La vida del hombre tiene que orientarse al prójimo

La vida del hombre tiene que orientarse al prójimo
Avellaneda (Buenos Aires), 26 Oct. 11 (AICA)
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, destacó que mientras “el hombre tiende a dividir, Dios tiende a unir”, y aseguró que “mirando a Cristo, uno se da cuenta que tiene que abrirse a Dios. Y abriéndose a Dios encuentra a los hermanos. Y amando a los hermanos, está encontrando el amor de Dios. ¿Por qué?, porque nos falta síntesis”.

“Vivimos una sociedad atomizada, vivimos una sociedad individualista, vivimos una sociedad relativista y subliminal en todo. ¡Todo es relativo, todo es lo que uno siente, todo sólo por hoy, donde el futuro no tiene demasiada implicancia. No hay cosas para más tiempo o para más adelante”, graficó.
Ante esta forma de ser y actuar, el prelado insistió en que “es importante darnos cuenta de que tenemos que retomar el sentido unitivo de nuestra vida: lo divino y lo humano: Dios y los hombres”.
“Tenemos que vivir de esta forma: lo interno tiene que expresarse en lo externo; lo teórico tiene que meterse en la práctica; la oración tiene que insertarse en la vida; la fe tiene que expresarse en obras y Dios tiene que llevarnos, siempre, a nuestro hermano, al prójimo, a todos”, puntualizó.
Por último, monseñor Frassia llamó a optar por vivir “una vida sabia” o “una vida vacía y superficial”, y pidió al Señor “tener luz, para poder vivir como corresponde: amando a Dios y amando en serio a nuestros hermanos; amando en verdad y no usando a nuestros hermanos; sirviendo a Dios y dando a nuestros hermanos. Pero todo esto en espíritu y en verdad”.+

Texto completo de la reflexión
EL HOMBRE TIENDE A DIVIDIR Y DIOS A UNIR
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en el programa radial Compartiendo el Evangelio (23 de octubre de 2011)
Evangelio según San Mateo 22, 34-40 (ciclo A)

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?".
Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento.
El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".
“El hombre tiende a dividir y Dios tiende a unir.”
A veces uno pensaba “para estar cerca de Dios, tengo que amar a Dios y despreciar a los hombres”; o “para amar bien a los hombres tengo que acercarme a ellos y separarme o negar a Dios”. Sin embargo, nuestra vida es una vida de síntesis, donde amabas realidades están anticipadas en Jesucristo, el verdadero Dios y verdadero Hombre. Su Persona Divina, donde esta incorporado lo humano, nos enseña a vivir esta doble realidad como si fuera una única realidad.
Mirando a Cristo, uno se da cuenta que tiene que abrirse a Dios. Y abriéndose a Dios encuentra a los hermanos. Y amando a los hermanos, está encontrando el amor de Dios. ¿Por qué?, porque nos falta síntesis.
Vivimos una sociedad atomizad
Vivimos una sociedad individualista,
Vivimos una sociedad relativista y subliminal en todo.
¡Todo es relativo!, ¡todo es lo que uno siente!, ¡todo sólo por hoy, donde el futuro no tiene demasiada implicancia!, ¡no hay cosas para más tiempo o para más adelante!
¡Por eso, es importante darnos cuenta que tenemos que retomar el sentido unitivo de nuestra vida: lo divino y lo humano; Dios y los hombres!
Tenemos que vivir de esta forma: lo interno tiene que expresarse en lo externo; lo teórico tiene que meterse en la práctica; la oración tiene que insertarse en la vida; la fe tiene que expresarse en obras y que Dios tiene que llevarnos -siempre- a nuestro hermano, al prójimo, a todos.
La respuesta en este mandamiento, amar a Dios con todo el corazón, con toda la vida, con toda el alma y amar al prójimo como a sí mismo, de estos dos mandamientos depende toda la Ley y los Profetas; de estos dos mandamientos depende si nosotros vivimos una vida sabia o si queremos vivirla vacía y superficial.
Pidamos al Señor tener luz, para poder vivir como corresponde: amando a Dios y amando en serio a nuestros hermanos; amando en verdad y no usando a nuestros hermanos; sirviendo a Dios y dando a nuestros hermanos. Pero todo esto en espíritu y en verdad.
Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús
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