OREMOS SIN DESANIMARNOS Y ASI TENDREMOS PAZ PARA COMUNICARLA


Oremos sin desanimarnos y así tendremos paz para comunicarla
Avellaneda (Buenos Aires), 21 Oct. 10 (AICA)
“Compartiendo el Evangelio”, programa radial de Mons. Frassia

El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, lamentó que sociedad del consumo “pareciera que toda nuestra vida se agota en las causas y en los efectos de los resultados. Si los tengo, pareciera que soy más feliz, y si no los tengo, soy menos feliz o soy un infeliz. Pero la vida no es eso”.

“Nuestra vida es un misterio y un misterio mucho más profundo. No podemos jamás reducirnos a los logros de las cosas o de los resultados, ¡somos un misterio! Y en ese misterio, para ser completados, ser integrado y poder pertenecerse, es necesario abrirse a Dios, a la trascendencia. Y por eso tenemos que rezar”, recordó.
El prelado precisó que “rezamos no por la utilidad ni para lograr tal efecto. ¡Rezamos porque queremos hablar con Dios!, porque le queremos contar a Dios, porque le confiamos a Dios, es necesario abrirse a Dios, a la trascendencia. Y por eso tenemos que rezar”.
“Pero la oración de la fe, la oración del creer, el rezo, fundamentalmente está respondiendo a su iniciativa. ¿Dónde está la clave? La clave está en Su Palabra; en la Palabra de Dios que nos habla, y que atentamente escuchamos y con disponibilidad respondemos. Por eso el rezo es, fundamentalmente, leer la Palabra, masticar la Palabra y luego convertirla en oración”, subrayó en su alocución radial por radio.
Por último, monseñor Frassia reflexionó: “Queridos hermanos, cuántas veces la gente habla y habla, hay tanta locuacidad, tanto hartazgo de las palabras que ya pierden el contenido y la valía de la propia expresión. Por eso es importante aprender a hacer silencio, a escuchar más y a responder mejor. Oremos sin desanimarnos, así tendremos paz y la comunicaremos a los demás”.+

Texto completo de la reflexión radial
JESÚS NOS LLAMA A REZAR SIN DESANIMARNOS
Reflexión de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús para el programa radial "Compartiendo el Evangelio", para el 29º domingo durante el año (17 de octubre de 2010)

Para recordar: no podemos olvidar que, para nosotros, este domingo es el día de la madre. ¡Qué regalo tan grande Dios ha hecho a la familia y en especial a la mujer al convertirla en madre! El mundo, los hombres y las mujeres, nacemos todos de una madre. ¡Qué dignidad tiene la mujer! ¡Qué dignidad Dios le ha compartido! Recordemos que, por más que se corte el cordón umbilical físicamente, jamás se debe cortar el lazo espiritual entre los hijos y su madre. Envío mi bendición para nuestras madres, aquellas que ya han partido a la Casa de Dios y aquellas que todos tenemos presentes.
Evangelio según San Lucas 18, 1-18 (ciclo C)
Es cierto que en el mundo exitista que todos tenemos, muchas veces reducimos nuestras acciones y expectativas a los resultados: “quiero esto”, “consigo lo otro”, “compro esto”, “quiero tal otra cosa”, “compro un celular, tiro el otro”, “tengo un GPS”; es el mundo del consumo ¿verdad?
Pareciera que, de alguna manera, toda nuestra vida se agota en las causas y en los efectos de los resultados. Si los tengo, pareciera que soy más feliz, y si no los tengo, soy menos feliz o soy un infeliz. Pero la vida no es eso.
Nuestra vida es un misterio y un misterio mucho más profundo. No podemos jamás reducirnos a los logros de las cosas o de los resultados, ¡somos un misterio! Y en ese misterio, para ser completados, ser integrados y poder pertenecerse, es necesario abrirse a Dios, a la trascendencia. Y por eso tenemos que rezar.
Rezamos no por la utilidad ni para lograr tal efecto, ¡rezamos porque queremos hablar con Dios!, porque le queremos contar a Dios, porque le confiamos a Dios; rezamos porque le creemos, rezamos porque creemos, y es lo mejor que nos puede pasar.
Pero la oración de la fe, la oración del creer, el rezo, fundamentalmente está respondiendo a su iniciativa. ¿Dónde está la clave? La clave está en Su Palabra; en la Palabra de Dios que nos habla, y que atentamente escuchamos y con disponibilidad respondemos. Por eso el rezo es, fundamentalmente, leer la Palabra, masticar la Palabra y luego convertirla en oración.
Queridos hermanos, cuantas veces la gente habla y habla, hay tanta locuacidad, tanto hartazgo de las palabras que ya pierden el contenido y la valía de la propia expresión. Por eso es importante aprender a hacer silencio, a escuchar más y a responder mejor. Oremos sin desanimarnos, así tendremos paz y la comunicaremos a los demás.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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