NOTICIAS DEL OBISPADO AVELLANEDA LANUS


OBISPADO DE AVELLANEDA – LANUS
 Oficina de Prensa
 13 de junio 2012

 Pquia. SANTIAGO APOSTOL
 ENCUENTROS COMUNITARIOS
 La Cofradía Santiago Apóstol tiene el agrado de invitar a participar de una serie de encuentros comunitarios donde proyectarán, en tres segmentos, el film The Way (El Camino) con Martin Sheen y Emilio Estevez.

 Esta producción narra la historia de Tomás un oftalmólogo californiano, quien recibe una llamada desde Francia donde se le comunica que su hijo Daniel ha fallecido en un temporal en los Montes Pirineos. A pesar de que la relación con él nunca fue muy buena, por tener una visión opuesta de la vida, Tomás está desolado y viaja a Francia para recuperar a su hijo. Allí descubre que Daniel comenzaba a hacer el Camino de Santiago y decide hacerlo por él. La última oportunidad de un padre para conocer a su hijo se convertirá en la primera oportunidad para empezar una nueva vida.
 Reflexión:
 En el quehacer cotidiano es fácil reconocer que somos "caminantes" en la vida: en el propio crecer, en el envejecimiento, en la insatisfacción, en el cansancio por el trabajo, en la búsqueda de una mejor existencia. En todo ello comprobamos que no somos seres acabados, perfectos, íntegros; sino "peregrinos" en búsqueda de nuestra propia realización y la de toda la sociedad. Toda la espiritualidad Jacobea está impregnada de piedad popular en la figura de la peregrinación. Te invitamos a estos encuentros comunitarios donde se proyectará el film en consonancia con la NOVENA a nuestro patrono Santiago. Los encuentros se llevarán a cabo en la Parroquia Santiago Apóstol, calle Santiago Plaúl 960 de Lanús oeste, los días 16, 23 y 30 de junio a las 17 hs. ¡los esperamos!
 Información http://www.freewebs.com/cofradiadesantiago/noticiasdelda.htm

 7 de junio
 MISA POR LOS PERIODISTAS
 En su mensaje a los periodistas presentes en la Misa celebrada el pasado 7 de junio, en la Catedral diocesana, Mons. Frassia dijo que “es importante acuñar en el comunicador esta actitud de saber hacer silencio. El silencio que no es incomunicación sino que es fuente de comunicación, porque es elemental pensar, hacer silencio y recepcionar al otro tomándolo como “otro”; y ahí uno es capaz de escuchar y el que escucha bien va a responder bien. El Papa habla del silencio como una actitud fundamental”, Y siguiendo con la reflexión propuesta por Benedicto XVI para la reciente Jornada de las Comunicaciones Sociales, el Obispo de Avellaneda Lanús expresó, “(….) el valor de la palabra. Para el creyente está la Palabra de Dios y para todos nosotros está el valor de la palabra; que la palabra sea objetiva, que esté fundamentada y no que sea –de alguna manera- bastardeada, manipulada por tantos intereses mezquinos que, a veces, el periodismo también se puede encontrar frente a esa dificultad”. (Se adjunta homilía)

Homilía de Mons. Frassia 
Misa por los periodistas 
Catedral diocesana 
7 de junio de 2012 
 Queridos hermanos: 
 Es una alegría poder celebrar esta Eucaristía, en este momento especial para poder rezar por todos aquellos que se dedican y trabajan con tanto esfuerzo y tesón, y a la vez con sacrificios en el periodismo. 
 Lo primero que tenemos que afirmar es que en la vida humana y cristiana nunca hay que olvidarse de una pregunta: ¿qué es lo más importante en nuestra vida? Hermanos, en nuestra vida lo más importante es amar a Dios, en el amor de Dios, y amar al hermano como a nosotros mismos. Es muy sintético y muy simple afirmar estas profundísimas realidades; pero luego se hace más difícil, y más complejo, poder desarrollarlas, poder concretarlas, poder encarnarlas. 
