Mons. Frassia alienta a servir a Dios con el corazón y con la vida

Mons. Frassia alienta a servir a Dios con el corazón y con la vida 
Miercoles 8 Jul 2015 | 09:30 am
 Mons. Rubén Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús. 

Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, comentó el Evangelio dominical e invitó a preguntarse, al igual que Jesús en Nazaret, por qué falta fe en algunas circunstancias y momentos de la vida, especialmente entre aquellos que están cerca de “las cosas religiosas, de las cosas de la Iglesia”. El obispo previno de “hacer una religión o un Dios a nuestra manera de ser, de pensar o de obrar”, y exhortó a pedir al Señor la fe necesaria para creer en Jesús como Hijo de Dios. 
  El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, comentó el Evangelio dominical a través de algunas radios del conurbano bonaerense y la capital federal. El prelado invitó a preguntarse, al igual que Jesús en Nazaret, por qué falta fe en algunas circunstancias y momentos de la vida.
 El obispo observó que mucha gente está cerca de “las cosas religiosas, de las cosas de la Iglesia”, pero no siempre cree o privilegia la primacía de Dios en su vida. “En esto es importante desmenuzar nuestra relación con las cosas del Evangelio, con las cosas del Señor”, consideró.
 “En el texto de hoy, vemos a los connacionales de Jesús que creían conocerlo, porque se supone que estaban al tanto de su procedencia; sin embargo, lo conocían, pero no lo conocían, porque no reconocían en Jesús al Mesías, al hijo de Dios”, manifestó el prelado.
 “Hoy en día también pasa eso mismo”, sentenció monseñor Frassia. “Muchas veces –añadió en su reflexión- creemos que es suficiente cuando alguna vez vamos a misa, o recibimos alguna bendición, o vamos a una peregrinación, y en eso nos quedamos. De alguna forma mostramos nuestra ignorancia y nuestra falta de amor, porque no priorizamos”.
 El obispo previno de “hacer una religión o un Dios a nuestra manera de ser, de pensar o de obrar”, y evitar que todo se reduzca y se mezcle. “A Dios no se lo puede tratar como si fuera una cosa distinta de nosotros. Cuando el hombre rechaza a Dios pierde la luz, pierde el equilibrio y todo sale mal”, sostuvo el obispo.
 “Si rechazamos a Dios, tocándolo negativamente, también tocamos al hombre, que es lo más preciado de Dios. Cuando perdemos el equilibrio, inmediatamente repercute de forma negativa en el trato para con los demás. Por eso digo que Dios es nuestra luz, nuestro equilibrio, nuestro centro, nuestra roca”, comentó.
 El obispo concluyó su reflexión exhortando a pedir al Señor que dé la fe necesaria para creer en Jesús como Hijo de Dios y de la Virgen, como el Mesías, el enviado, el Salvador. “No creamos conocerlo porque ‘hacemos unas cosas externas’; a Dios hay que servirlo con el corazón y con la vida. No basta decir ‘Señor, Señor’, sino hacer la voluntad de Dios, nuestro Padre”, concluyó.+

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