CAMBIAMOS VERDE POR CEMENTO


Gerardo Scioscia 

CAMBIAMOS VERDE POR CEMENTO 

 Que el tiempo pasa volando no quedan dudas y si hasta parece ayer recién fue diciembre, pero ya estamos en septiembre y por eso los días son más luminosos y por cierto, las noches se acortan amaneciendo más temprano que hace poco tiempo. Hoy en esta jungla de cemento el despertar es lento porque las obligaciones laborales por la pandemia, dan un respiro a quienes siempre trabajaron de lunes a viernes y hoy no son ¨esenciales¨. Por eso que en la calle hay menos ir y venir de personas y automóviles. De todos modos el rugido de esos vehículos espanta a las pequeñas aves que se posan sobre bloques de cemento en una ciudad escasa de árboles. Basta asomarse a la ventana para verlas hamacarse en el cableado aéreo o bebiendo agua de las cunetas. 

 

Ellas no se resignan a irse de los lugares que habitaron sus antepasados. Fueron dueños de los campos y su flora, pero las comenzamos a correr cuando se parcelaron estas tierras. Ellas entonces se refugiaron en lo alto, en algunos árboles que pusieron quienes comenzaron a poblar estas tierras de la zona sur, y que conocemos con los nombres de Avellaneda, Lanús y Lomas de Zamora. Sin embargo en nombre del progreso también le quitamos esas plantas y fuimos reemplazando el verde por más cemento, las casas baja por edificios que intentan hacerle cosquillas al cielo. Hoy los gorriones, zorzales y calandrias ya no pueden anidar aquí como antes, pero siguen entre nosotros dispuestos a resistir el desalojo de su habitad natural.

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