Mons. Frassia: Hay que salvar la familia con actos supremos de amor

Mons. Frassia: Hay que salvar la familia con actos supremos de amor
 Miercoles 31 Dic 2014 | 10:02 am
Lanús (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, presidió el sábado 27 de diciembre, en la parroquia de La Santa Faz, de Lanús Oeste, una misa en la que varias parejas renovaron sus promesas matrimoniales, en vísperas de la fiesta de la Sagrada Familia. Sostuvo que, de querer salvar la familia, es necesario “vivir la fe” y “poner en presente el acto supremo del amor”.

 El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, presidió el sábado 27 de diciembre, en la parroquia de La Santa Faz, de Lanús Oeste, una misa en la que varias parejas renovaron sus promesas matrimoniales, en vísperas de la fiesta de la Sagrada Familia.
 En su predicación a la comunidad, monseñor Frassia comentó el evangelio de la presentación del Niño en el templo de Jerusalén y la profecía del anciano Simeón, que dice a la Virgen y a san José que Jesús sería el Mesías que traería la salvación, pero también un signo de contradicción, por el que a María una espada le atravesaría el alma.
 El obispo explicó que en toda familia cristiana hay luces y sombras, con momentos extraordinarios y otros momentos de crisis o incertidumbre, pero destacó que lo importante es “mirar las cosas como las mira Jesús, con amor”.
 Monseñor Frassia aseguró que el amor “supera todas las dificultades de la pareja, las broncas que puedan tener, los resentimientos, los rencores y las cosas que pudieron haber pasado en la vida”, y sostuvo que, de querer salvar la familia, es necesario “vivir la fe” y “poner en presente el acto supremo del amor”.
 “Un amor que perdona, que olvida, que disculpa, que sana, que levanta, que reincorpora; un amor que es capaz de seguir sufriendo en silencio por amor”, definió el obispo, para quien la familia es un don, pero también “se construye, se hace con gestos y no sólo con palabras”.
 “Hoy pedimos a la Sagrada Familia que nos ayude a darnos cuenta de que vivir en familia es lo mejor que nos puede pasar y que es un regalo. Que la Sagrada Familia nos ayude a cuidar nuestras familias, con todos los valores que tiene: amor, respeto, compartir juntos, luchar juntos y buscar siempre el bien de los demás”, concluyó el obispo, que también llamó dar un buen ejemplo a los más pequeños.+

 Texto completo de la homilía
Renovación promesas matrimoniales 
Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en la misa de renovación de promesa matrimoniales (Parroquia Santa Faz, 27 de diciembre de 2014) 

 Queridos hermanos: 

