EL DIA QUE SE PARALIZO LANUS

En los diez años de historia de Lanús que le tocó acompañar a nuestro medio, solo en dos oportunidades fuimos testigos de como se paralizó el país -la otra fue el fallecimiento del ex presidente Nestor Kirchner-. Pero en este caso creo que ha sido mayor. Fue un disparo certero al corazón del Partido de Lanús. Porque el conurbano sur fue protagonista de las exequias más grandes de la historia. Un cortejo que transitara por la Avenida Hipólito Yrigoyen, entre los partidos de Avellaneda, hasta el cementerio de Ministro Rivadavia, del partido de Almirante Brown. Todos fuimos testigos, y a la vez protagonistas, del último adios al "Gitano", a Sandro de América.

Sin lugar a dudas, tanto Lanús como Lomas de Zamora se disputaron el protagonismo de la historia. Lomas, por la gran casona de Banfield donde el gitano había elegido como su lugar en el mundo. Donde las "nenas" festejaban su onomástico cada año. Pero Lanús lo había visto nacer. Allá, en Valentín Alsina. Pronto Lomas iba a inaugurar una plaza con su nombre. Por otro lado, Lanús inauguró un paseo en su honor en Valentín Alsina.
Fueron muchas las cosas que se especularon desde el momento de su fallecimiento hasta el paso del cortejo por Lanús. Se creía desde algunas esferas locales que el cortejo se podría desviar y pasar por la semipeatonal 9 de Julio, para posibilitar el último adios al ciudadano ilustre (recordemos que dicho título le fuera otorgado mediante decreto del ex intendente Quindimil, aunque jamás se supo que el gitano lo viniera a recibir. En aquel entonces, Sandro solo se debía a su público y no mezclaba su arte con la política, razón por la cual posiblemente no asistió al homenaje que le rindió el también extinto intendente).
Fue por ello, que tanto Lanús como Lomas le rindieron los honores en la misma Hipólito Yrigoyen, en la puerta de sus respectivos municipios, al paso de la caravana. En el caso de Lanús, repartiendo a quienes asistían rosas rosas -en honor a su canción-, para que pudieran ser arrojadas a su paso. En total más de un millón de personas presenciaron ese acontecimiento en todo nuestro sur. Miles se agolparon, sin poder pasar, en la puerta del cementerio. Y todos fuimos testigos del final de una vida sinigual, y el comienzo de la gran leyenda.

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