En verdad me apena mucho que siempre se castigue a los buenos. Dicho de esta manera, la frase puede aplicarse en lo que mejor le parezca, sin embargo la intención es otra y tiene que ver con las dos suspensiones del llamado ¨ Clásico ¨entre River y Boca. Siempre es así. Al más débil se lo disciplina fácilmente, porque al revoltoso es un poco difícil hacerlo. Es más trabajoso porque se resiste a cualquier norma. En cambio el primero es sumiso y, aunque sean mil, obedecen. Los otros, en una cantidad no mayor al diez por ciento de los primeros recurrirán a cualquier medio para resistirse, incluso, a la violencia. Y en verdad, en las últimas horas ha pasado.
En efecto, el sábado, un poco más de un centenar de violentos escondidos detrás de un determinado color de camiseta de fútbol, le arruino la jornada a miles de personas que solo pretendía ver un partido de fútbol, pero que esos violentos trataron de convertirlo en una guerra. Aunque lo intuyo, creo que detrás de esa agresión para que se suspenda el encuentro había algo más, pero de eso se encargara la justicia de averiguarlo. El partido finalmente se suspendió el sábado y se volvió a suspender ayer, perjudicando así a tantos y tantos hinchas que, como corresponde iban entrada correspondiente en mano, y tranquilos a ver el ¨clásico ¨ para ver ganar al equipo de su preferencia. No pudo ser. El fin de semana paso sin que se jugara el partido definitorio de la Libertadores y aun no se sabe cuándo se jugara.
En resumen, esos laburantes que juntaron peso sobre peso para poder conseguir una entrada. No pudieron gozar de la esperada jornada de fiesta. Ellos son los perjudicados porque fue más fácil dejar a esa gente sin afuera, sin posibilidad de ver el esperado partido que aún no se sabe cuan do se jugará , que meter presos a los violentos que continúan gozando de libertad y a la espera de un nuevo momento para volver a atacar.
Sciosciagerardo@gmai.com
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