Mons. Frassia celebró una misa junto a las reliquias de Don Orione

Mons. Frassia celebró una misa junto a las reliquias de Don Orione
Martes 28 Jun 2016 | 07:46 am
Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, presidió una misa en la parroquia Cristo Rey, durante la visita que realizaron las reliquias de san Luis Orione a la diócesis, del 21 al 26 de junio. El prelado habló de la “caridad infatigable” de Don Orione y le pidió “fuerzas para tener mucha confianza en el amor misericordioso de Dios”.

 Las reliquias de san Luis Orione visitaron la diócesis de Avellaneda-Lanús del 21 al 26 de junio. El obispo diocesano, monseñor Rubén Oscar Frassia, presidió una misa en la parroquia Cristo Rey (Paso de la Patria 1842, Villa Castellino), en la que resaltó el “testimonio vivo de San Luis Orione”, quien “demostró que entendió lo que es el amor de Dios en el amor hacia los más pequeños, los más desamparados, los más solos de la sociedad”. “Este ejemplo nos dice algunas cosas que tenemos que aplicarlas a nuestra vida”, señaló.
 Luego, recordó la importancia de hacer el bien porque “acá en la Tierra se amasa lo que vamos a vivir allá en el cielo”, y destacó el valor del amor, no como “una cosa abstracta”, sino como “lo más concreto que hay”.
 “Dios nos ama con un amor para siempre, un amor eterno”, afirmó y explicó que “no sólo nos dio la vida, sino también quiso y envió a su Hijo”, quien “da dignidad a nuestra naturaleza humana. No importan las apariencias, no importa las cosas que uno tenga o no tenga, no importa si uno es alto o bajo, si es flaco o gordo, ¡no importa nada! Lo que sí, es que cada persona tiene dignidad y vale ante sus ojos”, aseguró.
 Asimismo, el prelado advirtió que, como dice el Evangelio, “si queremos ser buenas personas, si queremos ser de Cristo, tenemos que amar a Dios y también saber dar la vida por los demás… Sacrificio que quizá algunos no lo entiendan, o que para otros podrá ser una pérdida de tiempo. Hoy, el mundo tiene otro lenguaje pero, sin embargo, es un sacrificio de amor estupendo, extraordinario. Envejecer, cansarse, sufrir, llorar, animar y sostener a otros tiene un valor incalculable”.
 “Así lo entendió Don Orione y, lo entendió tanto, que hablaba de la caridad infatigable, la caridad de la que no hay que cansarse jamás, porque en la caridad Dios siempre da la fuerza para que uno siga dando”, recordó y agregó: “El amor de Dios no se cansa nunca de nosotros; aunque nos portemos mal, aunque hagamos lío, aunque nos peleemos, lo importante es llevarse bien de nuevo”.
 También, admitió que “a veces discutimos, nos enojamos, no comprendemos al otro”, pero aseguró que “Dios tiene un amor que no se cansa jamás y nos pide que hagamos lo mismo”.
 “Si alguien dice ‘¡ay, yo no tengo fuerzas!, ¡yo no sé!, ¡no tengo ganas!’, sepamos que en la vida no se viven de ‘las ganas’: hay que hacer lo que hay que hacer, hay que ‘poner el pecho’, hay que rezar un Ave María ¡y adelante!, como decía Don Orione”, aseveró.
 Monseñor Frassia aseguró que “así, Dios nos va regalando las gotitas de amor, hoy simbolizadas en su sangre que pasa por el corazón y es la vida, por eso decimos que el corazón es lo más íntimo del ser humano”.
 “¿Es posible vivir bien, como hijos de Dios?, ¿es posible tratarse como hermanos?”, cuestionó y respondió: “¡Sí!, el mundo quizás no sepa esto ¿y por qué no lo saben? Porque están tristes, ¿por qué están tristes? Porque podrán tener un montón de cosas pero no llenan el corazón”, aseguró.
 Y continuó: “En cambio, quizás nosotros tengamos muy pocas cosas ¡pero el corazón está lleno!, porque está Dios, porque están ustedes, porque estamos nosotros, porque decimos que en la Iglesia nos necesitamos, todos somos importantes y tenemos que estar unidos por el Espíritu Santo”.
 Finalmente, agradeció a Dios, quien “nos ama y no nos deja solos”. Y expresó que “la Iglesia nos necesita, la Iglesia necesita a las hermanas, a los sacerdotes, también a los obispos. La Iglesia necesita a los cristianos para que cada uno haga lo que tiene que hacer en la vida. Nos necesitamos porque contamos con el amor de Dios”.
 “Hoy, le pedimos a san Luis Orione que nos dé fuerzas, para tener mucha confianza en el amor misericordioso de Dios y para que, si alguno esté con tristeza, se vaya esa tristeza y esté contento, porque Dios está con nosotros, nos ama y nos da fuerzas”, concluyó.

