CUANDO LANÚS SE VISTIO DE LUTO


Gerado Scioscia
CUANDO LANÚS SE VISTIO DE LUTO
‘Cincuenta y seis muertos al caer tranvía al Riachuelo’.

‘Tragedia: tranvía repleto de trabajadores cae a las aguas del Riachuelo’.
Numerosas víctimas. Así, esa tarde del 12 de Julio de 1930, los diarios vespertinos, en grandes titulares anunciaron la tragedia ocurrida horas antes. Para quienes vivían del lado norte del Puente Bosch escenario grave accidente, fue una noticia más, que sólo se distinguía de otros lechos luctuosas que suelen ocurrir en las grandes urbes, por el elevado número de víctimas que éste arrojara. Para los de este lado, los del sur, el drama se había hecho presente golpeando a cincuenta y seis familias, en su mayoría emigrantes radicados en lo que hoy se denomina Partido de Lanús.
A sesenta y un años de ese penoso suceso, estas líneas, donde se intenta reconstruir el inicio y desenlace del mismo, sólo tienen como objetivo recordar a esos seres desconocidos entre sí, que en pos del sustento diario y cumpliendo el rutinario trayecto hacia sus respectivos empleos, perecieron al caer en las oscuras aguas del Riachuelo.
Esa fría mañana de Julio, el motorman Juan Vescio, junto al guarda Ángel Rodríguez, ambos domiciliados en lo que otrora se llamara Partido de Barracas al Sur (hoy Lanús) tomaban servicio en la estación de Tranvías Eléctricos del final, el vehículo Sur (lugar donde hoy se encuentra el nuevo edificio municipal) siendo el primero de los mencionados habilitado como Motorman Categoría ‘C’, chapa identificatoria Nº 62, el 8 de Julio de 1930, cuatro días antes del luctuoso accidente. El trágico destino de Vescio, al igual que el de su compañero de tareas Rodríguez, comenzaba a gestarse en el mismo momento de llegar su lugar de trabajo, dado que debió reemplazar al motorman del coche interno Nº 75 que cumplía el recorrido asignado a la línea 105, que circulaba de Lanús a Constitución, siendo de esa forma, la segunda vez que conduciría esa unidad.
Ocupados sus asientos por trabajadores que se dirigían al Frigorífico Anglo y a otros lugares de la capital Federal, el pasaje del coche 75, sin sospechar la trampa que les estaba tendiendo el destino, parte de la cabecera Lanús en lo que sería su último viaje. En su trayecto, que arranca por la Av. Pavón, por la que avanza con su característico clan-clan se suman unos pasajeros más, los que colgados y apenas con un pie en el estribo, contemplan el paisaje.
El intenso frío reinante de ese destemplado día de Julio, obligo a los ocupantes a mantener cerradas las ventanillas, convirtiendo al tranvía en una hermética caja, factor preponderante para que la tragedia fuera mayor. En su avance hacia el trágico deja la Av. Pavón y toma la calle Bosch. La fina garúa de esa mañana era cada vez más intensa. Un hombre que todos los días utilizaba ese servicio, al quedarse dormido debió correr para alcanzarlo, no pudo, y oyendo el característico ronroneo del tranvía que se alejaba, no con poco fastidio se lamentó que llegaría tarde al empleo. .
Algo más adelante, en la calle Giribone, una pareja de novios formada por Nélida Rodríguez y José Guidi, que se dirigían hacia Barracas a ocupar sus puestos de trabajo en la fabrica de Medias Paris, ascienden al transporte y ante la imposibilidad de viajar en forma cómoda, descienden una cuadra después, sin sospechar que en 300 metros más se desataría la tragedia que costaría la vida a tantos trabajadores.
La fina llovizna, y el parabrisas del vehículo empañado, impiden al conductor divisar las luces rojas que indicaban que el tramo móvil del puente se encontraba levantado para permitir el paso del buque ‘ Itaka I I’ perteneciente a la compañía de productos petrolíferos Vicente Ferrer Abrellano. Ya sobre el puente, Vescio ve que el mismo estaba levantado e intenta en forma infructuosa detener la marcha del pesado tranvía, manipulando desesperadamente la palanca que hacía las veces de acelerador y freno. Así es que a las 6:15 horas de esa mañana invernal, el transporte con su carga de seres humanos, cae pesadamente en las aguas del Riachuelo que en ese momento se encontraba con un nivel de 5,50 mts. en bajante, por lo que quedaron visibles solamente 50 cms. del trole. Luego de la caída, solo 7 pasajeros lograron salir con vida. Tres lo hicieron momentos antes de que el vehículo se precipitara a las oscuras aguas saltando sobre la pasarela peatonal. Ellos fueron Agustín Airaldi, Pedro Sartina y Antonio Hidalgo, mientras que Margarita Puebla, Gabina Carreras, Remigio Benodazi y Arlía Buenaventura trataban de mantenerse a flote cuando en forma providencial, acertaban a pasar por el lugar los vaporcitos ‘Mercedes’ y ‘Guillermo L’, los que en forma presta realizaron su salvataje.