 Si bien no vamos a tratar este tema ahora, cierto es que a veces -no nos engañemos- no amamos a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con toda la fuerza, y a nuestros hermanos como a nosotros mismos. Porque también, a veces, ¡nosotros no nos amamos a nosotros mismos! Y como no nos amamos a nosotros mismos, no podemos repetir, no podemos transmitir ni comunicar, porque nadie puede dar lo que no tiene. A veces, muchas veces, nosotros hacemos mal las cosas por nuestros hermanos porque la madre del problema es que uno no lo hace bien con uno mismo. Cuando uno lo hace bien con uno mismo y se estima -porque el primer prójimo, el más cercano a nosotros mismos, ¡somos nosotros!- cuando nos amamos vamos a saber comunicar y amar a los demás. 
 En el tema de lo que significa el periodismo, la comunicación, las noticias a través de las diferentes formas: escritas, entrevistas, audiovisual, radio, televisión, digital y tantas otras cosas de la comunicación, nos trae a la reflexión el mensaje del Papa a los medios de comunicación social, muy interesante, del que podemos subrayar algunas cosas. 
 Lo primero es que la comunicación es un don muy especial, pero tiene que ser sostenida por dos cosas importantes. La primera es el silencio, la capacidad de silencio, porque sino se puede caer en lo verborrágico, en el hablar por hablar, hablar para llenar espacios, hablar para entretener a los demás. 
 Es importante acuñar en el comunicador esta actitud de saber hacer silencio. El silencio que no es incomunicación sino que es fuente de comunicación, porque es elemental pensar, hacer silencio y recepcionar al otro tomándolo como “otro”; y ahí uno es capaz de escuchar y el que escucha bien va a responder bien. El Papa habla del silencio como una actitud fundamental. 
 En segundo lugar, el valor de la palabra. Para el creyente está la Palabra de Dios y para todos nosotros está el valor de la palabra; que la palabra sea objetiva, que esté fundamentada y no que sea –de alguna manera- bastardeada, manipulada por tantos intereses mezquinos que, a veces, el periodismo también se puede encontrar frente a esa dificultad. 
 El que tiene claridad no se confunde y no confunde a los demás. Es claro y fundamental que todos nosotros vayamos haciendo un camino. Porque no estamos diciendo “son los demás que se equivocan”. También nos podemos equivocar nosotros. Esos errores los otros los pueden tener, pero también los podemos tener nosotros. 
 Por lo tanto no estamos hablando para tirar piedras al otro. Estamos hablando para ir acercándonos más objetivamente a la verdad, objetivamente a la comunicación, a la transmisión de la noticia. Por eso es el comunicador, pero el comunicador tiene que tener calidad de vida. Y es cierto: quien vive bien va a transmitir eso; quien no vive o de alguna forma se vende, o se compra, al mejor postor va a mitigar, a lastimar, a reducir las noticias, conforme a quien esté detrás como ejecutor. 
 Creo que es un camino largo, pero también creo que uno tiene que prepararse. Tiene que prepararse en la bondad de la verdad. Tiene que prepararse en todo aquello que sea objetivo para no ser subjetivos. Nosotros tenemos que comunicar cosas que sean sustentables, verificables; que no sean sólo lo que uno siente en lo más íntimo y nada más. 
 La objetividad es importante; algo que a nuestra Patria hoy le está fallando. Fallando y en serio. Está fallando mucho el sentido de la objetividad. Siempre hay medias verdades o medias mentiras. De alguna manera se confunde la cancha para que nunca se llegue a la realidad o a la verdad. Nosotros tenemos una tarea, un aporte que hacer, pero para poder hacerlo hay que tenerlo claro en uno. Y al hacerlo, a veces se corren ciertos riesgos ante ciertos desafíos, donde uno puede comunicar ciertas cosas que al auditorio, o a los otros, les pueda molestar. 
 Tenemos que decidirnos y salir de esa maraña de cosas complejas, recargadas, que nos van apesadumbrando, y tenemos que avanzar; avanzar en lo que comunicamos, en lo que decimos, en lo que transmitimos sabiendo que tenemos una tarea y una misión. 
 La comunicación es un don, pero tiene que estar sostenido, como decía el Papa, por el valor del silencio y por el valor de la palabra. Ambas realidades nos pueden llevar a un camino de contemplación, del gusto por la verdad, de la belleza por la verdad, de la belleza de la bondad.
