LA SAÑA DEL OCULTAMIENTO, Por Silvano Zapirán

La saña del ocultamiento
Por Silvano Zapirán
El oficio de ocultar voces, situaciones, acontecimientos, en fin, realidades, invita a pensar el movimiento en el cual se desarrolla la “pluralidad” implantada que muchos pregonan contra las “corpo”. Una “pluralidad” que monopoliza el discurso y que en su ironía combatiba elucubra sus dimensiones de la falsedad y el engaño. Claro ejemplo de todo aquel que transite en el doble discurso. Aquellos que reciben el beneplácito de este accionar por parte de los saqueadores de los recursos y del capital humano nacional, aunque siempre en nombre de la “redistribución del ingreso”. Seguramente dirán, como cuando San Agustín sostuvo que si bien Dios creó el mundo él no es la causa del mal que contamina la creación, que los suscriptos al club de “mala onda” son los que ven mal intencionadamente la realidad, ya que nada de lo no bondadoso que la materia aquí y ahora presenta puede ser producido por un “modelo” tan nacional y popular. Es posible que para fundar una verdad semejante, desde los sentidos y la experiencia, necesitemos caminar por cierta experiencia mística cual mencionada alguna vez desde la filosofía de Jonathan Edwards. Una especie de creencia irracional. Pero quien sea amante de la verdad científica, lejos puede adoptar un posicionamiento semejante, el cual lo haría abandonar de toda pretensión sobre la comprensión efectiva de lo real. Puro sarcasmo sin beneficio alguno para el conocimiento es aquel que nos invitan a consumir. Su relación directa con la censura, más aun en período electoral, es comodín corriente para los manipuladores de un lenguaje débil y en plena crisis que no sabe superar su condición de hijo pródigo del gran capital. Una bemba ostentosa que gusta saborear el acomodamiento de la prostituya intelectualidad.

Lo anteriormente advertido, no refleja más que un raciovitalismo enteramente pervertido, estructurado en un sistema que lejos está de ser considerado como liberador ò en beneficio del pueblo. Pues la crisis capitalista mundial acosa sus vestiduras de oropel la de los denigrados pantalones cortos del pueblo sobre el cual hará valer la decrepitud que semejante crisis arrastra. Sin embargo, los pantalones cortos de este, lentamente se van extendiendo hasta los tobillos y tomando al toro por las astas. Es que de eso se trata en los segmentos históricos de crisis: los trabajadores, ocupados o desocupados, optan por una representación y acción independiente del Estado y los burócratas, políticos o sindicales, la cual otorgue una solución inmediata a los percances sociales que se van sucediendo en el devenir de su vida cotidiana. La mayéutica socrática que aquí se vislumbra, en donde la conciencia del trabajador se adentra en el entendimiento de la cadena de causalidad que lo lleva a estar sufriendo en una situación de lucha, es un signo paradigmático del movimiento histórico de cambio. En su razonamiento sobre la realidad, sobre sus representantes políticos, patronales, sindicales, religiosos, sobre la dependencia necesaria que encuentra entre estos en sus discursos y posicionamientos ante determinadas injusticias y calamidades; en la comprensión de la estructura social y económica que alimenta este nivel de explotación y de “poca vida”, como dirían en la esquina del barrio, la cual es moneda corriente para uno; en ese grado de intelección es en donde vemos el germen de la transformación social. El puntapié del cambio para una reorganización estructural de la sociedad en la cual vivimos. Nuevas instituciones que afirmen relaciones sociales humanas y en beneficio de la población toda. Quizás no estaba tan equivocado Kèdrov al publicar en 1947, en su revista “Problemas de la filosofía” , un artículo de Markov en donde se explicitaba la determinación de los instrumentos en el conocimiento que elaboremos de la micro física. En nuestro caso, nuestros instrumentos de análisis de la realidad se ven determinados por la necesidad de disipar la miseria y explotación que nuestras sociedades sufren a costa de unos pocos. Nuestra determinación subjetiva e instrumental, para la percepción objetiva, nace de la desigualdad y la deshumanidad en la cual nos vemos inmersos. Nuestras reivindicaciones y soluciones a tal ambiente emergen desde el mismo barro.

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