Pentecostés, una ocasión para nacer de nuevo

Pentecostés, una ocasión para nacer de nuevo
 Miercoles 11 Jun 2014 | 10:34 am
Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, compartió una reflexión por radios del conurbano bonaerense y la capital federal sobre la fiesta de Pentecostés. El prelado animó a no tener miedo y confiarse a la acción de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad para salir a testimoniar el evangelio con ánimo renovado.

 Monseñor Frassia reflexionó sobre el sentido de esta fiesta, con la que la Iglesia definitivamente sale al encuentro de los hombres. Explicó que la Iglesia, prefigurada en el Antiguo Testamento, “sale a la luz” en Pentecostés, de modo tal que se manifiesta la promesa de Jesús de estar siempre con los hombres hasta el final de los tiempos.
 El obispo explicó que el Espíritu Santo viene a dotar de fortaleza a los cristianos para salir a proclamar la verdad. Pero indicó que es necesario superar la soledad, el individualismo y el miedo: “El miedo a amar, a entregarnos, a dar la vida por los demás, a sufrir, a no ser respetados ni valorados, a no ser entendidos, a ser rechazados... pero es importante que el apóstol, el discípulo, el misionero, esté convencido de que la fuerza interior en cada uno de nosotros es la fuerza del Espíritu Santo, por eso está la paz y por eso no debemos tener miedo”.
 El prelado invitó a los fieles a pedir a Dios que en este Pentecostés confirme en la fe a su Iglesia y revitalice a los cristianos. “Pidamos que nos dé fuerzas, nos ilumine para tener una vida brillante y no opaca, lúcida y no distorsionada, íntegra y no desperdiciada; una vida unitiva en lo humano, en lo cristiano y no vivir dicotómicamente, esquizofrénicamente”, expresó.
 “Es el poder de Dios que nos da la posibilidad, en Pentecostés, de nacer de nuevo para vivir de un modo nuevo y cumplir la misión de un modo nuevo, nuevo en su ardor, en sus métodos, en su intensidad, en su entusiasmo y sobre todo lleno de esperanza”, concluyó.+

 Texto completo de la alocución
Con la fuerza del Espíritu Santo para no tener miedo 
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (Solemnidad de Pentecostés, 8 de junio de 2014) 

"Al atardecer del primer día de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". (San Juan 20, 19-23) 

 Queridos hermanos: vemos que todo tiene un proceso, tiene tiempos. Y la Iglesia tiene el suyo ya que está prefigurada en el Antiguo Testamento y llamada en el antiguo Israel. En los últimos tiempos se nos habla de la Iglesia que comienza en la encarnación del Verbo –en el seno virginal de María– consumada en la cruz cuando Cristo es crucificado y resucitado, luego la Iglesia sale a la luz definitivamente en Pentecostés cuando Cristo, glorificado, asciende al Padre –habiendo sido enviado por el Padre– y Cristo con el Padre nos envía el Espíritu Santo, la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Es el amor de Dios que viene a cumplir con la promesa: “Yo estaré siempre con ustedes hasta el final de los tiempos y les recordaré todo lo que Cristo ha dicho” 
 Así como podemos decir que Dios es uno y trino, decimos que lo propio del Padre es crear, lo propio del Hijo es redimir y lo propio del Espíritu Santo es santificar. Por eso el Espíritu de Dios está presente en la Iglesia, en todo bautizado, en todo cristiano; nos da la paz y nos envía: “yo les doy la paz y como el Padre me envió yo también los envío a ustedes; vayan, anuncien con gozo el Evangelio, anuncien con alegría que el Reino ya está en medio de nosotros” 
 Para poder cumplir con esta misión, debemos superar la soledad, el individualismo y el miedo; miedo a amar, a entregarnos, a dar la vida por los demás, a sufrir, a no ser respetados ni valorados, a no ser entendidos, a ser rechazados. Pero es importante que el apóstol, el discípulo, el misionero, esté convencido de que la fuerza interior en cada uno de nosotros es la fuerza del Espíritu Santo, por eso está la paz y por eso no debemos tener miedo. 
 En este Pentecostés, pidamos al Señor que nos confirme, nos revitalice, nos dé fuerzas, nos ilumine para tener una vida brillante y no opaca, lúcida y no distorsionada, íntegra y no desperdiciada; una vida unitiva en lo humano, en lo cristiano y no vivir dicotómicamente, esquizofrénicamente. 
 Sabemos que al recibir el Espíritu Santo nuestros pecados serán perdonados y la Iglesia, a través de sus sacerdotes, “perdonará a los que ustedes se los perdonen, y retendrá a los que ustedes se los retengan". Es el poder de Dios que nos da la posibilidad, en Pentecostés, de nacer de nuevo para vivir de un modo nuevo y cumplir la misión de un modo nuevo, nuevo en su ardor, en sus métodos, en su intensidad, en su entusiasmo y sobre todo lleno de esperanza. 
 Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén 

 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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