 Dependerá de qué periodista, y de quién tiene detrás, para que transmita las noticias de un modo parcial. Uno está cansado de eso porque sabe que las noticias hay que leerlas entre líneas ¡hay que discernir qué cosas quiere decir en última instancia!, ¡qué cosas está comunicando! Y muchas veces entramos en la vorágine de consumir noticias baratas, pues están afectadas por intereses mezquinos que no nos conducen a la verdad. En cambio nosotros tenemos que saber leer, saber incorporar y saber transmitir con fidelidad. 
 Obviamente, no transmitimos sólo ideas; se transmiten acontecimientos, hechos, y también es importante transmitir valores. ¡Los valores no sólo tienen que ser comunicados, sino que también tienen que ser vividos por nosotros! Recordemos aquello de que nadie podrá dar lo que no tiene. Si uno vive en el engaño, si vive de forma egoísta, si vive individualmente, si vive en el consumo, por algún lado esas realidades se le escaparán en las entrevistas y en las noticias. 
 ¿Por qué? Porque somos una unidad; no vamos a manejar todo; somos una unidad y es importante que el comunicador esté a la altura de su tarea, de su misión y de su vocación. 
 Hoy, en esta misa, pedimos por todo el mundo del periodismo, por todos ustedes que están presentes, por los que quisieran participar pero no pueden hacerlo por diversas razones. 
 Pedimos también para que recuperemos las cosas importantes. Recuperarlas significa levantarlas, alzarlas, hacerlas crecer; no buscar y permanecer en la chatura, en el cholulaje -como diría por allí algún medio rapidito-; recuperar cosas profundas, verdaderas, auténticas, porque nosotros lo necesitamos y también la comunidad -a la que respetamos- tiene derecho a recibir verdades y ahí vemos si los respetamos o no. 
 Uno puede entretener, pero a veces el que entretiene y el que distrae está diciendo que tiene muy poco interés por el otro: lo usa, lo manipula, le quita dignidad; y nosotros tenemos que vivir dignamente y respetar a nuestros interlocutores y a nuestros destinatarios. 
 Que el Señor los bendiga a todos y que hoy sea un día especial, de bendición pero a la vez de compromiso. 
 Que así sea. 
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 9 de Junio
 CORPUS CHRISTI
 Mons. Rubén Oscar Frassia presidió la celebración del Corpus Christi en la Parroquia Nuestra Señora de los Remedios, de la localidad de Remedios de Escalada, el pasado sábado 9 de junio desde las 14.30 hs. Luego de la celebración eucarística, en medio de cantos y alabanzas, los fieles participaron de la procesión que llegó hasta la plaza Mariano Moreno (sobre la Av. Hipólito Irigoyen), donde el Obispo diocesano impartió la bendición final.

 En su homilía, el prelado expresó que “La Palabra de Dios ilumina, alimenta, nutre y la Eucaristía también, porque cuando Dios toca a la samaritana, o cuando toca a la hemorroísa, o cuando toca al ciego de nacimiento, ¡les cambia la vida!; sin embargo nosotros cuántas veces hemos celebrado o recibido la Eucaristía ¡y hemos quedado igual!, ¡algo pasó! O el Señor no tiene fuerza o somos nosotros los que estamos cerrados e indiferentes ante la presencia divina del Señor. El Señor no fracasa, somos nosotros los que a veces fracasamos porque cerramos nuestro corazón.”
 Luego agregó que “la Eucaristía es defensa para el alma y para el cuerpo; y también es remedio para nuestras perezas, para nuestras dificultades, para nuestras fragilidades, nuestros pecados y nuestros límites, que todos tenemos. Pero ciertamente la Eucaristía nos alimenta, nos nutre, nos robustece y también nos envía.” (Se adjunta homilía)


CORPUS CHRISTI 
Parroquia Ntra. Sra. de los Remedios 
9 de junio de 2012 
 Queridos sacerdotes, diáconos, diáconos permanentes, seminaristas, religiosas, religiosos; querido pueblo fiel, queridas familias, queridos jóvenes y queridos niños: 
 Esta tarde es muy especial porque celebramos con gozo y alegría la Eucaristía, el Corpus Christi, el Cuerpo y la Sangre del Señor; y quisiera que pensemos en el significado profundo de la Eucaristía. 