 Texto completo de la homilía
Visita de las reliquias de San Luis Orione 
Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, durante la visita que realizaron las reliquias de san Luis Orione (Parroquia Cristo Rey - Cottolengo Don Orione, 22 de junio de 2016) 

 Queridos hermanos: 

 Estamos reunidos para celebrar la Eucaristía y el testimonio vivo de San Luis Orione demuestra que entendió lo que es el amor de Dios en el amor hacia los más pequeños, los más desamparados, los más solos de la sociedad. Este ejemplo nos dice algunas cosas que tenemos que aplicarlas a nuestra vida. 
 Primero, para llegar al cielo hay que pasar por la tierra. Esto significa que hay que hacer el bien, siempre el bien a todos; no hacer mal a ninguno. Acá en la tierra se amasa lo que vamos a vivir allá en el cielo. 
 El amor es lo más concreto que hay, no es una cosa abstracta. Es lo más concreto, es lo primero y es lo último, es lo definitivo. El amor es para siempre. El amor que es para siempre es eterno. Y Dios nos ama con un amor para siempre, un amor eterno. 
 Ese amor, como es concreto, no sólo nos dio la vida, sino también quiso y envió a su Hijo para hacerse uno como nosotros en todo, menos en el pecado; envió su Palabra, al Verdadero Dios, el Verbo, para que se haga Verdadero Hombre. Cristo, al ser Verdadero Dios y Verdadero Hombre, da dignidad a nuestra naturaleza humana. No importan las apariencias, no importa las cosas que uno tenga o no tenga, no importa si uno es alto o bajo, si es flaco o gordo, ¡no importa nada! Lo que sí sabe que cada persona tiene dignidad y vale ante los ojos de Dios. 
 Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, sigue con esa muestra de amor. Él da la vida por nosotros, nos da el amor en la cruz, nos muestra al Padre, nos muestra lo más íntimo de Dios que es la misericordia. El Evangelio nos enseña que si queremos ser buenas personas, si queremos ser de Cristo, tenemos que amar a Dios y también saber dar la vida por los demás: el sacrificio. 
 Sacrificio que quizá algunos no lo entiendan, o que para otros podrá ser una pérdida de tiempo. Hoy el mundo tiene otro lenguaje, pero sin embargo es un sacrificio de amor estupendo, extraordinario; envejecer, cansarse, sufrir, llorar, animar y sostener a otros tiene un valor incalculable. 
 Así lo entendió Don Orione y lo entendió tanto que hablaba de la caridad infatigable, la caridad de la que no hay que cansarse jamás, porque en la caridad Dios siempre da la fuerza para que uno siga dando. El amor de Dios no se cansa nunca de nosotros; aunque nos portemos mal, aunque hagamos lío, aunque nos peleemos, lo importante es llevarse bien de nuevo. 
 A veces discutimos, nos enojamos, no comprendemos al otro; pero Dios tiene un amor que no se cansa jamás y nos pide que hagamos lo mismo. Si alguien dice “¡ay, yo no tengo fuerzas!, ¡yo no sé!, ¡no tengo ganas!”, sepamos que en la vida no se viven de “las ganas”: hay que hacer lo que hay que hacer, hay que “poner el pecho”, hay que rezar un Ave María ¡y adelante!, como decía Don Orione.
 Así Dios nos va regalando las gotitas de amor, hoy simbolizadas en su sangre que pasa por el corazón y es la vida; por eso decimos que el corazón es lo más íntimo del ser humano. Así también decimos “¡esta persona es buena porque tiene buen corazón!” o decimos “¡esta persona NO es buena porque tiene un MAL corazón!” y nosotros queremos tener un BUEN CORAZÓN; esto significa dejarnos amar por Dios y amarnos entren nosotros. 
 ¿Es posible vivir bien? ¡SI! ¿Es posible vivir como hijos de Dios? ¡SI! ¿Es posible tratarse como hermanos? ¡SI! El mundo quizás no sepa esto ¿y por qué no lo saben? Porque están tristes, ¿por qué están tristes? Porque podrán tener un montón de cosas pero no llenan el corazón. En cambio, quizás nosotros tengamos muy pocas cosas ¡pero el corazón está lleno!, porque está Dios, porque están ustedes, porque estamos nosotros, porque decimos que en la Iglesia nos necesitamos, todos somos importantes y tenemos que estar unidos por el Espíritu Santo. 
 Le damos gracias a Dios que hoy nos dice “queridos hijos, no están solos, yo les doy el amor” Así Dios nos ama y no estamos solos, pero para no estar solos tenemos que estar nosotros, porque si no estamos nosotros ¿quién va a estar? Hay que ser humilde pero hay que decir la verdad. La Iglesia nos necesita, la Iglesia necesita a las Hermanas, a los sacerdotes, también a los obispos. La Iglesia necesita a los cristianos para que cada uno haga lo que tiene que hacer en la vida. Nos necesitamos porque contamos con el amor de Dios. 
 Hoy le pedimos a San Luis Orione que nos dé fuerzas, para tener mucha confianza en el amor misericordioso de Dios y para que, si alguno esté con tristeza, se vaya esa tristeza y esté contento, con alegría porque Dios está con nosotros, porque Dios nos ama y nos da fuerzas. 
 Así sea. 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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