“Rezar es tan importante como respirar”, dijo Mons. Frassia


“Rezar es tan importante como respirar”, dijo Mons. Frassia 
 Lanús (Buenos Aires), 7 May. 12 (AICA) 
 Mons. Rubén Frassia, en la misa de niños en el estadio de fútbol del Club El Porvenir 


“Rezar es tan importante como respirar; si uno no respira, se muere, y si uno no reza, se aleja de Dios”, dijo el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, en una misa de niños que reunió a tres mil chicos y adultos acompañantes en el estadio de fútbol del Club El Porvenir, en Lanús, el sábado 5 de mayo. 

 El prelado expresó que rezar es una de las cosas más nobles, más dignas del ser humano y animó a los asistentes a hablar con Dios, a hacerle un lugar en el corazón, a pedirle por una persona que está enferma o que ha perdido el trabajo.
 Dirigiéndose a los chicos con palabras sencillas y estilo didáctico, el obispo los invitó a buscar y tratar a Jesús desde chiquitos, a amarlo mucho, a tomar decisiones y no dejarlas para más adelante. Y a ayudar a “nosotros, los grandes, a tener un corazón simple, espontáneo, un corazón de niños”.
 El obispo sugirió a los chicos que llevaran a sus padres su saludo y su bendición, haciéndoles la señal de la cruz –“por el signo de la cruz fuimos salvados”- y leyendo con ellos el Evangelio en la casa, en familia.
 Recordó que “el papa Benedicto XVI quiere que este año tengamos el Año de la Fe” y señaló que “nuestra vida cristiana es para recibir la gracia de Dios, pero para darla a los demás”. En ese sentido, llamó a los asistentes a ser “convencidamente misioneros”. Y agregó: “Tenemos que llevar este mensaje a los demás, no nos podemos callar”.
 Dos tribunas del estadio estaban llenas en un día de sol con una brisa fresca, pero no frío. “Dios nos bendice con una tarde en que no hace frío, no hace calor, el sol nos ilumina y podemos celebrar nuestra fe juntos, en familia”, dijo el obispo en la homilía de la misa, que concelebró con unos veinte sacerdotes.
 En un ambiente animado por cánticos y por un agitar de estandartes y globos de varios colores, numerosos carteles y banderas daban cuenta de la presencia de grupos de catequesis de distintas parroquias y capillas de esta diócesis del conurbano bonaerense. Algunas leyendas decían: “Aspirantes. Navega mar adentro”, “Parroquia La Inmaculada y San Maximiliano Kolbe. Somos familia de Jesús”, “Hagan todo lo que El les diga. Aspirantes. San José, Villa Dominico”; “Capilla Virgen de los Trabajadores. Dejen que los niños vengan a mí”. “Acción Católica Argentina. San José de los Obreros. Gerli”, “Parroquia San Orione. Iniciación cristiana de niños”, etc.
 Un chico con discapacidad en silla de ruedas acercó al altar un gran libro con la Palabra de Dios antes de las lecturas, en tanto que un coro acompañado por guitarras eléctricas entonaba distintos cánticos. Hubo también un momento de especial silencio y recogimiento antes de la bendición final.
 El obispo de Avellaneda-Lanús recordó que este año se cumplen 50 años del Concilio Vaticano II y 20 del Catecismo de la Iglesia Católica. E hizo decir a todos: “Hagamos todos juntos lo que Jesús nos diga”, consigna que los chicos repitieron varias veces, cada vez más fuerte, con notable entusiasmo.+ (Jorge Rouillon)


 Texto completo de la homilía 
 MISA DE NIÑOS EN CLUB EL PORVENIR
 Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en la misa de niños (5 de mayo 2012) 


