Por Silvano Zapiràn
La manifestación constante de elementos contrapuestos en la realidad social y en los discursos oficialistas no implora otra cuestión más que la de mantener el velo del simulacro aparentemente motorizado en renovación y crecimiento económico-social.
Todas las votaciones oficialistas, desde la de Macri en CABA hasta la de Fernández de Kirchner a nivel nacional en las proscriptivas elecciones “primarias”, pasando por las elecciones santafesinas con el triunfo del PS, se afirman como expresiones del convencimiento sobre la necesidad de un continuismo de “estabilidad” y poca “turbulencia”. Sin embargo, estos oficialismos no son propicios a este tipo de conducta equilibrada. Basta acercarse a cuestiones como el adeudado 82% móvil a los jubilados (el 80% de los mismos cobra la jubilación mínima que no cubre una cuarta parte de la canasta básica familiar), con el correspondiente desfalco de la ANSES para pagar la deuda externa, como así también el ajuste inflacionario llevado a cabo desde el aumento de los precios de los productos de la canasta familiar con el subsiguiente manipuleo de los datos del Indec y el techo miserable puesto al salario mínimo vital y móvil, para dar cuenta de la distribución del ingreso del “modelo”. Sin hablar de la problemática de viviendas, entre otras, que recorre todo el país, inclusive haciendo cargo al mismo Macri, quien aun sin solucionar los reclamos institucionales de los estudiantes secundarios, se propone endeudar nuevamente a la Ciudad a tasas usurarias (las mismas que paga el Estado griego, a punto de ser declarado en default). Este mismo endeudamiento es impulsado por el candidato macrista a intendente de Lanùs, Néstor Grindetti, el cual es acompañado por el actual concejal de la misma fuerza, Jorge Schiavonne, quien en algunas declaraciones manifestó hace un tiempo la buena remuneración que recibían los trabajadores docentes de la Ciudad. Cualquiera que sepa los indigentes montos que perciben los trabajadores de la educación podrá dar cuenta de semejante hipocresía. La misma que aglutina Binner en Santa Fe, quien en estos días enfrentó un paro docente de Amsafe, por reclamos salariales, entre otros. Una “experiencia de gestión”, la santafesina socialista, según principian los “progresistas”, que permite la privatización de los puertos a manos del capital sojero, avalando la precarización laboral en el cordón industrial de San Lorenzo, y alineándose en la Internacional Socialista del PSOE de Rodríguez Zapatero, que bombardea Afganistán, Irak y Libia, mientras lleva a cabo un plan de ajuste contra las conquistas sociales del pueblo español para salvar a los bancos. Es decir, una misma situación y un mismo método de mandato que atraviesa a los oficialismos que hoy administran territorios en nuestro país. El hecho de querer cubrir cierto estado crítico con una propaganda discursiva imaginaria, equivale a presentar dos elementos contrapuestos en la realidad, donde uno sale inmediatamente a relativizar esperanzadoramente la aparición inminente del otro.
La elección de estos momentos no hace más que procesar una eternización, posiblemente sempiter-nizacion, del instante bajo repetición. Habrá que ver hasta donde llega el bombeo reincidente. El carácter eidético del “bon vivant” social, enfocado y resaltado en un microcosmos regional, actúa con bólido movimiento hacia la exteriorización, hipocràticamente hablando, de la inferencia de estas instituciones políticas capitalistas en la salud humana. Una tendencia política simoniaca que, como hemos descrito, le cabe a los administradores de los gobiernos nacionales, provinciales y comunales, solo puede dejar en claro que su superación será impulsada desde la simpatía de los sectores explotados de la sociedad quienes, en su proyección de reclamo y organización política, puedan implementar una simbiosis, en primer lugar (y desde este tiempo y espacio), con una representación parlamentaria que permita poner sobre las tarimas de discusión publica los problemas sociales vigentes.
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