 En primer lugar, Dios ha hecho con su Pueblo un pacto, una alianza. Esa alianza es antigua y es nueva. Esa alianza se realiza una sola vez para siempre y de un modo definitivo. Esa alianza es la alianza de Jesucristo, verdadero Dios que se hace Hombre para que nosotros, hombres, podamos divinizarnos y podamos llegar a Dios. Salvarnos, vivir en el amor, ser parte del Pueblo de Dios, significa participar de su divinidad, de su amor, así la salvación es vivir en Dios. 
 Esta alianza, este pacto, lo hace con la Iglesia; y al hacerlo por la Iglesia lo hace con nosotros y en cada uno de nosotros. Esa alianza se inicia a través del sacramento del bautismo, donde Dios nos besó para siempre en el alma, nos tomó, nos hizo sus hijos y nosotros pudimos decirle ¡Padre! ¡Somos Hijos de Dios y Él es nuestro Padre! Esa alianza, esa identidad, esa relación, ese vínculo ¡jamás será roto por parte de Dios! 
 Ha comenzado la vida de Dios, la vida Trinitaria -del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo- en cada uno de nosotros. El Tesoro de Dios entró en nuestro ser más profundo; pero ese Tesoro hay que acrecentarlo, hay que desarrollarlo, hay que aumentarlo. Luego vendrá el sacramento de la Confirmación y el sacramento de la Eucaristía. 
 La Eucaristía hace crecer en nosotros el Tesoro que Dios puso en nuestro Bautismo. ¿Qué relación tiene Bautismo con Eucaristía, Bautismo y Confirmación? Fundamentalmente están todos unidos y cada uno de ellos nos lleva a una dimensión más amplia y más profunda. La Eucaristía, que muchos de nosotros -a veces- estamos demasiado acostumbrados a celebrar o a recibir, es el Amor de Dios que se rompió en Jesucristo por nosotros, para que tengamos vida y vida en abundancia. La Eucaristía es la vida de Dios, es la gracia, es la verdad, es el camino por el que nos conduce al Padre. La Eucaristía es que entre en nosotros la vida y se vaya alejando de nosotros todo vestigio de muerte. 
 Es así que le pedimos al Señor que esa alianza que hizo en nosotros, por gracia suya, aumente por voluntad de gracia nuestra, ¡por voluntad! Porque si recibimos a Cristo distraídamente, si tratamos a la Palabra de Dios -que nos ilumina y nos alimenta- de un modo ineficaz, los frutos que debe producir la Eucaristía también serán ineficaces. ¿Saben por qué? Porque no estamos abiertos a la Palabra de Dios. Y porque no estamos abiertos a la Palabra de Dios, no podemos recibir bien a la Eucaristía. 
 Por eso, Bautismo, Palabra de Dios y Eucaristía, son elementos que no se tienen que improvisar y que todos tenemos que estar atentos para que nuestro espíritu se ensanche; para que nuestro corazón sea de carne y no de piedra; y para que nuestra inteligencia sea iluminada; y para que nuestra voluntad sea fortalecida. 
 La Palabra de Dios ilumina, alimenta, nutre y la Eucaristía también, porque cuando Dios toca a la samaritana, o cuando toca a la hemorroísa, o cuando toca al ciego de nacimiento, ¡les cambia la vida!; sin embargo nosotros cuántas veces hemos celebrado o recibido la Eucaristía ¡y hemos quedado igual!, ¡algo pasó! O el Señor no tiene fuerza o somos nosotros los que estamos cerrados e indiferentes ante la presencia divina del Señor. El Señor no fracasa, somos nosotros los que a veces fracasamos porque cerramos nuestro corazón. 
 Por eso la Eucaristía es defensa para el alma y para el cuerpo; y también es remedio para nuestras perezas, para nuestras dificultades, para nuestras fragilidades, nuestros pecados y nuestros límites, que todos tenemos. Pero ciertamente la Eucaristía nos alimenta, nos nutre, nos robustece y también nos envía. 