RESCATE DE LAS VÍCTIMAS
La tarea de rescate comenzó casi de inmediato. De la misma participación dos buzos griegos que se encontraban realizando tareas en la construcción del Puente Nicolás Avellaneda. Así es como Anastaxis Fotis y Antonio Splaguñias son los primeros en bajar a las oscuras aguas del Riachuelo, encontrado dentro del tranvía un cuadro dantesco. En el mismo yacían una gran cantidad de cadáveres enganchados, encimados y con el rostro desencajado, signos evidentes de los dramáticos momentos vividos por los protagonistas en su vano intento de escapar de esa trampa, tétricas imágenes que seguramente nunca se borraron de las mentes de esos dos buzos. A la penosa tarea de rescate, se sumaron oportunamente, dos dotaciones de bomberos de la Capital Federal, éstas se encontraban al mando del Comandante Chiglione, tarea apoyada inmediatamente por la bomba flotante de Dársena Sur perteneciente a esa repartición. La labor llevada a cabo por los servidores públicos se prologó por espacio de varios días. El último de los cadáveres en aparecer fue el del motorman Juan Vescio, siendo rescatado, luego de ocho días de intensa búsqueda, en las proximidades de la Isla Martín García. Realizada la autopsia correspondiente, reveló que eran falsas las imputaciones recibidas durante ese tiempo, las que le atribuían que había conducido alcoholizado.
Retirado la totalidad de los cadáveres del coche tranvía, la empresa procedió a su rescate. Para ello debió utilizarse la grúa flotante Nº 3/g del M.O.P (Ministerio de Obras Públicas), la que por halarse por aquel entonces en el hoy viejo puente Pueyrredón no pudo llegar al lugar del siniestro debido a que el puente paralelo que se había construido en forma provisorio no era levadizo. Para realizar las tareas de rescate propiamente dichas, se utilizaron sendas lingas de acero y una roldana fijada a la estructura del puente Bosch, luego con el poder de arrastre de un remolcador se logró extraer del fangoso lecho al tranvía y, semisumergido, se lo arrestó hacia las proximidades del puente en constricción, donde finalmente la grúa flotante procedió a elevar y colocar a la vera del Riachuelo.
Iniciadas las actualizaciones judiciales, se procedió a la inmediata detención del encargado del puente, Manuel Rodríguez, el que luego de probar que había cumplido con todas las medidas de seguridad que indicaba la empresa, quedo en libertad días más tarde. Durante el proceso judicial se le tomó declaración testimonial a sobrevivientes y testigos presénciales del accidente. Las posteriores pericias realizadas al vehículo arrojaron que ‘La palanca de marcha y freno solía quedar trabada’.
TESTIMONIOS DE LA ÉPOCA
Hoy, a nueve décadas del luctuoso suceso, transcribimos alguno de los testimonios brindados a la justicia. En esa oportunidad Buenaventura Arlía, uno de los rescatados de las aguas, declaraba ante el oficial sumariante que ‘Subí al tranvía en Lanús y me senté en el anteúltimo asiento, antes de la plataforma trasera. Al llegar al puente no pude ver que estaba levantado ni las luces de peligro. El coche cayó al agua y yo salí por una de las ventanillas golpeándome con el costado del tranvía, hasta toparme con un hierro al que instintivamente me tomé con fuerza y trepé por él hasta salir a la superficie; allí me di cuenta que me había agarrado del trole del tranvía que sobresalía del agua, luego fui rescatado por un vaporcito’.
Por su parte, Gabina Correa, a quien su pollera la mantuviera a flote, declaraba que ‘Subí al tranvía de Gerli, ubicándome en el penúltimo asiento del lado izquierdo dando al pasillo. No vi. ni oí nada anormal. Al sentir los gritos de los pasajeros y darme cuenta que caímos al Riachuelo, me desmayo. Cuando recupero el sentido, estaba a bordo de un vaporcito y me contaron que fui encontrada en el agua, el vestido me mantuvo a flote’.
