Frassia llamó a las comunidades parroquiales vivir aún más el mandato evangelizador

Frassia llamó a las comunidades parroquiales vivir aún más el mandato evangelizador
Viernes 21 Jun 2013 | 11:23 am
Monte Chingolo (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, hizo un fuerte llamamiento a las comunidades parroquiales de Santa Inés, Santo Domingo, Nuestra Señora de Itatí, San Expedito y Santiago Apóstol para evaluar si están viviendo el mandato evangelizador y si se hace el esfuerzo necesario para que llegue a todos. Lo hizo en una celebración eucarística en la que monseñor Alejandro Alonso asumió la conducción pastoral de la comunidad de Santa Inés, en Monte Chingolo.

El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, puso en posesión de la parroquia Santa Inés a monseñor Alejandro Alonso, prelado de honor de Su Santidad, en una celebración eucarística que también sirvió para despedir al presbítero Néstor Sailer, quien asumió la conducción pastoral de Santiago Apóstol.
El obispo agradeció la tarea realizada por el padre Sailer, así como también la disposición obediente de monseñor Alonso, en una misa celebrada el sábado 15 a las 18.30, y a la cual asistieron los fieles de las parroquais Santa Inés, Santo Domingo, Nuestra Señora de Itatí, San Expedito y Santiago Apóstol.
Como en todo nombramiento, que implica la partida de un referente y la llegada de otro nuevo, se generan sentimientos encontrados. En este sentido, el obispo agradeció a los fieles la aceptación de los cambios y les pidió que el dolor "nunca impida el amor a Dios y el amor a la Iglesia".
"Nunca se cansen de amar y de servir. Porque nosotros seguimos a Dios, no seguimos a los hombres. Y Dios nos va marcando su presencia a través de este, de aquél o de otro sacerdote", resumió.
La reflexión sobre el evangelio
El obispo comentó el pasaje del evangelio en el que María Magdalena se presenta en la sobremesa de una comida que Jesús mantuvo con un fariseo y le enjuaga los pies con sus lágrimas, en señal de arrepentimiento y pidiéndole el perdón de sus pecados. " Tenemos que reconocer que todos nosotros somos pecadores", indicó.
"Pero también los pecadores tenemos que tener una respuesta al llamado de Dios que nos pide reconocer nuestras fragilidades, nuestros pecados, nuestras miserias, para que Dios pueda tornarlas en misericordia -continuó-. Pero si pensamos que no tenemos pecados, como se piensa en la sociedad, como cuando decimos que 'son los otros los que están mal, nosotros estamos bárbaro', viviremos negando las cosas".
El obispo dijó que Dios, que es rico en misericordia, toma nuestras miserias si uno se las ofrece, pero para ello se requiere la voluntad del hombre dispuesta: "Si uno no se le ofrece, las cosas van a seguir igual; y si siguen igual van a ser peor, porque, con el andar del tiempo, las cosas involucionan. Si no pasamos a la calidad de vida, a la verdad en la vida, ¡nunca vamos a experimentar la alegría de esa misericordia y de esa ternura de Dios!".
El obispo concluyó su homilía pidiendo al Señor por las comunidades presentes, para que sus pastores las ayuden, las acompañen y las conduzcan. "Que Dios sea tan bendito y que en toda la comunidad, lo importante es que el Señor sea reconocido. Las personas pasamos pero su espíritu está siempre".+

Texto completo de la homilía
Toma de posesión de monseñor Alejandro Alonso
Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en la toma de posesión de monseñor Alejandro Alonso (Parroquia Santa Inés, Lanús este, 15 de junio de 2013)

Querida comunidades de Santa Inés, Santo Domingo, Itatí, San Expedito, Santiago Apóstol y de tantos lugares que cada uno de ustedes proviene.