 Tenemos que reflexionar lo que significa para nosotros la decisión y la elección que Dios tiene para Israel y la decisión que tiene para con su pueblo, La Iglesia, de la que todos formamos parte. Es una elección de Dios, una gracia y también un misterio: ¿por qué nacemos acá?, ¿por qué somos católicos?, ¿por qué no somos judíos o musulmanes?, ¿por qué no nacimos en otra patria? Esto no es una casualidad sino un regalo de Dios, un amor de predilección: Dios nos prefirió, nos eligió. 
 Vivir ya es una gracia, tener una familia es un regalo. Saber que pertenecemos al Pueblo Santo de Dios también es un regalo y una gracia. Dios quiere estar en y con nosotros, en su presencia y su definición, Cristo, la Palabra que se hizo carne, que se hizo presente en Belén, el Niño que nos fue dado para nuestra salvación. En ese Niño está preparada la misión, ¿para qué vino?, ¿por qué está viviendo entre nosotros?, ¿qué viene a darnos, a traernos?, ¿qué nos pide?, ¿de qué manera tenemos que recibirlo? 
 En Navidad, el pesebre personal de cada uno de nosotros, tuvo que haberle dado el mejor lugar para que nazca Jesús. En ese lugar Él quiere estar: en nuestra vida, en nuestro corazón, en nuestros sentimientos, en nuestras actitudes y comportamientos. Entre los dones que Dios nos trae está la verdad. Nunca nos prometió que por ser católicos, por ser cristianos, no íbamos a tener sufrimientos, o que se nos iban a quitar los dolores, los achaques, las tribulaciones, nunca. 
 El Evangelio nos dice que la Virgen y San José estaban admirados de las palabras de Simeón cuando dice a María “este Niño será bendición y definición para muchos y muchos lo seguirán; y otros renegarán de él, pero este Niño será la salvación; pero a ti mujer, una espada atravesará tu alma” 
 Si eso lo transportamos a nuestras familias cristianas, veremos que estas tienen luces y sombras. Tienen momentos extraordinarios, estupendos, y también hay momentos de crisis, de incertidumbre, de perplejidad, de dificultad; y cada uno sabe el camino recorrido hasta ahora. Pero tenemos que aprender a mirar las cosas como las mira Jesús, con amor. 
 El amor supera todas las dificultades de la pareja, las broncas que puedan tener, los resentimientos, los rencores, las cosas que pudieron haber pasado en la vida y que cada uno conoce muy bien. “Mi futura suegra me trató mal; mi cuñada me hizo la cruz”, y así cada uno puede narrar situaciones difíciles. Pero ¿cuál es la enseñanza? La Sagrada Familia vivió todas las virtudes confiando en Dios y puso -como centro de su vida- la voluntad de Dios. 
 Si queremos salvar nuestra familia, aún con todos los dolores y sufrimientos vividos, vamos a sanarla en la medida que vivamos en la fe y que pongamos en presente el acto supremo del amor. Un amor que perdona, que olvida, que disculpa, que sana, que levanta, que reincorpora; un amor que es capaz de seguir sufriendo en silencio por amor, ¡y tantas cosas más que tienen que estar vividas en nuestras familias! 
 No hay una “familia diez” ¡no existe! Nosotros miramos de afuera y a veces superficialmente; pero tenemos que vivir desde adentro, desde allí se amasan las virtudes domésticas: el amor y la presencia de Dios, la paciencia y el perdón de Dios, la misericordia y la perseverancia que Dios nos da, el sacrificio que Dios nos invita a vivir; y así cada uno tendrá que construir y salvar su familia. 
 Como la paz. La paz es un don y también una conquista. Tenemos que poner en alto valores que vayan haciendo lo estamos pidiendo con el rezo. Así mismo la familia es un don, pero también se construye, se hace con gestos y no sólo con palabras. 
 Hoy pedimos a la Sagrada Familia que nos ayude a darnos cuenta que vivir en familia es lo mejor que nos puede pasar y que es un Regalo. Pero que es ésta y no “la otra”, ésta como somos. También hablo de familia a nivel parroquial, con éste párroco, con este seminarista, con estas personas, con esta situación, con lo que sea, ¡como somos, no como queremos ser! Y hay una familia diocesana, ésta es la diócesis a la que pertenecemos, Avellaneda Lanús, con este obispo, con estas parroquias, con estas realidades, con estas cosas que Dios nos regala. 
 Será el momento de preguntarse “¿y yo, que voy a hacer?” y no preguntarse “¿qué me van a dar?” Porque no tenemos que pedir, tenemos que ofrecer, tenemos que dar, abrir las manos para que podamos vivir como hijos de Dios y hermanos entre nosotros. 
 Que la Sagrada Familia nos ayude a cuidar nuestras familias, con todos los valores que tiene: amor, respeto, compartir juntos, luchar juntos y buscar siempre el bien de los demás. Pensemos en estos chicos, que son nuestro futuro, ¿qué les dejaremos a ellos?, ¿familias deshechas, rotas, quebradas?; ¿o les vamos a dejar buenos ejemplos? Ellos nos necesitan y también nosotros los necesitamos a ellos.
 Sagrada Familia ayúdanos, para que podamos hacer la voluntad de Dios en nuestra vida y en nuestra familia. 
 Que así sea. 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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