UNA PENA QUE NO FUERA VERDAD


Gerardo Sciodcia 

 UNA PENA QUE NO FUERA VERDAD 

Sin saber el porque, me encontré caminando por varios barrios del conurbano. Pudo ser, porque quizás hacia mucho tiempo que no realizaba esas caminatas. que me servían para ver y sentir la realidad de sus habitantes que, hacinados vivían en casas precarias y sin servicios esenciales que hicieran saludable la zona. En verdad me alegró ver todas sus arterias pavimentadas y cada seis cuadras una escuela donde, pibes de guardapolvo blanco, se apretujaban frente a la puerta de esos establecimientos para ingresar, al tiempo que se despedían de sus madres. Con emoción contemplaba esa escena. Quise saber más y ¨volé¨ a lo que otrora fuera una inmensa ¨villa miseria¨ en plena Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí presencie la misma escena. Más aún, noté muchas casas recién levantadas con hermosos techos de tejas y en ellas, se veían sus interiores muy luminosos. Lo que fuera un asentamiento había desaparecido. Una perfecta cuadricula demarcaba las manzanas y varias plazas decoradas convenientemente servían para el esparcimiento de sus habitantes. Un perfecto tendido eléctrico, como también agua corriente, gas y cloaca servia para llevar una vida mucho mas cómoda. Niños jugando en los espacios verdes y hombres y mujeres dirigiéndose a sus labores cerraban el cuadro que observaba. Detenido en esa contemplación sentí mucha alegría por el progreso alcanzado por esos hermanos. 

 

Pero nada es para siempre, el timbre de mi reloj me despertó. Abro los ojos miro a mi alrededor y observo que las paredes de mi cuarto continuaba siendo de chapas viejas, con piso de tierra .Corrí a la puerta y al abrirla, vi mi calle también de tierra y sucia. Sentí bronca y llorando me tape nuevamente con las pocas cobijas, en un intento de cambiar la realidad propia y ajena, aunque solo fuese soñando un poco más.

Comentarios

Seguidores