Barbitúrico
Cierta penumbra es necesariamente producida por
nuestros juicios cuando intentamos indagar, cuestionar, lo claro que se nos
presenta (que nos presentan y nos presenta-mos). Como desdibujando los contornos, anhelamos
acceder al proceso de formación de los mismos. Un ahogo que precisa ser
oxigenado –quitarnos el corsé. Una invocación aireada; adjetivación desde como
Anaxímenes entendía a tal elemento: algo vivo y dinámico.
Ahora bien, aquello claro, luminoso, que se
relaciona con, y en, nosotros, desde juicios edificados a partir de sensaciones
y operaciones de entendimiento convencionalmente institucionalizadas, concede
la oportunidad de ser advertida desde una de las formas de la llamada “falacia
naturalista”. Es decir, nos obliga a intervenir en la relación “es”-“debe”, la
cual atraviesa la marcha de fabricación de juicios, creencias, posicionamientos
a partir de la vinculación de diversos enunciados. Éstos, referenciados a
múltiples eventos de cualquier tipo, se regularían, en la “falacia naturalista”,
dentro de un curso que derivaría enunciados en los que figura el verbo “debe” a
base de enunciados en los que aparece el verbo “es”. El procedimiento naturalizante deriva prescripciones a
partir de descripciones. Donde algo aparece, la lógica naturalista le adjudica
un carácter deóntico dentro de un sistema inmutable; lo deber-iza. Le ofrece la propiedad de absoluto, de
ser-así-y-no-de-otra-manera. Es propio que tal estrechez produzca ahogo en
algún comportamiento interpelador.
Tal naturalismo reverencia la actitud “ancilla-da”,
esclavizada, sierva-de… Y este es el
asunto: ¿para qué se naturaliza? ¿a quién le sirve tal servidumbre? ¿dónde está
el amo a quién se sirve?... Un movimiento crítico sobre la relación entre la
aparición y el deber, podrá corroer la densidad de lo claro-presentado fundado
en tal falacia, en tanto y cuanto se adentre en la anfibolía de sus
proposiciones: cuando repare y denuncie sus posibilidades intrínsecas de doble
sentido, como así también su susceptibilidad de equívoco. Es decir, cuando
descifre el ejercicio de dos sentidos en juego (lo que aparece y su
normalización = aparición normalizada), y cuando comprenda la implosión que tal
regulación conlleva a partir de la emergencia de la continuidad del movimiento
de lo que aparece (evidencia del carácter histórico-incompleto de tal
intencionalidad acabada de normalización).
Frente al estado-barbitúrico, educado en la
pasividad reproductiva, debemos internarnos en los momentous de relevancia, aquellos que afirmen y nieguen valores,
obligaciones, intereses, etc; intrometerse en tales situaciones dentro del
desarrollo naturalizante, nos
dimensiona hacia el en-torno variado en el cual se cimenta tal movimiento
opresivo.
Lucas R. López
lucasrl@hotmail.com.ar
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