Calsa: balance de una lucha ejemplar

Calsa: balance de una lucha ejemplar 
Al cumplirse 50 días de paro y acampe los trabajadores decidieron en asamblea, entre palabras emotivas y llantos de bronca obrera, levantar el paro y el bloqueo, dando fin a una lucha ejemplar. El conflicto en Calsa se ha transformado indudablemente en una de las luchas más destacada en el movimiento obrero en lo que va del año, y es ejemplo de la disposición que hay entre los trabajadores a luchar contra los despidos y el ajuste. Los trabajadores le han hecho frente a los embates de la patronal que ha realizado denuncias penales y largado una campaña pública de difamación contra ellos publicando carísimas solicitadas en los diarios, y han soportado la fuerte presión de los descuentos. Scioli con diferente táctica de la utilizada contra los despedidos de Gestamp, pero con el mismo objetivo de quebrar la lucha de los trabajadores, apostó al desgaste de los compañeros, convocando decenas de audiencias en el ministerio de trabajo y avalando los 60 despidos arbitrarios y sin causa de esta patronal multinacional. 

 La patronal, que tenía por objetivo golpear al activismo de la fábrica, finalmente despidió a 16 trabajadores, entre 60 despedidos en un inicio. A pesar de no haberse logrado la reincorporación de todos, la patronal va a pagar el 90% de las horas caídas, que es un punto significativo luego de tantos días de huelga. El sentimiento que rondaba en la asamblea no era de derrota; las palabras de agradecimiento por el inmenso esfuerzo, y de aliento deja ver que no fue un golpe mortal al activismo. Esto contrasta fuertemente con las palabras frías del representante del sindicato que no arrancó aplausos, y esto fue así, porque el rol que la burocracia del Stia jugó en el conflicto, no le sale gratis. El sindicato, que se ha negado a incorporar el reclamo al pliego de reivindicaciones en plena paritaria y en momentos de paros por turnos en la industria de la alimentación, vino realizando un trabajo sucio de desmoralización de los trabajadores, improvisando reuniones y asambleas dónde volvió a poner en discusión decisiones votadas, insistiendo sobre el cansancio y la “ausencia de compañeros en la asamblea”, con el objetivo explícito de levantar el bloqueo para seguir negociando, condición que había puesto la empresa. El burócrata de la alimentación, Morán, ha utilizado otra táctica respecto a la que Pignanelli usó en el conflicto de Gestamp, pero al fin y al cabo, se ha esforzado por conducir la lucha de Calsa a un largo conflicto que produzca el desgaste y la desmoralización entre los trabajadores. El activismo de la fábrica está sacando estas conclusiones, e incluso algunos trabajadores han expresado en las asambleas el rol artero del sindicato.
 Por una agrupación clasista en Calsa 
La mayoría del cuerpo de delegados, si bien ha mostrado disposición a la lucha, mantuvo esperanzas en una burocracia sindical que condujo a los trabajadores al desgaste, sin exigirle la necesidad de generalizar una acción de lucha en las industrias de la alimentación por el reclamo de las reincorporaciones de los despedidos. Una agrupación clasista en Calsa, que no deposite esperanza alguna en la conducción del Stia, que busque la solidaridad y el apoyo en otras fábricas de la alimentación, para exigirle al sindicato que convoque a plenarios de delegados para defender los puestos de trabajo mediante un plan de lucha, podrá dar por tierra los despidos y las arbitrariedades de esta patronal. El desafío es que luego de esta gran experiencia que marcó a fuego a los trabajadores de Calsa, se conforme un agrupamiento clasista que refuerce la organización en fábrica.

Emiliano Bonfiglio

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