Avellaneda-Lanús peregrinó a Luján

Avellaneda-Lanús peregrinó a Luján 
 Lunes 9 Sep 2013 | 11:19 am 
Luján (Buenos Aires) (AICA): La diócesis de Avellaneda-Lanús realizó una peregrinación a la basílica de Nuestra Señora de Luján, donde el obispo, monseñor Rubén Oscar Frassia, presidió la misa y llamó, en sintonía con la Iglesia universal, a rezar por la paz en Siria, en el Medio Oriente y en el mundo entero. También llamó a vivir con “la primacía de la fe”, seguir el ejemplo de la Virgen María y suplicar su intercesión para vivir una vida “en serio, sin doblez”. 

 Este sábado 7 de septiembre, la diócesis de Avellaneda-Lanús realizó su tradicional peregrinación a la basílica de Nuestra Señora de Luján, donde el obispo, monseñor Rubén Oscar Frassia, presidió la misa y llamó, en sintonía con la Iglesia universal, a rezar por la paz en Siria, en el Medio Oriente y en el mundo entero. También llamó a vivir con “la primacía de la fe”.
 Durante la misa, monseñor Frassia también hizo un llamamiento a la paz, pero hacia las propias familias y en la patria, y consideró que el llamamiento a la paz tiene “un significado especial” para las personas de fe. “Jesucristo es nuestra paz. Él es el que ha venido de parte de Dios, recibiendo la sangre de María, su Madre, como verdadero Dios y verdadero Hombre, ha definido el sentido de la historia de todos los hombres y se ha ofrecido, una vez para siempre, para que nosotros podamos vivir en paz”, observó.
 El obispo enseñó que Jesús, con su pasión, muerte y resurrección gloriosa, vino a traer a todos el don de la paz, y observó: “Cristo vino a compartirnos este don, que es un regalo extraordinario, del cual tenemos que tomar conciencia cada vez más”.
 Monseñor Frassia insistió en este sentido: “Él es nuestra paz, por lo tanto hay que superar las enemistades, las adversidades, los egoísmos, los intereses particulares, nacionales e internacionales, para que prevalezca la cordura, la sensatez, la verdad, el amor, la justicia y la paz”.
 El prelado destacó que en la jornada del sábado se unieran los cristianos, los fieles de otras religiones y los hombres de buena voluntad para pedir el cese de los conflictos armados, como signo de la oración de petición. Pero también indicó que se puede hacer algo más que rezar: “Fundamentalmente, vivir en nuestra vida la primacía de Dios por medio de la fe, porque la fe es el conocimiento más sublime del cual nosotros sabemos que Dios hace la realidad”.
 “Tenemos que ser edificadores de la paz, constructores de la paz, para vivir una sociedad nueva”, aseveró, e insistió en una vida sostenida y plasmada por la fe. Y animó a pedir la intercesión de la Virgen María para vivir una vida “en serio, sin doblez”.
 “La Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, es la seguridad y la certeza de la pureza de la fe. Ella vivió sin vacilaciones. También nosotros tenemos que vivir sin vacilaciones en lo personal, en lo familiar, en lo social, en lo eclesial”, enseñó.
 “Que la Virgen nos dé esa alegría de saber que uno puede vivir una vida nueva, de saber que estamos llamados a una vida nueva; y si alguna vez nos hemos olvidado de algo, que lo podamos retomar para seguir viviendo una vida nueva. Así, en el lugar donde estemos, del lugar que ocupemos, del lugar que sirvamos, vamos a ser constructores de paz: paz en la fe, en la verdad, en la justicia; paz en el amor y paz en el servicio”, concluyó.

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