EL SEPTIMO PECADO CAPITAL Y LOS BUITRES

EL SEPTIMO PECADO CAPITAL Y LOS BUITRES 
 Para los cristianos, la soberbia es el séptimo de los pecados capitales. Cuando se cae en ella todo cambia para ese pecador. Se cree el mejor, que lo sabe todo y todo puede resolver sin ayuda o consejo. Es por esa razón que el soberbio hace oídos sordos y no escucha otra voz que la propia y se encierra en ese mandato. Así nos va cuando elegimos de compañero a ese tipo de personas. Lo opuesto, es la humildad, virtud que nos permite escuchar y compartir ideas con nuestros semejantes. En cambio, con los soberbios todo se hace más difícil y así nos va cuando nos topamos con ellos. 

 En el pasado, cuando algún jefe de tribu debía tomar una decisión importante para la vida de su comunidad, recurría al consejo de ancianos y allí se debatía el tema. En democracia, no es necesario recurrir a ese sistema, porque existen entidades apropiadas para tratar todo lo relativo al funcionamiento del Estado. Se trata de las Cámaras legislativas. Una es la de Diputados, la otra de Senadores y allí se debaten y resulten distintos temas, que luego pasan al Ejecutivo, o viceversa. Puede que del Ejecutivo lleguen propuestas para ser debatidas y luego aprobadas o rechazadas, según los casos.
 Sin embargo, esta práctica no siempre se da, ya que algunos mandatarios prefieren ¨ cortarse solo ¨ como diríamos en el barrio y temas que pueden afectar a generaciones venideras no son previamente analizadas por los legisladores. Es así que temas como Malvinas o la deuda externa nunca debieron haber quedado en una sola mano para resolver esos conflictos. En el primer caso, la decisión fue de un gobierno militar que había previamente borrado el sistema democrático e improvisó una guerras contra el usurpador ingles de nuestras islas, así nos fue.
 En cambio en el, segundo y contrariamente a lo sucedido en el pasado reciente, la democracia se encuentra vigente, pero un tema tan delicado como la deuda externa contraída por un gobierno de facto, tampoco fue tratado por esas Cámaras para evaluar su posibilidad de pago. Al contrario, con el argumento de haber obtenido oportunamente la mayoría del voto popular, se resolvió reestructurarla, corriendo los vencimientos para que recaigan sobre los futuros gobernantes. Al no escuchar al otro, es decir, a las cámaras legislativas opinar sobre la cuestión, no es otra cosa que haber caído en el séptimo pecado.
 Es que la abultada suma que debemos a organismos internacionales, ha sido considerada ilegal, porque fue contraída por un gobierno ilegal que, como si fuera poco en ese paquete incorporó deuda privada, es decir estatizo obligaciones contraídas por personas y empresas que hoy se hacen las distraídas. Para peor, ahora tenemos deuda sobre deuda y los acreedores nos acechan, por lo debería abrirse el juego y dar participación a diputados y senadores y entonces tomar decisiones conjuntas.
Compartir el peso de esa responsabilidad no estaría mal habida cuenta de los efectos a futuro que podrí tener semejante cuestión.
 Más vale tarde que nunca. Visto el resultado de las negociaciones con los denominados ¨ fondos buitres ¨ ya poco vale quejarnos. Someternos a la Corte de Estados Unidos para dirimir las controversias que pudieran surgir, fue una decisión de quienes restauraron la deuda. De ese modo perdimos parte de nuestra soberanía, pero hoy ya estamos en ese barco. Por eso, como todo buque que navega en aguas turbulentas, para llegar a buen puerto no solo necesita de su capitán, sino también del resto de la tripulación para salir airosos y llegar a puerto seguro. En buen romance, hay que dejar la soberbia de lado y convocar a todas las instituciones de la democracia y replantear el camino a seguir en tan delicado caso, cuyas consecuencias puede afectar a las futuras generaciones.

 sciosciagerardo@gmail.com

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