Gerardo Scioscia
PAN AMARGO
Mañana la semana laboral continua, luego de un descanso que se extendió hasta hoy lunes. Si debemos seguir con la rutina. Al trabajo marchará el afortunado de tenerlo y es en la fábrica, taller, o comercio, donde con orgullo ganará el pan que se pondrá en la mesa. Es el que se lo gano a costa de su sudor y ese es el pan que mejor sabor tiene, no el de la limosna, porque ese es un pan amargo que se pone en manos de un desocupado. Él, que gusta del que se amasa con la salada gota de sudor, lo toma con sus manos callosas y acostumbradas al trabajo, acepta resignado ese pan amargo, porque hace tiempo se encuentra en descanso obligado.
No lo toma por él, es por su familia y ese mendrugo lo parte, para compartirlo con ellos, aunque su estómago cruja por el hambre y por el dolor que siente por su situación. Puede llamarse Juan, o Pedro pero para la estadística el cómo otros son un número más y los números no tienen rostro ni nombres. Son eso, un número más, pero en realidad, son cientos de hombres y mujeres que solamente pretenden ser dignos y para ello no piden otra cosa que trabajar. En esa búsqueda, algunos rezaran al santo del pan y trabajo, aun a sabiendas que si bien san Cayetano puede confortarlos, la solución está en manos de la dirigencia política, pero eso de todos modos, les mantiene la fe en alto. Que pronto se ponga fin a esa penosa situación de tantos y tantos desocupado.
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