Por Silvano Zapiràn
El bonancible periodo que pareciera adueñarse luego del 14 de agosto, lejos está de acontecer con tranquilidad y parsimonia. Las caras de los rocinantes funcionarios frente a los sucesos de “inseguridad”, a los de aumentos de tarifas (tanto de combustibles como de Tasas municipales -una ola que ya se está desplegando no solo en Ciudad de Buenos Aires sino también en la tercera sección del conurbano), y al episodio que forjo un nuevo retroceso salarial, que el nuevo pacto gobierno-patrones-burocracia sindical confirmó en un salario mínimo que consagra solo la tercera parte de la canasta familiar, permite esquematizar el carácter boquetero de los mismos. El mismo guitarrero Boudou sostuvo que con el FMI y el Club de Paris, las conversaciones para pagos en el 2012 van a ser muy finas porque el Estado argentino no tiene la capacidad para afrontar determinados compromisos financieros, debido a que el crecimiento para el próximo año aun no garantiza prosperidad alguna. Por eso mismo, la riqueza hay que seguir sacándola de cajas “auxiliares”. El caso de la ANSES es el màs paradigmático por su hipocresía y cretinismo. El blindaje se acoraza a partir de este endeble procedimiento. Descargar la crisis sobre los trabajadores, de la misma manera que las grandes metrópolis del mundo hoy en día, provoca un desenlace hartamente conocido.
Cualquier procedimiento crìtico-racionalista tendería a compendiar una serie de interrogaciones que dejaría, en términos de reflexión y entendimiento, a años luz a los escribas de la corte K, quienes caracterizan una realidad vestida en farsa y argucia incriminatoria. Quizás los elementos necesarios para seguir manteniendo sus puestos de plebeyos escultores de la palabra; una palabra que reprime docentes, que le quita el 82% móvil a los jubilados, que asesina a quienes reclaman por una vivienda digna; que encubre la connivencia política y policial con el delito organizado, etc.
Pregunta, escriba K, sobre estas cuestiones. ¿Acaso bajo esta línea continuaremos profundizando el modelo? ¿Podemos glorificarnos de los toneladas de alimentos que producimos, como hace poco anuncio Julián Domínguez, cuando tenemos chicos que mueren de hambre y niños con desnutrición (Lanùs no es la excepción)? ¿Puede un jubilado vivir, con los niveles inflacionarios vigentes, con una jubilación minima? ¿Puede una familia tipo mantenerse con las migajas que el nuevo salario mínimo indica?… Frente a esto, una nueva fila de preguntas: ¿Dónde encontramos efectivamente la redistribución de la riqueza? ¿Por qué libramos una lucha contra las corporaciones cuando son ellas mismas las que se benefician con este “modelo” (tanto las amigas como las que denunciamos)? ¿Por qué hablamos de integración y cuidado de la naturaleza, mientras asesinamos integrantes de pueblos originarios y permitimos que determinados grupos económicos logren rentas extraordinarias con la explotación, irrecuperable, de nuestro suelo y la contaminación correspondiente que ello lleva al ecosistema? ¿Por qué avalamos un modo de organización sindical que se caracteriza por su corrupción, patoterismo, antidemocracia, y por ser subsidiario al ordenamiento patronal? ¿Por qué utilizamos los fondos del ANSES para pagar la deuda externa mientras mantenemos al 80% de los jubilados con una asignación minima que no logra cubrir ni un tercio de la canasta familiar real (una canasta que no se constata con los datos del intervenido Indec)? ¿Qué orden es el que estamos defendiendo?…
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