Hoy se esta escuchando a la lejanía, los últimos mensajes del “Titanic Argentina”, que otrora se ufanaba de ser invencible antes los embates del mar, ahora yace inerme e indefenso de la realidad que lo circunda.
Sus pilotos de tormenta, están preparando los botes para realizar una rápida partida, mientras que el elegido de turno, trata mediante arteros mensajes de engañar al pasaje para que no salte por la borda antes de tiempo.
Sí, ellos no pueden confesar públicamente, que su torpeza de maniobras dilatorias y ceguera ante la bruma, los ha llevado a encallar a este precioso barco, que muchos antes, ya habían intentado torpedear.
Ahora, se buscan culpables hasta debajo de la alfombra. Es que alguien tiene que pagar los platos rotos; ninguno se quiere adjudicar el semejante fracaso de este hundimiento prematuro. Y en esa intricada forma de descargar la culpa en la humanidad del otro, se miente, se miente descaradamente.
Vuelven a desempolvar viejos anuncios, que ya vamos a llegar, que ya estamos llegando, que falta muy poco, que tenga paciencia. Pensando quizás, que con esta lenta agonía, habrá menos victimas en el naufragio.
Es que mintieron tanto, que ya nadie les cree, han convertido en realidad la fabula del "pastorcito mentiroso" y a estos ridículos personajes no se los comerá el lobo; lo hará un tigre que esta al acecho y preparando sus afilados colmillos.
Que la mentira, no te lleve al oprobio, a la vergüenza. Para conducir firmemente el timón, hay que reconocer errores y aunque moleste, es bueno enderezar el camino.
Ya nada se puede hacer, solo esperar el desenlace anunciado, rogando que las clases que desaparecen sean las menos, y resulta indignante que se ha de pensar en cantidad de victimas, mientras que la banda de los farsantes toca su última canción tratando por última vez de engañar a quien escucha.
Nuevamente la histórica y amada Argentina, ha sido victima de inescrupulosos, rufianes y mafiosos, que invocando un mandato divino la llevan nuevamente al desastre.
Esta agonía que se vive en estos días, es temeraria, caprichosa y malsana. Nos lastima a todos en nuestra fe depositada, ahora dilapidada. Resta saber el cuando, ya sabemos el porque, de esta nueva violación de la integridad nacional.
Nosotros como pasajeros, vemos azorados que nuevamente se repite la misma historia de naufragios, otros pilotos, pero un mismo final.
Alfredo Silverio Rodriguez
DNI.11894278
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