Gerardo Scioscia
LA VUELTA DE OBLIGADO EN CARTAS DE LA ÉPOCA
Las pretensiones anglo-francesas de navegar libremente el río Paraná, durante la gobernación de Juan Manuel de Rosas encontraron en este jefe de la Confederación y el pueblo una férrea resistencia. En efecto, en noviembre de 1845 una expedición comercial compuesta por un centenar de barcos de esas dos naciones navegaban rumbo a las provincias de Corrientes y Paraguay, para vender allí productos manufacturados en Europa. Al frente de ese convoy venían una veintena buques de guerra fuertemente artillados, entre ellos, algunos propulsados por vapor, los que, a diferencias de los de vela tenían mayor posibilidad de maniobras, ya que no dependían de los vientos y tampoco de las corrientes del río.
El avance por el Paraná se realizó sin mayores dificultades. Sin embargo, al llegar a la altura de San Pedro, en el recodo del río denominado Vuelta de Obligado, los invasores se toparon con unas gruesas cadenas que les cerraba el paso. También en ese sitio se levantaron en la orilla cuatro baterías y dispusieron tropas todo al mando del general Lucio Mansilla. Frente a esa defensa organizada por el gobierno de la Confederación unos 42 mercantes prefirieron aguardar en Ibicuy el resultado del inminente combate, que finalmente se produjo el día 20 de noviembre.
La intención de los invasores había trascendido varios días antes y por eso en una carta dirigida a su amigo Félix Frías, Valentín Alsina califica de loco a Rosas por oponerse a esa flota, que pretendía la libre navegación de un río interior como lo es el Paraná y por eso, sometido a las leyes nacionales. Los ingleses y franceses pretendían desconocer el derecho soberano con la fuerza de sus cañones y así lo intentaron. Apenas disipada la niebla que esa jornada impedía la buena visión se inició el ataque a la flota invasora.
Luego de de pocos más de siete horas de recio combate, los barcos invasores lograron abrirse paso, pero no sin antes sufrir enormes daños que los obligó a quedarse en la zona varios días para repararlos. Entre tanto, los barcos mercantes que se encontraban en Ibicuy prefirieron no continuar el avance y retornar a Uruguay. La batalla produjo del lado argentino unos 250 muertos y algo más de 300 heridos, mientras que las del enemigas fueron de 150 muertos y como dijéramos, varios barcos dañados. Conviene recordar que la flota invasora, además de pretender comerciar la mercadería que llevaba a las provincias de Corrientes y Paraguay también armamento para el ¨cuarto ejercito libertador¨ que el general José María Paz estaba organizando en Corriente, donde ya tenía reunido a unos 4000 paraguayos para lanzarlos contra Buenos Aires.
En cuanto a la carta de Valentín Alsina fechada el dos de noviembre sobre lo sucedido decía que ¨ Rosas ha cometido la locura de querer impedir el paso con baterías (…) Locura digo, porque lo es querer impedir tan luego en aguas con aquellas naciones que además de la enorme ventaja de los vapores, tienen su tremenda artillería a lo Paysar que Rosas y su gente no conocen todavía¨. Pero la decisión de encadenar el río y cerrar el paso a los intrusos ya había sido tomada. Distinta fue la actitud tomada por el vecino de Lomas de Zamora Antonio Grigera. En una carta fechada el 29 de agosto de ese mismo año y dirigida al juez de Paz y comisario de Quilmes, Don Antonio Gervasio López a quien luego de explicarle los problemas físicos que padecía, le dice que ¨creo mi deber contribuir en lo que me es posible ala defensa de mi paiz y sosten de la causa nacional de la Confederación, asies que siendo tan excesivos mis deseos y ardiente patriotismo que animan mi corazón que primero de ver sullugado ami paiz por los extranjeros y salvajes unitarios, sin embargo mi inutilidad, sería capaz de aserme colocar en mi silla al pie de un cañon y tener el gran placer de ser el artillero que diese fuego hasta concluir a mi existencia o concluir con el enemigo¨.
nota dirigida a Mansilla y fechada el primero de diciembre de 1845 en el la Villa de Lujan, le dice a Mansilla que ¨Permita V. que le felicite con la emoción más profunda, por la vigorosa y memorable defensa que ha dirigido V. contra las fuerzas navales anglo–francesa. Este brillante hecho de armas, al paso que acredita la resolución heroica de los denodados defensores del honor e independencia de la República, es un nuevo timbre glorioso al valor personal y a la inteligencia de uno de nuestros más intrépidos y distinguidos veteranos¨. En cambio, Victoriano Aguilar en una misiva también dirigida a Mansilla con fecha del 28 de noviembre le dice que ¨Después de haber leído el parte de la memorable acción del 20 del presente y después de haber sabido el heroísmo con el cual se ha distinguido todos, ¿qué elogio ni que expresión puede haber bastante para manifestar el contento, el asombro y la gratitud al general que mandó tan grande empresa¨.