Cuando nos reunimos para celebrar la toma de posesión de un sacerdote para una comunidad, siempre está cargado de distintos sentimientos. Dolor por la partida del sacerdote de la anterior comunidad. Dolor por el párroco que se va de esta comunidad. Y así cada uno de nosotros tiene una vivencia muy personal, muy respetada y que es importante que en la Iglesia, como familia, todos tengamos sentimientos y reacciones frente a estos acontecimientos. También sabemos que estos sentimientos tienen que ser iluminados por la fe; porque tenemos que trabajar, vivir, buscar y hacer la voluntad de Dios, en las cosas que Dios nos va pidiendo a todos. Y Dios nos sorprende a todos y todos somos sorprendidos si queremos hacer la voluntad de Dios. Esto es importante para dar sentido a todo lo anterior. Pero si no está presente esto todo lo anterior nos puede hacer mucho daño. Por eso, una comunidad se reúne alrededor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y en la fe, y en la Iglesia, hace lo que Dios va pidiendo.
Quiero agradecer la disponibilidad de los padres; del padre Néstor Sailer quien ha trabajado con esfuerzo, con mucha atención, con mucha dedicación y también con sufrimientos. Pero el Señor sabe que todo esto tiene que ser un bien para la Iglesia; y ahora Dios, a través del Obispo, lo llama a otra misión, ser párroco de Santiago Apóstol.
Y la disponibilidad también de Mons. Alejandro Alonso que, ante el pedido del Obispo, él aceptó porque sabe que en la Iglesia hay que hacer la voluntad de Dios. Él inmediatamente me respondió: hacer la voluntad de lo que Dios dice a través del Obispo.
Y a ustedes como comunidad también quiero agradecerles, porque cada uno tiene una vivencia personal y yo les pido que el sacrificio y el dolor que estas cosas puedan ocasionar nunca impidan el amor a Dios y el amor a la Iglesia; que nunca se cansen de amar y de servir. Porque nosotros seguimos a Dios, no seguimos a los hombres. Y Dios nos va marcando su presencia a través de este, de aquél o de otro sacerdote. Para que el centro de la vida siempre sea para nosotros el Señor. Lo demás se va integrando, compartiendo, trabajando, ofreciendo y gozando. Esa sorpresa que Dios nos presenta a todos, también es para el Obispo aunque ustedes no lo crean, porque yo como ustedes también tengo que hacer la voluntad de Dios.
Pedirle hoy al Señor que nos bendiga en esto: “todo lo podemos en Aquél que nos conforta”, porque la causa de nuestra vida y de nuestra presencia en la Iglesia, son los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
Hoy estamos acá para evangelizar, para mostrar el rostro de Jesús a todos nuestros hermanos. También las comunidades se tienen que preguntar de qué manera estamos viviendo, para que el mensaje de Jesucristo pueda llegar a todos y no se quede instalado en nuestras realidades.
¡Siempre hay que abrir puertas!
¡Siempre hay que saber que el centro no somos nosotros!
¡Siempre hay que saber que Jesucristo, nuestro Señor, sea conocido por todos!
Por eso le pedimos a Dios esta gracia para nuestras comunidades, en nuestra diócesis.
Si estuvimos atentos al Evangelio, tenemos que reconocer que todos nosotros, menos estas dos personas que conocemos especialmente: Cristo por ser Dios y la Virgen por ser la Madre de Cristo, no tienen pecados; pero después, todos los demás somos pecadores.
Pero también los pecadores -que somos todos- tenemos que tener una respuesta al llamado de Dios que nos pide reconocer nuestras fragilidades, nuestros pecados, nuestras miserias, para que Dios pueda tornarlas en misericordia; pero si pensamos que no tenemos pecados, como se piensa en la sociedad, como se piensa mucho “a lo argentino” cuando decimos: “siempre los problemas los tienen los demás no nosotros”, “son los otros los que están mal, nosotros estamos bárbaro”, “la sociedad está mal pero nosotros estamos bien.” Y así siempre vamos negando las cosas.
Dios, que es rico en misericordia, toma nuestras miserias y nos da su misericordia ¡pero no hay redención!, ¡no hay cambio si uno no se lo ofrece! Porque si uno no se lo ofrece las cosas van seguir igual; y si siguen igual van a ser peor porque, con el andar del tiempo, las cosas involucionan Si no pasamos a la calidad de vida, al desarrollo de vida, al crecimiento de vida, a la verdad en la vida, a la gracia de Dios en nuestra vida; si no nos dejamos transformar espiritualmente por el Señor ¡nunca vamos a experimentar la alegría de esa misericordia y de esa ternura de Dios!
¡Dios nos conoce, conozcámonos nosotros! No conozcamos a los demás porque puede resultar a chisme, o superficialidad. ¡Conozcámonos nosotros! Dejemos que entre Dios y nos transforme el corazón. Ahí está la mujer del Evangelio que no dejaba de sacar lágrimas porque sabía a quién trataba. En cambio, el otro, pensaba que le estaba haciendo un favor a Jesús y no se dio cuenta que era Jesús quien le estaba haciendo el favor de contar con su presencia.
Pedimos al Señor por las comunidades, por nuestra Iglesia; por estos pastores para que los ayudemos, que los acompañemos, que estemos con ellos, que contemos con su presencia y con su conducción. Que Dios sea tan bendito y que en toda la comunidad, lo importante, es que el Señor sea reconocido. Las personas pasamos pero su espíritu está siempre
Que Dios los bendiga a todos, a estas comunidades, al Padre Alejandro, al Padre Néstor, a los sacerdotes aquí presentes y que nuestra Iglesia siga navegando mar adentro, anunciando el Evangelio a toda persona, a toda realidad y a todas las familias de nuestros barrios.
Que esta alegría no se empañe por las dificultades personales que cada uno de nosotros pueda tener.
Que así sea.

Mons. Rubén Oscar Frassia, 
obispo de Avelleda-Lanús

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