 Queridos sacerdotes; queridas religiosas Queridos religiosos; querido pueblo fiel Queridos chicos: 
 ¡Hoy es un día hermoso! Dios nos bendice con una tarde donde no hace calor, no hace frio, el sol nos ilumina y podemos celebrar, podemos festejar nuestra fe. ¡Esto es lo más importante que podemos hacer juntos!, ¡en familia! 
 Sabemos que por la fe Dios es nuestro Padre, sabemos que tenemos a una Virgen que es la Mamá de Dios y que también es nuestra Madre. La Virgen, con el nombre que le ponemos hoy, Nuestra Señora de Luján, y de tantos nombres hermosos que María como Madre tiene, siendo la misma Madre de Dios y nuestra Madre. Todos nosotros somos hermanos que caminamos, vivimos y celebramos juntos nuestra fe y el don de la vida que Dios nos regala. 
 Agradezco a las autoridades del Club El Porvenir, que nos presta las instalaciones, en esta cancha donde nosotros hoy podemos festejar. ¡Qué cosa hermosa! Siempre hay alguien que tiene que hacer lugar para que nos podamos reunir. Pero nos reunimos con un motivo, con un sentido y el que nos reúne es Jesús. ¡El nos elige! ¡Él nos llama! ¡Y somos llamados desde pequeños! El Papa, Benedicto XVI declaró el Año de la Fe, a partir de octubre, donde nos habla de la “Puerta de la fe”, esa puerta es Cristo y quiere que nosotros pasemos por esa puerta, es decir que pasemos por Cristo. También quiere que caminemos, pero ¿peleados, separados, aislados, enemistados? ¡NO! El Padre quiere que caminemos juntos, como hermanos que somos todos nosotros. ¡Nadie puede despreciar al otro! Somos hermanos y caminamos juntos por la puerta, que es Cristo. Esta fe que Dios nos da, nos da fuerzas para vivir con alegría. El mundo no tiene alegría porque no sabe recibir a Dios. ¡Nosotros queremos tener alegría y recibir a Dios! ¿Y cómo lo recibimos? Haciéndole un lugar. ¿Y qué lugar le vamos a dar a Dios? El mejor lugar, el corazón; nuestra inteligencia, la voluntad, nuestra vida, nuestras amistades, nuestra familia. A Jesús lo tenemos que reconocer siempre y lo tenemos que encontrar porque Él nos busca; pero quiere que también nosotros lo busquemos a Él, desde chiquitos. Ustedes, desde chiquito, pueden conocer las grandes cosas. ¿Saben también que ustedes pueden ayudarnos, a nosotros los grandes, a tener un corazón de niño? Porque hay muchos grandes que se olvidaron que alguna vez fueron niños. Por eso no tienen un corazón fresco, un corazón espontaneo, un corazón simple. ¡Y ustedes son simples, son espontáneos! Pero es importante conocer a Jesús desde pequeños. 
 ¿Cómo conocemos a Jesús? Escuchándolo. ¿Y donde lo vamos a escuchar? En la Palabra de Dios, que nos habla, nos alimenta, nos nutre, nos enseña y que nos ayuda a vivir en el Amor de Dios. Desde chiquitos hay que tener trato con la Palabra de Dios, con la Palabra de Jesús, porque nadie puede amar si no lo conocemos. Y hay que conocerlo para amarlo mucho y mucho más. 
 Desde chiquitos es importante, a través del catecismo en la parroquia, en la capilla o en casa, poder leer y escuchar la Palabra de Dios. ¡Qué hermoso es volver a las cosas simples! ¿Y qué es una cosa simple? ¡Leer en familia! ¡Que en familia mamá nos lea el Evangelio! ¡O yo, chiquito que se leer y leo bien, le pueda leer a mamá el Evangelio! O cuando papá viene cansado de trabajar y, en lugar de aturdirnos con la televisión o cada uno por su lado, nos reunimos un ratito, hacemos silencio y que papá nos lea el Evangelio. ¡Qué cosa hermosa! 
 ¿Saben por qué a veces no se hace? 
 ¡Porque los adultos tienen miedo! 
 ¡Porque los adultos no tienen corazón de niño! 
 Porque han perdido y matado la espontaneidad y tienen miedo a hacer el ridículo. “No, cómo yo voy a hacer esto” 
 Las cosas simples son para todos. Para los niños, para los jóvenes, para los grandes, para los sacerdotes, para el Obispo, para las religiosas; ¡para todos! Porque Dios viene para todos. 
