RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO


El robo de las palabras
24/01/08
Por Vicente Zito Lema
(APe).- Desde hace un tiempo, cuya medida exacta se pierde en un mar de calamidades, heridas sobre heridas sin tiempo a cicatrizar, hemos dejado de sentir los pies firmes sobre la tierra. Como si nada profundo nos perteneciera. Desnudos ante el espejo nadie mira por nosotros; no se juzgan los concretos actos del bien y del mal, y se naturaliza la banalidad.

Pareciera que todo lo profundo huye del ser. La única certeza es que el mundo en que vivimos sigue siendo terriblemente cruel y su falta de sentido se repite sin respuestas.
Movidos, conmovidos, también sujetados por semejante realidad, uno siente que va de aquí para allá en los juegos del aire, que el destino decide en soledad, y que la liviandad del vínculo con el otro se convierte en una huella sobre nuestra propia sombra.
Por eso tenemos de pronto la necesidad de un distanciamiento. Sumergirnos en los sueños del ayer, en esa materia tan fugaz, nos tranquiliza.
En la otra orilla está el futuro, depositar allí la perfección inevitable de la historia, se convierte en un dulce consuelo.
Sin embargo el presente existe, como un monstruo de mil brazos nos da golpes en el rostro y luego nos abandona con extrema frialdad.
Tengo ante mí un torbellino de imágenes y situaciones. Elijo una, la infancia, acaso porque sigo convencido que allí yace la verdad, que todo lo demás que ocurre en nuestras vidas no escapa del momento en que ella es fundada.

Confieso que he tenido un privilegio. Palabras y palabras, como aguas de río, de mar y de océano, me fueron dadas con amor en la infancia de mis primeros recuerdos.
Confieso que tengo una esperanza, de ella hablaba el entrañable Julio Cortazar: habrá un mañana en que todas las palabras estarán en todas las bocas, y entonces la muerte ya no tendrá poder.
He ahí el cielo, perfecto, inmutable en su eternidad, mientras el viento del presente se empeña en colarse por las rendijas de la ventana.
Salgo entonces a la calle, para enfrentar sin más vueltas la cara de la realidad. Lo que veo me espanta: miles y miles de niños se han quedado sin palabras. (De allí en más el alma se extravía sin cuerpo, la conciencia ha perdido el espacio de su materialidad.)
Las palabras (digamos la educación, porque la esencia de la educación es la palabra, que a su vez sostiene el pensamiento), también ahora se cotizan en bolsa: valen más que la tonelada de soja, el barril de petróleo o la onza de oro.
Bien se sabe: el crimen de la pobreza tampoco perdona a las palabras. Más aún, las pervierte y humilla, al quitarlas del uso originario, amoroso y de bien público, y convertirlas en una mercancía, en un valor que se acumula, en un arma privilegiada para dominar, vigilar y castigar. Se las arrebata de los labios del más desdichado. (¡Vengo a denunciar un robo! ¡Se abusaron de su fragilidad!)Se las arrebata del corazón de la necesidad. (¡La muerte es la madre de la justicia! ¡Por eso la justicia se sienta a la diestra del Poder!)
¿Qué harán hoy sin palabras los niños que puestos fuera de las palabras -con cruento dolo y organizada violencia-, no tienen recuerdos ni tendrán la obstinación de la historia? (Tienen gritos, maldiciones, hambre, dolor, odio, silencio...; falta la palabra que da sentido a todo ello, y pide rendición de cuentas por todo ello.) ¿Qué harán sin palabras los niños cuando los cielos, los dioses y los hombres cierran los ojos, cierran la boca, cierran la vida?

La desubicación de la pobreza
21/01/08
Por Carlos del Frade
(APe)-. El gobierno de la provincia de San Juan se ufana de las inversiones extranjeras que vienen a su territorio. José Luis Gioja, gobernador de la provincia, supo ser uno de los principales voceros de la administración presidencial menemista, aquella pródiga en privatizaciones, desocupación, multiplicación de la pobreza y democratización del narcotráfico. Hoy, Gioja, vendedor de montañas y paisajes de bellezas inenarrables, es uno de los más acérrimos defensores de la gestión kirchnerista. Ubicuidad y pragmatismo. Lo cierto es que Gioja repite, una y otra vez, dentro y fuera del territorio sanjuanino, que las empresas mineras llevan la riqueza del subsuelo pero dejan grandes fortunas que, según el gobernador, son para todos los sanjuaninos. Sin embargo, como bien dice el refrán popular, no todo lo que reluce es oro, aunque se trate de semejante mineral. El oro sanjuanino y los otros productos del corazón de las tierras sanjuaninas no traen presentes mejores para todos los sanjuaninos. Apenas asoma en la pechera de la camiseta San Martín de San Juan que a duras penas se mantiene en primera, pero es allí, en las casacas de los jugadores de fútbol que puede leerse la leyenda que exalta las virtudes de la provincia minera. Pero tal como sucede con los resultados futboleros, las mayorías sanjuaninas parecen más cerca del descenso que de la victoria cotidiana. En la ciudad de Calingasta, una beba de dos meses murió por desnutrición. La llevaban en una ambulancia hasta un centro de salud, pero no llegó. No soportó el último esfuerzo. La condena había sido dictaminada hacía tiempo, aún antes de que naciera. Ya había pasado lo mismo con una hermanita de ella, casi cinco años antes. La beba pesaba dos kilogramos setecientos gramos y era una de los seis hijos del matrimonio compuesto por una mamá de veintiocho años y el papá de treintaiún años. Los padres de los chicos no forman parte del círculo áulico de Gioja y sus amigos extranjeros, ni tampoco están incluidos en los favores de los que habla la publicidad oficial. Son integrantes de las mayorías empobrecidas que viven sobre un territorio rico y pletórico de posibilidades pero, para pocos. Rico y pletórico de posibilidades para pocos. Ellos, los papás de la beba que viajó injustamente muy pronto a la pampa de arriba, apenas intentan empatarle a las necesidades a través de changas rurales. Fue en 2003 cuando, como se dijo antes, sufrieron la muerte de otra niña de solamente seis meses también por desnutrición agravada por una afección pulmonar. No se trata de una desgracia, sino de una consecuencia directa de la manera material en la que viven desde hace mucho tiempo en la provincia del buen vino y los inagotables recursos mineros de los que habla el señor gobernador. La justicia de menores, mientras tanto, investiga a los padres de la beba por supuesta negligencia o abandono. Dos palabras que bien podrían caberle al mismísimo responsable político del territorio sanjuanino. Se ve que la justicia sanjuanina entiende el curso de la historia y niega la posibilidad que haya pobreza en la provincia y por eso descarga su poder inquisidor sobre las víctimas. Es que en semejante valle de riquezas no es posible que existan casos mortales de desnutrición infantil. Porque si así fuera, el gobernador Gioja estaría mintiendo, sería cómplice de un descomunal saqueo que deja casi sin nada a los habitantes de su territorio y llena de riquezas a muy pocos.

Fuente de datos:

Diarios Clarín 12-01-08 y El Territorio - Misiones 12-01-08

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