Otro de los defensores de la soberanía fue el coronel Juan Bautista Thorne y tuvo a su cargo la batería ¨Manuelita¨. Este militar fue el último en acatar la voz de alto el fuego ya que solo lo hizo cuando acabó todas sus municiones, por lo que luego fue castigado con arresto por su superior Mansilla. En su batería, al sufrir los efectos de un bombazo enemigo perdió la audición, conociéndoselo desde entonces como ¨el sordo de Obligado. En carta dirigida al coronel Hilario Lagos fechada el 27 de noviembre de 1845 en la ¨estancia de Gómez¨ el artillero de Obligado le cuenta que ¨Estos renglones no llevan otro objeto que comunicar a usted el desagradable y fatal encuentro que tuvimos el 20 del presente con las escuadras anglofracesas, en el punto de Obligado, a las 10 de la mañana. Rompieron los infames sus fuegos sobre nuestras baterías, las cuales contestaron con todo el ánimo federal, y duró un fuego duro y mortífero hasta las 4 de la tarde, a cuya hora cesaron los fuegos de las baterías ¨Restaurador¨, ¨General Brown¨ y ¨General Mansilla¨ por su falta de municiones y el mal estado de las piezas, sosteniendo todavía a la batería ¨Manuelita¨ que tuve el honor de mandar hasta las seis de la tarde, a cuya hora me vi obligado a abandonar por falta de municiones. Como cuatro horas batieron los enemigos nuestra batería a tiro de pistola con 125 piezas de calibre de 24 hasta de 80¨. El relato de ese artillero es una muestra del feroz y desigual combate sostenida contra los barcos de esas dos potencias.
Otra de las misivas, tiene como remitente a Tristán Nuno Valdez cuñado del restaurador Rosas y fue escrita desde ¨La Cabaña¨ el cuatro de diciembre de ese año. En ella y al referirse a la herida que recibiera Mansilla durante el combate, el remitente destaca que ¨tuvimos gran satisfacción de saber que la herida recibida no era peligrosa, y que se hallaba en aptitud de seguir sus acertadas combinaciones en honor del Pabellón argentino, que tan gloriosamente ha defendido¨. Íntimamente felicito a V. pues habiendo escapado a ese volcán de fuego enemigo, les ha hecho conocer cuanto valen los americanos en defensa de su libertad¨.
Justo José de Urquiza también se refirió a ese hecho de armas, aunque luego el tres de febrero de 1852 se alza contra Rosas y lo derrota en Caseros. En ese año aliado a fuerzas extranjeras y mercenarios desaloja el defensor de la soberanía y uno de sus primeros actos de gobierno es declarar la libre navegabilidad de los ríos interiores. De todos modos el primero de enero de 1846 desde su Cuartel General de Concordia le decía a Lucio Mansilla que ¨yo con los amigos que aprecio no guardo reglas de etiqueta, es que dirijo esta, saludándolo y dirigiéndole mis mas afectuosas felicitaciones por el combate glorioso que con valor heroico supo Vd. sostener contra las fuerzas anglo-francesas en la vuelta de Obligado, enseñando a esa canalla europea de cuanto somos capaces los americanos¨. Luego de extenderse en otros temas relacionados con ese hecho, le avisaba a Mansilla que ¨en una hora marcho para Corrientes con un ejercito de bravos, que muy pronto concluirá con el salvaje manco Paz y con las esperanzas que en este traidor tienen los ambiciosos extranjeros¨. Así pensaba Urquiza mientra fue aliado a Rosas. Sin embargo, se volvería contra el, por lo que durante mucho tiempo se lo llamó ¨loco traidor¨.Por último agradezco al profesor Carlos Pesado Palmiero haberme facilitado hace un tiempo, una copia de la carta de Antonio Grigera.
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