Egocracia, Por Lucas López


Egocracia 
Por Lucas López
 El desarrollo de un lenguaje unidimensional, no solamente permite solidificar la substancialidad de la palabra de un Yo, sino también colegir los elementos disímiles de la existencia en lo Uno: el gobierno de la personalidad, y no de las personas. 

 Es claro el suceso que subyace a tal manifestación, cierto anhelo de construcción y administración de alguna “Ciudad de Dios”; seguramente diferenciando entre aquellos que sudaron al poner cada bloque de cemento en la construcción de las bases de tal templo de los que “idearon” semejante hazaña de la humanidad. No puede ser de otra manera, la palabra sale de tal Yo, él articula los conceptos y las relaciones existentes entre ellos, como así el status que alcanzan, en importancia, en la conformación del edificio del conjunto.
 De esta manera, se desprende la dependencia del pensamiento del Yo para coordinar la lógica del pensamiento que en la práctica se mostrará vigente. La esenciación de las cosas, como diría Campanella, queda bajo supervisión del instituyente, del Ego discursivo, de su manifestación plena y constante como instaurador de situaciones y nomenclaturas. En este sentido, el sujeto unilateralmente se instala como fundador y dominador del objeto; “el velo de Maya” que se erige desde la uni-narrativa impide alcanzar lo real. Coadyuvar a la consolidación de tal expresión implica, al cancelar la propia participación en la construcción de la lengua, alistarse en el club de clowns del Sujeto personalizante. Como se ha dicho desde hace unos siglos, la verdad remunerada obedece a su regadera de riqueza. Hacer play back de su exteriorización contribuye a la eliminación de las personalidades, y con ello a la no producción conjunta. Se absolutiza la palabra yoica, se reprime la particularidad otra.
 El impedimento de cualquierizar la palabra, de reconocerle su aptitud de recrearse permanentemente, de calificar a su enunciación siempre en un contexto singular y modificable (desde y para todos), claudica toda participación plural y colectiva. Al fin de cuentas, la importancia de todo análisis sobre el verbo en juego siempre debe efectuarse desde las implicancias populares que su desempeño procure. La consagración de la voz desde el suelo contrarresta toda intención de efectuarla desde la torre más alta de vigilancia. Sostener la absolutización narrativa, bajo cualidades diferenciadas de otras absolutizaciones textuales, es actuar como placebo de la personalidad del sujeto dominante.

 Lucas R. López
 lucasrl@hotmail.com.ar

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