Denébola

Denébola 
 Pensar el carácter de la interlocución es internarse en la codificación productora del agente. Linkear su signo (promotor de acceso a la multilateralidad existenciaria-constitutiva como protomaterial expresivo) nos permitiría comprender la insatisfacción de su aparecer, es decir, sus limitaciones inexorables como canal conductual parcializadamente finito. 

 Ahora bien, pensar tal complejidad en clave de ósmosis no avala la afirmación puramente relativista que condena toda denuncia desde la presunta justificación de lo genuino. La demonolatría acabaría por aceptarse por el sólo hecho de aparecer. Es que justamente en tal tratamiento de la interlocución nos proponemos entender y comprender lo “genuino”; en su consideración como output advertimos su obrar-dérmico.
 A partir de aquí ya podemos reparar en cierto esoterismo singular (que no necesariamente deja de incluir a lo “mucho”) permitiendo delinear procedimientos de elaboración inter-productivos (agentes particulares y agentes universales), como así también examinar muestras de apagoge (llevar algo fuera de un lugar) que articulan contradicciones insuperables, habilitando procreaciones defectuosas que imposibilitan crecimiento y florecimiento alguno.
 Incorporar tal modo de atención es comprometerse con la expansión trans-expresiva como fase de la sucesión en la cual se encuentra inmersa la interlocución. Apreciar el epifenómeno. No considerar al león sin su Denébola.

 Lucas R. López 
 lucasrl@hotmail.com.ar

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