LO PIENSO Y LO ESCRIBO

LO PIENSO Y LO ESCRIBO 
 En los tiempos que corren, he dejado de creer en los discursos de los políticos y más aún, cuando están en campaña. Si, me he vuelto incrédulo ante tantas mentiras y promesas incumplidas. Los que nunca gobernaron y aspiran hacerlo, prometen el oro y el moro, mientras que, los que buscan la reelección o un cargo mayor dicen que harán lo que no hicieron durante el mandato. 

 Aseguran que trabajaran para nosotros, para nuestro bienestar y nos piden el apoyo. Sin embargo, una vez que llegaron al cargo reclamado cambian su vida.
Aunque hay algunas excepciones, pronto renuevan su casa, auto e incluso, algunos de mujer. Esos elegidos dejan de viajar en ¨ Bondi ¨ y rodearse con los ¨ laburantes ¨. Pasan horas en confortables oficinas con secretarias incluidas y se trasladan en flamantes automóviles, algunos acompañados por su chofer. Les cambió la vida el nuevo estatus de ¨ funcionario público ¨.
 Es a partir de allí que se terminó el mano a mano con ciudadano de a pie. Ahora dirige desde sus cómodos sillones, olvidándose de las caminatas por los barrios para escuchar los reclamos vecinales. Por entonces el candidato iba en busca de solucionar los problemas del vecindario, pero también del voto, pero ahora se le debe pedir audiencia para exponer sus quejas por la falta de respuesta a los reclamos recogidos durante su campaña preelectoral.
 A varios de los que han llegado al poder se los acusa de actos de corrupción, sin embargo continúan en sus cargos cono si nada ocurriese. En realidad, sobre estos personajes nadie pide que se suiciden, como el caso del estadounidense y republicano Budd Dwyer. Este político, acusado de actos de soborno y que afrontaba la posibilidad de ir a prisión, en 1987 se suicida con un tiro en la boca, mientras daba una conferencia de prensa en la que insistía con su inocencia. Por supuesto que nadie pide que los acusados por irregularidades en el manejo de los fondos públicos sigan el ejemplo, pero si que den un paso al costado, renunciando sus en a sus fueros y permitiendo que la justicia actué sin presiones.
 En ese contexto, es muy difícil creer en las promesas de los políticos. Sin embargo no todo está perdido. El descrédito logrado por ese accionar puede revertirse sin demasiados esfuerzos. Para ello, nunca deben olvidar que alguna vez anduvieron con sus zapatos rotos y llegaron al sitio que ocupan por el voto de sus seguidores. Entonces, se deben a ellos y el resto del pueblo, por lo que sus acciones siempre serán en beneficio de los mandantes y no los propios. El cambio llevará un tiempo, sin embargo cuando se los vea seguir viajando en trasportes públicos mezclado con los traspirados laburantes, esto será un indicio claro que podremos volver a creer en la clase política, hoy lamentablemente bastante desacreditada.

 sciosciagerardo@gmail.com

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