RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO


Lejos de dioses y demiurgos
20/09/10

Por Silvana Melo

(APe).- Ella tiene dieciséis y asegura que decidió engendrar. Si se la apura un poco en su cortedad, si se le pregunta más de lo deseado, el carácter voluntario del crecimiento de ese vientre moreno empieza a derrumbarse. No es sencillo para ella permanecer. Seguir fatigando unas horas del secundario y volver a casa, donde la historia familiar es dura, con una madre atrapada por los fantasmas de la carencia, el alcohol y los golpes. Su futuro es tan cortito, sus sueños tan modestos, que no encuentra en la mínima otredad una alternativa que no sea otra construcción familiar, desprevenida, improvisada, insegura. Ella con sus dieciséis se topa con alguien que la acompaña -acaso sólo por unas cuadras de su vida- y decide parir pero no lo decide. En realidad, su única voluntad es huir del útero primigenio y oscuro. Y proveerse otra vida a tientas, sin pensar en el futuro que a ella se le aparece como los pocos metros que quedan para la esquina.

Repetirá la historia porque está programada para el desamparo.
Acaso no exista una paridad más potente a la mitología de Dios que una mujer cuando decide hacer vida. La gestación de nueva luz en el propio cuerpo en la reiteración voluntaria y cotidiana de la cosmogonía universal es la única apuesta humana que emparda a la divinidad. Crear vida no es sólo el mito del barro insuflado por un hálito superior. Es también la panza enorme que la mujer echa adelante con orgullo, tomándola por abajo y chancleteando su camino a la diosencia.
Ella con sus dieciséis está muy lejos de tocarse el hombro con la divinidad. La vida le asesta un niño en el que se verá niña en poco tiempo y que le pesará toneladas dentro del cuerpo y fuera de él. En el alma y en la mesa de los días.
Como a la piba de quince con familia quebrada y ausente, invisibilizada por las estructuras estatales y sola de toda soledad que decide -¿decide?- parir como única forma de tener algo propio. Un niño que la demande, la necesite, la llore, la devore en su lucha por sobrevivir. Y que probablemente conozca la soledad intra y extra útero como crónica aprendida y fatal.
Como la de diecisiete, que desconoce toda herramienta de prevención y cuidado de su salud, que no tiene rumbo ni porvenir más extenso que la hora siguiente, que tantas veces logra un minuto de no conciencia con sustancias y alcoholes y que un día nota que su cintura se engrosa y lo niega y busca en la sangre que aquello no crezca. A veces son dos vidas niñas que se cortan de cuajo en un sucucho de los márgenes.
O la de catorce que un día sorprendió su vientre crecido fruto del abuso y la violencia. Y no quiere ni desea aquello que crece. Ymañana serán dos niños solos y en abandono.
Infancia que no se ve. Desaparecida de todos los rangos sociales, de todos los programas estatales -que hasta ofrecen teléfonos que nadie conoce a los que las nenas invisibles deben llamar para saber qué hacer para no quedar embarazadas como si se tratara de un acto consciente y desprovisto de contexto-. Desaparecida y sola.
Más de 115 mil chicas de hasta 18 años fueron madres en 2008. Una cada cinco minutos, calculan las estadísticas como para darle mayor efectividad al número. La mayoría fueron embarazos no deseados.
Se trata del 15,4 por ciento de los nacimientos totales en el país durante ese año.
Las cifras tienen una coincidencia contundente: en las provincias donde la pobreza, el hambre, el desempleo, la deserción escolar levantan los índices, las chicas se convierten en madres sin desearlo. O empujadas por una historia de la que no se pueden correr. Heredada, inexorable, fatal. Chaco (24,7 % de los nacimientos), Misiones (22,04%), Formosa (21,47%), Santiago del Estero (20,07%). En la ciudad de Buenos Aires la tasa de nacimientos adolescentes no supera el 7.08 por ciento. El corte brutal de la desigualdad, firme y corrosivo.
El informe oficial del Ministerio de Salud dice que la mayoría de las mamás adolescentes tienen entre 15 y 19 años. Y que los embarazos en las niñas de entre 10 y 14 años tienen raíz, generalmente, en hechos de violencia dentro de la propia familia.
Si hace falta más, la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC aporta números de 2009. En las grandes grandes ciudades “viven aproximadamente 32 mil adolescentes con entre 14 y 20 años que declaran tener al menos un hijo. Estas jóvenes tienen perfiles socioeconómicos muy diferentes al promedio de las adolescentes. El 40 por ciento pertenece al quintil más pobre de la sociedad y otro 34 por ciento al segundo quintil. El 83 por ciento ha dejado de estudiar. El 59 por ciento no trabaja ni busca trabajo, es decir, se ha convertido en ama de casa, el 22 por ciento está desempleada y sólo el 19 por ciento tiene empleo”.
Invisibles para el Estado -que sólo los agrupa como números fríos en las estadísticas oficiales- los niños no deseados, los niños de la fuga y de la ausencia de futuro, los niños del abuso y del desamparo, serán otro eslabón de una historia gruesa y extensa de abandono. Sus madres pueden morirse en el parto, ellos serán flaquitos o de pulmones frágiles, nacerán antes de lo previsto, rodarán solos, niños de niñas solas en la honda trinchera del mundo. Tan lejos de los dioses y los demiurgos.


