Delirium tremens…

Delirium tremens… 
 ¿Qué sometimiento deberemos experimentar, cuál ordalía nos debe ser impuesta, para confirmar-nos necesariamente en la pregunta por el ser? Deflegmar lo determinado. Consumir lo inconcebible aparente. Construir la idea sobre ello y transmitirlo (comportamiento delcoideario). Distribuir las nociones. Orear el condicionamiento instituido. 

 Delirium tremens… 
 Nos podemos topar con la idea del ser o del “ser ideal”, que Rosmini supo conversar bastante durante el siglo diecinueve, remitiéndonos a lo incondicional, a la posibilidad (forma) de todo conocimiento. Transitar el modo en el cual se presenta “eso”, lo que se nos sustrae: preguntarnos sobre qué han hecho con él; cómo nos lo han enseñado. Dudar de la manera en la cual nos instituyeron a observarlo y dialogarlo. Dentro de esa trama de invocación indeterminada, visualizamos a la “persona”: elemento deleznable para toda teoría “estadolátrica”. Al fin y al cabo, lo que vale, al sentir el comportamiento gestado, es la demotensión liberadora. Descifrar el juego de lenguaje en el cual está inmersa “tal” palabra junto a sus conexiones multilaterales. Respirar su forma de vida, actividad y significado.
 Delirium tremens… 
 Desde aquí pensar nuestra efímera solidez mutable. El aura de la persona, su proximidad hacia la proyección, su antitípia (resistencia) afirmadora -último resto de autonomía e independencia. Instancia donde nada puede quebrarnos y donde el ser expresa su más grandiosa materialidad. La exigencia neo-técnica desde el ser “algo”… Se extingue el material deletéreo mundano…
 Delirium tremens…

 Lucas R. López lucasrl@hotmail.com.ar

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