Breve y atrevida crìtica sobre Nacer (nuevo trabajo de Javier Martiniano)

Breve y atrevida crìtica sobre Nacer (nuevo trabajo de Javier Martiniano)
Por Silvano Zapiràn
El nuevo álbum del cantautor residente en Lanùs, Javier Martiniano, expone un grado de existencialismo y universalidad plena altamente contagiosa. Impregnado de un clima cuasi-religioso, en cierta conceptualización oriental del movimiento retornista (posiblemente en rotunda relación con el carácter místico que algunos pueblos de nuestro país poseen en sintonía con la Naturaleza); es decir, en la constante representación del ciclo existencial desde una permanencia-salida-retorno. Sin embargo, lo rico de estas imágenes es que manifiestan la finitud-infinitud del ser humano: salmodiando la potencia universal, rescatan, rozando lo sacrílego, la individualidad que exteriorizamos y a la cual estamos sujetos. Javier Martiano logra combinar estas nociones y las expresa permanentemente a lo largo de su álbum. No puede ser de otra manera, que esta dialéctica de la realidad concreta, como diría Kosìk Karel al mencionar la reproducción espiritual e intelectual de la realidad, se desarrolle de una manera vital y autónoma si no es desde la expresión artística. “Yo soy canto” diría Javier.

Desde ya que este proceso de des-cubrimiento del ser nos lleva irreductiblemente a la noción de “nacer”. El nacimiento como cableado de este movimiento de eterno retorno. De pertenencia a un universal que nos comunica y nos une. De referencia a una Naturaleza de la cual pertenecemos y de la cual nos nutrimos, vivenciando el florecimiento constante de seres vivos y de ideas vivas. La colaboración del hijo de Javier en este trabajo, marca claramente la aprehensión temporalmente inmediata que el compositor experimentó con esta emoción hecha palabra.
Las canciones que componen el trabajo marcan estos aspectos de los cuales he atisbado hasta el momento. Los track 1 (Nace), 7 (La escalera) y 10 (Un montón de luz), parecen estar producidos desde las sensaciones íntimamente familiares con las cuales el artista se topó en el último tiempo. La fuerza del nacimiento, la luminosidad que ello genera a la existencia humana, junto al cambio que a ella le genera desde la particularidad de quien directamente lo vive, parecen entrelazarse con cierta cualidad metafísica que orienta a la humanidad y que es sinónimo de su esencia. En esta idea se concentra el constante “emerger”, la ferviente emanación que surge del descomprimir liberador. Esta misma eleuteronomia (la ley de la libertad misma) que consagra Martiniano a lo largo de su obra se sustancia en el track 6 (En la cima de la locura), donde con ritmo zàmbico expresa el extremo de la libertad de la voluntad en el acto reflexivo del ser que a veces conlleva a la locura. Una locura que en determinadas circunstancias no necesita de elenco (prueba, examen) alguno para acreditarse como tal, como bien se expresa en el ritmo rocker del track 9 (Cantando en la estación). Una locura que se puede interpretar como necesaria para el ser, en tanto este busque el-no-permitir que caduque su autónoma existencia. Un juego que brega en la personalidad de cada individuo, y que Javier lo anuncia en el track 8 (En alguna voz), en donde se sintetiza el ser en el canto como manifestación plena. Exteriorización audaz y totalizadora que también se percibe en el track 2 (Una señal), evidenciando la relación entre las partes del todo y el éxtasis del “ritmo” para alcanzar la “alquimia mental”. Una señal que permite motivarse hacia el movimiento y que habilita la visión hacia algo oculto hasta el momento. Esta situación es relatada en el track 4 (Piedra libre), donde al mejor estilo cancionero de Paul Danés, Martiniano se propone desvelar todo aquello que nos limita, tanto a la “razón” y a la “verdad” como al “otro yo” y al “corazón”.
El álbum se completa con dos tracks de ritmos notoriamente folclóricos, el 3 (Huayno de corazón) y el 5 (Que vuelva la primavera). En el primero se evidencia la filiación norte-andina del artista, transportándonos con imágenes recitadas a ese baile y sitio tan sagrado; el movimiento metamorfoseante que impregna el sentido de la lírica no hace más que adecuarse al horizonte general del disco. El segundo, apunta a colorear el trabajo con un tinte alegre y esperanzador, a partir de una chacarera que desequilibra la finitud cabizbaja del hombre.
En fin, el ultimo trabajo de Javier Martiniano, “Nacer”, es un disco que se posibilita para disfrutar junto a montón de personas relacionadas en festividad, bailando chacareras con vaso de vino en mano (o siguiendo el ritmo del tema mientras es escuchado en ambiente alegre y parsimonioso), ò para despejarse de la opresión ignominiosa, que determinantemente ofrece la rutina, al ofrecerse como salida para pensar-nos como seres humanos. Una buena obra artística artesanal e independiente contra la cacofagia embrutecedora.

Comentarios

Seguidores