SOY UNA DE LAS VICTIMAS DE LA INSEGURIDAD


SOY UNA DE LAS VICTIMAS DE LA INSEGURIDAD 
 Hoy, yo no decidí ser asaltado, alguien lo decidió por mí. Tampoco tuve nada que ver en que acabaran con mi vida de manera violenta. Mis pasos por este mundo eran las de un hombre como cualquiera, con sueños y ganas de vivir. Sin embargo, un par de delincuentes resolvieron que yo fuese su victima y ellos mis verdugos, por eso ya no puedo gozar de las cosas sencillas de las que disfrutan los mortales, en su paso breve por esta tierra. 

 Mi muerte, no fue por cuestiones biológicas como les cabe al resto de los humanos, ya que manos asesinas me arrancaron del seno de mi familia generando dolor y desconsuelo entre ellos. Quienes lo hicieron, gozan de las pertenencias que me quitaron, y aunque las mismas estén manchadas de sangre, de mi sangre, no le importó. De modo violento entre a la eternidad y ese camino he de recorrer, sin clamar venganza, pero si, justicia.
 Ahora, desde mi nuevo sitio, donde llegue antes de mi tiempo puedo contemplar porque me pasó lo que me paso. Cuando se cruzaron en mi vida, caminaba distraídamente sin tomar recaudos, porque la cuestión de la inseguridad era apenas una ¨sensación¨. Así lo creí. En ese momento y para mí, había dejado ser una sensación, pagando con mi vida el haber sido tan crédulo. Mi mujer y mis hijos quedaron sin sustento económico y con miedo, un miedo que solamente lo pudieron erradicar a medias, luego de varias sesiones de terapia. De todos modos, cuando caminan por calles solitarias vuelve a sus mentes lo ocurrido con su padre.
 El ataque sufrido por esos inadaptados, quedó casualmente registrado por una cámara de video, de esas que abundan actualmente, pero que rara vez sirve para prevenir la comisión de un delito. Pero estaba allí y registro lo ocurrido. Se revisaron las imágenes y tuve ocasión de ver a mi victimario casi en primer plano, gracias a la tecnología empleada, que permitió el acercamiento de las figuras.
También vi mi rostro desencajado, al advertir cual sería mi final. Se sucedieron los días y las denuncias. A mi familia la he visto deambular en busca de justicia y a mis oídos llegaron repetidas veces la frase ¨ se los busca intensamente ¨. Sin embargo esa búsqueda ¨ intensa ¨ yo advertía desde mi sitio que no era tan así, porque la detención del primero demoró cerca de una año y fue detenido en cercanías de su propia vivienda, mientras que su cómplice cayó meses después.
Tan rápido como el proyectil que se incrustó en mi cuerpo, ambos tenían a su lado la defensa de sendos abogados. A mi no me dieron ninguna oportunidad para defenderme, es la justicia del hombre y la acepto.
 Por ahora solo puedo ver a mi familia destruida y llorando frente a mi lápida y una tumba humilde como fuera mi vida. Ellos pasan hambre y la vivienda que habitan acumula deudas de todo tipo, mientras que el pago de los servicios esenciales lo hacen de un modo salteado buscando de evitar la suspensión de los mismos. Para colmo, sé que no pueden conseguir créditos bancarios porque no reúnen los requisitos mínimos para obtenerlos. Cuando decidí formar una familia, lo hice convencido de darles lo mejor. Yo no decidí que ellos llegaran a esta situación, fueron otros los que lo hicieron por mí.
 Del horroroso suceso pasaron varios años. La pena de mi mujer fue tan grande que decidió buscarme y estamos otra vez juntos y lo estaremos eternamente.
Nuestros hijos formaron nuevas familias, y a diario recuerdan como troncharon mi vida cuando apenas eran pequeños y ahora lloran también por su madre, la que desee esa trágica jornada comenzó una larga agonía. Mis agresores fueron beneficiados con salidas transitorias luego de cumplir parte de sus condenas, pero uno de ellos volvió a la cárcel. Ahora, detrás de las rejas nuevamente, ese delincuente se entusiasma con la posibilidad de ser beneficiado con un sueldo que supera ampliamente el salario y jubilación de miles de otras personas que, con esfuerzo diariamente hacen grande al país. Al parecer también podrán agremiarse y gozar de aguinaldos y vacaciones. Ellos, que eligieron el camino equivocado tendrán las ventajas que yo no tuve ni tendré. Desde aquí y en compañía de mi mujer, observo todo eso y, aunque se que no podré hacerlo, me gustaría retornar a la tierra para gritarles a quienes impulsan semejantes medidas, que dejen de pensar en los victimarios y piensen más en las victimas de la ola delictiva que se ha ensañado con los honestos trabajadores. 

sciosciagerardo@gmail.com

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