 De nuevo hay que volver a otra cosa importante: a hablar con Dios, a rezar. A pedirle por alguna persona que está enferma, o por alguien que necesita, o alguien que perdió el trabajo, o alguien que está mal de salud. ¡Rezarle con toda confianza! Como quien le dice “mirá, me pasa esto, no puedo.” Como la Virgen que le dijo a aquellos hombres en la boda de Caná: “¡hagan lo que Jesús les diga!” y ellos hicieron, llenaron esas tinajas de agua que luego Jesús convirtió en vino, como recién leímos en el Evangelio. 
 Rezar es una de las cosas más nobles del ser humano; más dignas. Rezar es algo tan importante como respirar. Si uno no respira se muere y si uno no reza, se aleja de Dios. Seguimos avanzando y nos damos cuenta que Jesús es la persona más importante de nuestra vida. ¡Jesús es amigo nuestro y quiere estar con nosotros! 
 Él nos dice: “mira yo te elegí, yo te llamo, yo estoy al lado tuyo, no temas, estoy dentro de ti, camino contigo” Y Jesús está a nuestro lado porque es lo más importante que nos puede pasar. Cuando uno lo descubre, le da todo, lo sigue, lo ama y quiere parecerse a Jesús. ¿Y qué nos dice Jesús? ¡Que tenemos que amar! ¡Que tenemos que perdonar! ¡Que tenemos que decir la verdad! ¡Que tenemos que ser justos! ¡Que tenemos que ayudar al que está mal! ¡Que tenemos que ayudar sin ningún interés! ¡Que tenemos que hacer el bien a todos! ¡Esa es la alegría más grande del ser humano! ¡Porque la tristeza más grande de toda persona es que no sepa amar! O que se olvide de lo que significa el amor. 
 Porque fuimos creados por Dios para amar. Porque fuimos redimidos por Cristo para amar. Y porque fuimos santificados por el Espíritu Santo para amar. ¡Esa es nuestra vocación humana y cristiana! Nosotros tenemos que vivir así y no queremos vivir de otra manera; no podemos vivir de otra manera; no podemos renunciar a aquello que es lo más profundo de nuestra vida. 
 Pero ¿cuándo voy a empezar?, ¿cuándo voy a retomar?, ¿cuándo voy a seguir caminando?, ¿lo podré dejar para más adelante?, o podré decir: “ahora tengo tiempo, no me tomo las cosas en serio, pero cuando sea más grande entonces sí voy a cambiar y voy a hacer las cosas en serio” ¡NO! No hay que dejarlas cosas para más adelante porque el “más adelante” puede ser NUNCA. 
 Hay que tomar decisiones cuando uno ve la luz y no dejar para más adelante; porque si no es un engaño, es una excusa, como cuando en la cancha tiramos la pelota afuera para que pase el tiempo y el partido termine. No es así entre los cristianos. Nosotros, desde chiquitos, tenemos que tomar decisiones que competen a nuestra edad. 
 ¡Los jóvenes tendrán que tomar decisiones según competencia de su edad! 
¡Los adultos tendrán que tomar decisiones según su edad y su responsabilidad! 
¡Los mayores tendrán que tomar decisiones de acuerdo a su edad! 
¡Los sacerdotes tendrán que tomar decisiones de acuerdo a su misión! 
 ¡El Obispo tendrá que tomar decisiones de acuerdo a la tarea que Dios le ha encargado en la Iglesia! 
Porque cada uno de nosotros tiene una vocación y tiene una misión que cumplir. Hoy es un día de fiesta. Nuestra Iglesia diocesana está de fiesta. El año pasado celebramos el jubileo dando gracias a Dios por los cincuenta años de nuestra diócesis Avellaneda Lanús. Hoy damos gracias a Dios por estar reunidos en familia y porque queremos seguir a Jesús. También este año vamos a festejar los cincuenta años del Concilio Vaticano II y veinte años del Catecismo Católico. ¡Y lo vamos a celebrar en familia! Ahora todos vamos a repetir lo que la Virgen dijo a aquellos servidores en el Evangelio: “hagamos todos juntos lo que Jesús nos diga.” Todo esto es así porque somos su familia, somos sus discípulos y también queremos ser sus testigos, sus misioneros. Que Dios los bendiga y la Virgen nos proteja y nos ayude a hacer la voluntad de Jesús. 
 Que así sea. 


 Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús 
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