LA LUDOPATIA UNA ENFERMEDAD QUE DESTRUYE FAMILIAS Y VIDAS


LA LUDOPATIA UNA ENFERMEDAD QUE DESTRUYE FAMILIAS Y VIDAS 
 Los detractores del juego de azar sentenciaron que ¨ se juega por necesidad y se pierde por obligación ¨ y no están errados en el concepto, ya que no son pocos los que probaron fortuna en alguna casa de juego y terminaron con los bolsillos vacíos. Hace algunos años, y a modo de ejemplo de lo que sucedía con empecinados jugadores, cierta historieta mostraba a uno de ellos que salía de un casino cubriendo su cuerpo con un barril. Claro, se trataba de una escena de la década del 50 y el casino era la denominada ¨ Casa de Piedra ¨ de Mar del Plata, distante de Buenos Aires unos 400 kilómetros. Por entonces, apostar en sus mesas no era para todos. Lo hacían algunos veraneantes, en cambio otros, realizaban viajes relámpagos para ¨ probar suerte ¨. 

 Pero las cosas desde entonces han cambiado notoriamente. Hoy las casas de juego se encuentran diseminadas por doquier, es decir se las puso a tiro de todo aquel que quiera probar ganarle a la banca, olvidando el dicho popular que ¨ de enero a enero la plata es del banquero ¨ y rara vez la suerte acompaña al jugador. Lotería, Prode, Quiniela, burros en La Plata, Palermo o San Isidro donde se ven correr a los ¨ chuchos ¨ en vivo, o bien seguir esas alternativas en tiempo real por una pantalla de TV y en locales adecuados para ello. Como se ve, la oferta es variada y tentadora para el ludópata.
 Un párrafo aparte merece los denominados Bingos. Allí, sus salas tienen desde maquinas tragamonedas a mesas de póquer, ruletas y todo lo imaginable para satisfacer al jugador, e igual que una gigantesca telaraña, lo atrapa y sujeta. En esos lugares no existen ventanas que den al exterior y tampoco relojes que permitan medir el tiempo de estadía. El propósito de todo ello es que el visitante permanezca horas y horas apostando sin pensar en otra cosa. Así esos lugares se convierten en un imán para el jugador, que también allí puede satisfacer sus apetencias gastronómicas.
 Con tanta oferta, son muchos lo que tientan fortuna, por lo que detrás de cada uno de esos jugadores se esconde una historia muchas veces amarga. Son historias que se encuentran en los Centros de recuperación de jugadores compulsivos, donde recaen finalmente los ludopatas, buscando curar su adicción al juego de azar. ¨ Hoy en día se puede jugar en cualquier esquina ¨ se lamentaba hace un tiempo un adicto en recuperación y cuyo nombre ocultaremos. Sin embargo los padecimientos de esa victima del juego es un ejemplo de lo que les pasa a otros muchos. El protagonista de esta historia -que curaba de su adicción en un Centro de Jugadores Compulsivos de Lanús confesaba oportunamente que ¨ el juego no me tentaba, aunque cada tanto me hacia una escapada a Mar del Plata para jugar en el Casino ¨.
 Sin embargo, una vez casado comenzó a jugar con mayor frecuencia, aunque dijo que ¨ lo hacia como un entretenimiento ¨ ya que por entonces tenía un buen trabajo y el dinero para sostener su hogar no le faltaba según contó. Sin embargo, al tiempo cayo en las redes del juego azar convirtiéndolo en un adicto, por lo que a partir de allí comenzaron sus problemas familiares. Sobre ese punto confiesa que ¨ en pocos meses me había convertido en un esclavo del juego. Y un día le pasó lo que todo burrero sueña: ganar el pozo de una carrera de caballos. Entonces llegó a su casa con los bolsillos llenos y llorando le dijo a su esposa que con eso iba a solucionar todo los problemas que tenían. Sin embargo, su mujer pensaba muy distinto y no dudo en pronosticarle que ¨ ahora perderás el doble ¨. Así fue.
 Si bien con ese dinero pudo pagar sus deudas, comprar una camioneta y realizar varias reformas de su vivienda, la felicidad fue efímera. En efecto, el juego había dominado su vida y a el volvía. La mentira se había vuelto algo común como también las falsas promesas de no jugar más. Pero el juego lo mantenía atrapado. Entonces con mayor frecuencia buscaba conseguir algún dinero para seguir apostando. Cada vez que ganaba, continuaba jugando hasta perderlo todo porque ¨ ya no me interesaba ganar o perder, solamente me gustaba jugar ¨ recordaba en momentos que ya se encontraba en recuperación. De ese tiempo dominado por su compulsión al juego manifestó que ¨ un día, como otros tantos volvía a mi casa con los bolsillos vacíos ¨ despertando el enojo de su esposa ya dispuesta a poner punto final a esa situación. ¨ Si vas a seguir jugando no vuelvas nunca más ¨ fue la frase vertida con firmeza. Ese fue el último día de jugador ya que advirtió que su matrimonio estaba en peligro, por lo que debía cambiar. Sin embargo pudo recomponerlo recompuso tras asumir el firme compromiso de curarse de esa adicción.
 En esté caso el amor pudo más. De la mano de su pareja llego al Grupo de Jugadores Compulsivos. Allí le dijeron que lo iban a entender porque ellos también pasaron por esa situación. ¨ yo sabia que estaba derrotado económicamente y moralmente ¨ recordó el protagonista de esta historia similar a la cientos de otros jugadores, por lo que se dejó aconsejar. Uno de las primeras medidas fue que su esposa debía acompañarlo al menos por un año, y que no debía tener dinero en los bolsillos para no tentarse. Después de tres años de tratamiento enfatizaba que ¨ cambie la tristeza por la alegría. Ahora tengo más tiempo para el trabajo, mi familia, recuperé la credibilidad y puedo mirar a mi esposa a los ojos ¨ ya que desde entonces no volvió a realizar apuestas en ninguno de los juegos de azar. 

sciosciagerardo@mail.com

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