escuchar bien –dijo-, será capaz de responder bien. ¡Esto es muy claro!”.
 Monseñor Frassia advirtió que, a veces, parece que Dios no atiende las plegarias que se le hacen. Explicó que es necesario también buscar y hacer la voluntad de Dios, ya que la oración es la ayuda que Dios da, pero también es la iluminación que Él hace para ir conformándose al Evangelio, al pensamiento y a los criterios de Jesucristo para hacer, con Él, la voluntad del Padre.
 “A veces nuestra oración es ineficaz no porque Él no la escucha sino porque nosotros todavía, interiormente, no supimos hacer el corte, la cirugía, para poder hacer en serio la voluntad de Dios en nuestra vida. Por eso, en muchos casos nuestra oración no tiene mucha fuerza, o es infecunda, porque todavía -en nuestra motivación profunda- no buscamos hacer la voluntad de Dios”.
 “Es muy importante saber que la oración nos lleva a la liberación del límite del pecado y de aquellas cosas que pueden estar muy presentes en nosotros”, concluyó.+

 Texto completo de la alocución
La Oración siempre es necesaria 
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (XXIX domingo durante el año, 20 de octubre de 2013) 

"Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'". Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".(San Lucas) 

 El Evangelio nos habla de la oración, “orar siempre y sin desanimarse”. La oración es el grito religioso, profundo que nace de nuestra precariedad, de nuestros límites y de nuestra pobreza. La oración es saber que Él nos escucha, que a Él le pedimos, que a Él damos gracias, que ante Él intercedemos por los demás. Y también le pedimos que podamos recibir paz y estar en paz. 
 Cuando uno reza tiene que tener una actitud de silencio. Silencio para disminuir el volumen de tantas voces interiores que uno tiene en su corazón y en su cabeza. De los miedos, las imágenes, las personas, del televisor, de la radio. Volver a tener capacidad de silencio para escuchar. Cuando uno es capaz de escuchar bien, será capaz de responder bien ¡esto es muy claro! 
 Muchas veces, pareciera que Dios no obra porque nosotros, rezando, pidiendo, escuchando y respondiendo, también tenemos que buscar y hacer la voluntad de Dios en nuestra vida, porque la oración es la ayuda que Dios nos da pero también es la iluminación que Él nos hace para que vayamos conformándonos al Evangelio, al pensamiento y los criterios de Jesucristo para hacer, con Él, la voluntad del Padre. 
 A veces nuestra oración es ineficaz no porque Él no la escucha sino porque nosotros todavía, interiormente, no supimos hacer el corte, la cirugía, para poder hacer en serio la voluntad de Dios en nuestra vida. Por eso, en muchos casos nuestra oración no tiene mucha fuerza, o es infecunda, porque todavía -en nuestra motivación profunda- no buscamos hacer la voluntad de Dios. 
 Estamos “a medias”, de un lado y del otro, como coqueteando, jugando, queriendo agarrar todo. Y es muy importante saber que la oración nos lleva a la liberación del límite del pecado y de aquellas cosas que pueden estar muy presentes en nosotros. 
 Hacer la voluntad de Dios, escuchar y saber que en nuestra vida hay que hacer el tiempo para la oración. Muchas veces rezamos como de compromiso, como si fuera una cosa obligatoria o para anestesiar nuestra conciencia. Y no nos damos cuenta que tenemos necesidad de la oración para poder entrar en comunión con Dios, en comunión con los demás y en comunión con uno mismo. 
 Recemos sin poner condiciones y no respondamos como lo hizo, en el Evangelio, este juez injusto que respondió para sacarse de encima el problema. Nosotros rezamos porque queremos vivir en serio una vida humana, cristiana, de creyentes, de hijos de Dios ¡en serio! 
 Les dijo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 
Amén 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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