Mons. Frassia: con la Navidad, vivamos por entero nuestra vocación humana y cristiana

Mons. Frassia: con la Navidad, vivamos por entero nuestra vocación humana y cristiana
 Miercoles 24 Dic 2014 | 10:11 am
Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, envió un mensaje de Navidad a la feligresía, en el que exhortó a descubrir la presencia de Jesús, el Niño Dios, en la cotidianeidad, y trabajar mancomunadamente para dar “respuestas maduras” e ir en “salida” a la evangelización de los hombres.

 El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, envió un mensaje de Navidad a la feligresía, en el que exhortó a descubrir la presencia de Jesús, el Niño Dios, en la cotidianeidad.
 El obispo aseguró que nadie puede quedar indiferente ante la Encarnación del Verbo, que viene a iluminar y recuperar para el hombre el amor perdido, perdonar los pecados, dar alegría de vivir y comunicar la paz.
 Monseñor Frassia también advirtió que la historia de la salvación, manifiesta en la Navidad, no puede quedar en la superficialidad de unos festejos o en la fragilidad de palabras. “Él irrumpe y marca la historia de los hombres; Él entra, nos toca, y marca también nuestra vida. Quien queda igual, no recibió a Jesús, al Mesías, al Emanuel, al Dios con nosotros. Su paso, por nuestra vida personal, familiar, diocesana y social no pueden ignorar este original acontecimiento”, expresó.
 “Es una tremenda responsabilidad recibir el don de vivir y de ser cristiano. Es un hermoso desafío pertenecer al Pueblo de Dios. No podemos ocultar este don, ni mucho menos malograrlo, enfriarlo, o apagarlo”, manifestó el obispo, antes de advertir que se vive un cambio de época signado por una “cultura individualista y fragmentaria” que “invade por doquier” y lleva a la disminución de la calidad de vida.
 El obispo recordó la reciente realización de la tercera Asamblea del Pueblo de Dios, y llamó a trabajar mancomunadamente para dar “respuestas maduras” e ir en “salida”, con una mirada apasionada por el presente con pasión para “abrazar con esperanza el futuro”. También pidió reconocer la identidad diocesana: “Todas nuestras comunidades deben tomar el amor del Niño Dios, de nuevo, y dar razón de la esperanza, razón de su entrega y de su alegre y constante servicio”.
 “Fuera de este encuentro con el Señor, nuestra vida será pobre, debilitada, sin sentido y sin entusiasmo. No tengamos miedo: vivamos por entero nuestra vocación humana y cristiana”, invitó el obispo.
 “Que esta Nochebuena y esta Navidad, el Señor sea recibido por nosotros, personal y comunitariamente. Hemos sido encontrados por el Amor, ¿qué otra cosa podemos pedir? ¡Cómo no responder! Que María, la llena de gracia, la que escuchó y se puso a hacer la Voluntad de Dios, nos ayude a vivir en gratitud tan gran don”, concluyó el obispo.+

 Texto completo del mensaje
“No tengan miedo, el Niño Dios está en medio nuestro” 
Mensaje de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, para la Navidad 2014

 Estamos a las puertas de celebrar este gran y único acontecimiento jamás visto. El Verbo se hizo carne, en el seno de María Virgen y María nos da al Redentor. Esto que se vivió en un tiempo determinado, repercute e incide en toda la historia de la humanidad. En el antes, en el ahora, y en el para siempre. Nadie puede quedar indiferente ante ésta, su presencia. La luz viene a iluminar, nos devuelve el amor perdido, nos cura en las heridas de otros para con nosotros y de nosotros para con los demás. Nos perdona los pecados y nos da la alegría de vivir y comunicar la paz a nuestros hermanos. Surge la fuerza de la esperanza. 
 Toda esta historia de salvación no puede quedar en la superficialidad de los festejos o en la fragilidad de las palabras. El irrumpe y marca la historia de los hombres. El entra, nos toca, y marca también nuestra vida. Quien queda igual, no recibió a Jesús, al Mesías, al Emanuel, al Dios con nosotros. Su paso, por nuestra vida personal, familiar, diocesana y social no pueden ignorar este original acontecimiento. 
 Hemos recorrido un trayecto común. Nuestra Diócesis ha ido madurando a lo largo de estos años. También nos hemos ido desgastando. Espero que por el Reino y no por egoísmos, pecados y desilusiones. Es una tremenda responsabilidad recibir el don de vivir y de ser cristiano. Es un hermoso desafío pertenecer al Pueblo de Dios. No podemos ocultar este don, ni mucho menos malograrlo, enfriarlo, o apagarlo. Estamos en un cambio de época. La cultura individualista y fragmentaria nos invade por doquier. El no sostener los vínculos, el pretender ser libre sin ejercer los compromisos de responsabilidad, es una disminución de nuestra calidad de vida. 
 Hemos realizado la III Asamblea del Pueblo de Dios en octubre del corriente año. Han participado más de 500 representantes. Entre ellos, sacerdotes, diáconos permanentes, seminaristas, religiosos y religiosas y el querido pueblo fiel. Se han destacado en los distintos escenarios desafíos y acciones a cometer. Deberemos trabajar mancomunadamente esas acciones y esos compromisos para no quedar simplemente en un evento más. La Iglesia y el mundo necesita respuestas maduras, de “salida” como dice el Santo Padre Francisco, y no de retirada. Es necesario vivir la memoria y reconocer las raíces, la identidad y la pertenencia. Es necesario “mirar el presente con pasión” y “abrazar con esperanza el futuro”. Cita el Papa Francisco a Benedicto XVI, “ Examinen los horizontes de la vida y el momento presente en vigilante vela”. Dice Benedicto XVI, repito “No os unaís a los profetas de desventuras que proclaman el final o el sin sentido de la vida consagrada en la Iglesia de nuestros días, más bien revestíos de Jesucristo y portad las armas de la luz, cfr San Pablo Rom 13,11-14 – permaneciendo despiertos y vigilantes”. (Carta Apostólica del Santo Padre Francisco a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada, 21 nov. 2014). 
 La Iglesia Diocesana, tiene identidad propia. Tiene una vocación gratuita por el Amor de Dios y tiene una misión que cumplir. Todas nuestras comunidades deben tomar el amor del Niño Dios, de nuevo, y dar razón de la esperanza, razón de su entrega y de su alegre y constante servicio. 
 Fuera de este encuentro con el Señor, nuestra vida será pobre, debilitada, sin sentido y sin entusiasmo. A todos, queridos hijos, los invito a que reemprendamos el camino del Señor. Sigamos sus huellas, vivamos como discípulos misioneros y sepamos que así, de esta manera, comprometemos nuestra existencia, lo que somos, y nos jugamos en lo que hacemos. Obras son amores, como dice Santa Teresa. Por eso, “no tengamos miedo”: vivamos por entero nuestra vocación humana y cristiana. 
 Queridos fieles, sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos y religiosas, y a Uds., queridas familias, que esta Nochebuena y esta Navidad el Señor sea recibido por nosotros, personal y comunitariamente. Hemos sido encontrados por el Amor, ¿qué otra cosa podemos pedir? ¡Cómo no responder! Que María la llena de gracia, la que escuchó y se puso a hacer la Voluntad de Dios nos ayude a vivir en gratitud tan gran don. 
 Los bendigo a todos, como Padre y Pastor. 

 Mons. Rubén O. Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús 
 17 de Diciembre de 2014

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