Muchas historias se tejieron en torno a quienes de una u otra manera ese día no pudieron viajar en el tranvía accidentado, salvando así su vida en forma milagrosa, lo cierto es que hubo un solo caso, el del señor Juan Bautista Álvarez, pasajero del trágico coche 75. Al presentarse a declarar como testigo dijo que ‘Al llegar a Giribone y Bosch, justo frente a la estación Avellaneda, al ver que llegaría temprano a mi empleo, bajo para tomar el próximo servicio, el que llegó a los pocos minutos. A poco subir al coche, relataba por ese entonces el sumariante, éste se detuvo a muy poca distancia del puente y pude ver que los pasajeros bajaron corriendo hacia el mismo, yo hice lo propio para ver lo que estaba ocurriendo. Al llegar, pude ver que estaba elevado y las luces de peligro encendidas, como así también un burbujeo en el agua y varias personas que trataban de nadar hacia la orilla’.
JUAN VESCIO Y UN TRAGICO DESTINO
Inmigrante italiano, Vescio como muchos otros, llegó al país desde su provincia de Catanzaro, tierra en la que había nacido el 17 de Noviembre de 1898 y que abandono en busca de paz y trabajo. Así es como ya en nuestro suelo, ingresa a trabajar en la fábrica Papini, la que posteriormente abandona en busca de mejores condiciones económicas. A poco más de un año de radicado en la Argentina, ya con su casita propia envía por su familia con la que se reúne a fines de Febrero de 1930. En mayo de ese mismo año, ingresa a la compañía Tranway Eléctricos del Sur, donde luego de los exámenes psicofísicos correspondientes y haber cumplido los rigurosos cuarenta y cinco días de práctica de conducción en los coches de la empresa, finalmente, el 8 de Julio de ese mismo año fue oficialmente habilitado como motorman Categoría ‘C’.
Reunido con su familia y un futuro casi asegurado, imprevistamente a los treinta y dos años de edad Vescio fallece en forma trágica, y en su puesto de trabajo, junto con todo el pasaje que transportaba ese 12 de Julio de 1930. La opinión pública pronto responsabilizó al motorman de lo sucedido. Lo acusó de sufrir alguna enfermedad mental como secuela de la primera guerra mundial y también de conducir alcoholizado. Las falsas imputaciones fueron totalmente desvirtuadas más tarde por la justicia, así lo prueba el sobreseimiento de la causa presentada el 25 de Octubre de ese mismo año por el fiscal Dr. Gondra. .
En el fallo uno de sus párrafos dice que ‘el accidente fue causado por la palanca de aceleración y freno hecho que se comprobó durante el peritaje realizado, atribuyéndose el anómalo funcionamiento al desgate propio de esa pieza móvil’. Días más tarde, el Juez Miguel L. Jantus acepto el pedido del fiscal sobreseyendo la causa en forma provisional. Para la esposa de Vescio que hacía muy poco tiempo se encontraba en el país, comenzaría desde se momento un largo calvario que se prolongaría por espacio de varios años soportando incluso amenazas de todo tipo.
DE VUELTA AL SERVICIO
El trágico coche 75, literalmente sepultura de 56 seres humanos, en su mayoría habitantes de Lanús, luego que fuera devuelto por el juez interviniente en la causa, por orden expresa del presidente de la empresa tranviaria, Juan Bautista Mignaquy fue retirado de servicio y guardado hasta que se acallaron los ecos del luctuoso suceso. Posteriormente, a fines de ese mismo año al incorporar esta empresa doce coches más provenientes de las compañías Bs. As. y Quilmes, ese coche accidentado volvió a circular con el número de interno 78. aunque más tarde, en 1938, la empresa se disuelve y nace la C.T.C.B.A. (Corporación de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires), que se hace cargo de las vías y material rodante de esa empresa. Es así que entonces el tranvía 75 de la línea 105 que trágicamente había caído al Riachuelo, otra vez volvió a circular por las calles de Buenos Aires, esta vez con el número 600. Quizás y sin saberlo, más de uno de nuestros abuelos pudo haber viajado en él, dado que estuvo en servicio hasta 1962, año en que fueron retiradas de servicio todas las redes de tranvías de la Ciudad de Bs. As.

Comentarios

Seguidores