 Quien recibe dignamente a Jesucristo en la Comunión es un verdadero discípulo, un auténtico testigo y un fervoroso misionero. Vayan, lleven y hagan que este amor de Dios sea reconocido por los niños, los jóvenes, los adultos, los ancianos, ¡por todo el mundo! Si no somos fervorosos misioneros, y no somos auténticos testigos, quizás no seamos buenos discípulos porque no hemos escuchado bien. Y cuando uno no escucha bien, posiblemente se equivoque en la respuesta.
 Pidamos al Señor que la Eucaristía, el Cuerpo de Cristo, nos ayude a renovar nuestra fe en la presencia viva del Señor, en la Iglesia, en nuestra Iglesia diocesana, en nuestras familias, en nuestros ámbitos, en nuestras parroquias, en nuestras comunidades, en nuestras capillas, en nuestros movimientos, en todo lugar. 
 Que el Señor, que está vivo, se haga sentir y que nosotros, testigos suyos, hagamos más creíble a la Iglesia, y hagamos más creíble la presencia viva del Señor; y si alguien dice “es demasiado, nos pide mucho” que recuerden a Jesús cuando hablaba con Pedro y los demás apóstoles que les decía ¿también ustedes se quieren ir?, ¡de ninguna manera Señor, si tú tienes palabras de vida eterna!
 Por eso nos quedamos acá, no por comodidad. Nos quedamos porque sabemos que Jesús es la Vida; porque sabemos que Jesús es la Verdad; porque sabemos que Jesús es el Amor pleno ¡y de esto no nos queremos mover, ni quitar, ni abandonar, ni traicionar! ¡Sería tremendo traicionar el amor de Jesús! ¡Sería tremendo traicionar la Eucaristía! 
 Eso sería no darse cuenta por quién murió Jesús: murió por mí, murió por ti y murió por todos. Por eso tenemos que darle gracias.Y le pedimos hoy a Jesús, que nos ayude a vivir en ese amor; porque la fe tiene que ser expresada en obras; una fe que nos lleve a vivir la caridad y una caridad que esté sustentada por la fe. 
 Hoy la Iglesia en Argentina organiza la Colecta de Cáritas, que seamos generosos con nuestros sacrificios para que, de alguna manera, desde nuestra pobreza podamos ayudar a otros más pobres todavía. Y si alguien dice “estamos cansados de que pidan para los demás”, sepan que estamos pidiendo para los pobres. Mejor dicho: es Dios que nos hace mirar a los pobres y son los pobres que necesitan también de nuestro amor. 
Que para nosotros la comunión y la Eucaristía sean un entusiasmo fervoroso. Ahora vamos a renovar las promesas bautismales, para que esa gracia que Dios nos regaló, y que hemos recibido en la Iglesia, hoy se actualice en nuestras personas y en nuestras respuestas. Y a la pregunta que el Obispo les haga, cada uno de ustedes piense lo que va a responder: si no cree, no responda; pero no dude que Dios da la gracia para responder. 
 El Santo Padre, en Puerta de la Fe, la invitación que hace a toda la Iglesia en este Año de la Fe -de octubre hasta noviembre del año que viene- nos dice que la fe es esencial, la fe no es una ideología, la fe es la persona viva de Jesucristo, no es una teoría, es la persona por excelencia y nosotros seguimos a la persona viva y a la persona por excelencia, Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre. Y la fe se profesa, se celebra, se vive y también se reza. 
 Pidamos a Jesús por medio de la Virgen -en esta advocación providencial hoy, Nuestra Señora de los Remedios- que Dios y Ella nos ayuden a remediar nuestros males, a remediar tantas enfermedades que aquejan a nuestro país, a nuestras familias y también a la Iglesia. 
 Y que la Virgen, como después de pedirle a Jesús, haga y haga traer lo que nosotros necesitamos.
 Que así sea. 
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 PRENSA: Casa Santa Teresa (Av. Belgrano 658-Avellaneda) 4229-8461 – (15-6730-0287)

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