Fuentes de datos:
Todo Noticias (TN) 16-09-10, Diario El Siglo Web - Tucumán y Diario Hoy - La Plata 16-09-10


Soldaditos de barro y miel
24/09/10

Por Alfredo Grande

“la derecha siempre tiene razón. Pero es una razón represora”
(aforismo implicado)

Iglesia y policía. Estas dos instituciones confluyen en la formación de 45 chicos que todos los sábados, de 15 a 18, asisten al casino de suboficiales para integrar la denominada “policía infantil” de Esquel, un espacio que próximamente le podrá uniforme a cada uno de sus miembros. Tiene su propio espacio en Facebook donde se define como “un grupo de jóvenes con la ilusión de encontrar su policía interior” y, en este sentido, asegura que su “misión” es “acompañar, aprender, respetar y seguir con orgullo y esmero a cada policía del brazo de nuestra Iglesia Católica”. En el espacio virtual se pueden encontrar varios videos donde se muestran parte de las actividades que realizan los sábados en el casino de suboficiales: juegos deportivos, representaciones teatrales, charlas con el capellán y con policías, práctica de formaciones y desfile policial. También allí se anunció recientemente que “después de un gran esfuerzo, empezarán a confeccionar los uniformes de los chicos”. Iglesia y policía. “Los chicos se conocen, juegan, aprenden, sobre todo lo que tiene que ver con la familia, la amistad, la vocación la vida y, a raíz de eso, van aprendiendo lo que es ser policía”, finaliza el capellán. Para muestra basta ver a los miembros de este grupo, en rigurosa formación policial, entonando una popular canción de misa que ellos adoptaron como “canción de la policía infantil”. Es aquella que reza: “Un nuevo sol se levanta sobre la nueva civilización que nace hoy...una cadena más fuerte que el odio y que la muerte...lo sabemos, el camino es el amor...”. (Puerta E)

(APe).- Quizá sea el momento de reconocer que la sangre derramada ha sido negociada. Doloroso por cierto, y justo en el extremo límite de una profunda tristeza. Negociada en una de las formas de impunidad que el pensamiento de los justos nunca hubiera podido elucubrar. Mirábamos a la impunidad como algo que desde los poderes terrenales, casi diríamos supra terrenales, se arrojaba con crueldad y brutalidad sobre el cuerpo de los mortales. Freud, del que alguna vez podremos decir que no solamente fundó el psicoanálisis como terapia sino como un formidable analizador de la cultura 1, realiza una disección de lo que denomina Masas Artificiales. Y menciona como emblemáticas a la Iglesia y al Ejército. Agrego a mi cuenta que esas Masas Artificiales son cultivo puro de cultura represora. ¿Qué tienen de artificial esas masas? Son una multiplicidad porque tienen muchos integrantes y muchos simpatizantes. Muchos que son y que no practican, y otros que practican mucho y aunque no son, se hacen. Pero esa multiplicidad es aparente, encubridora, porque todos y cada uno están cortados por la misma tijera. Que no es otra cosa (la tijera) que el Poder del Amo Despótico que ordena, juzga y castiga, todo por el mismo precio y en una sola y definitiva ocasión. Iglesia y Ejército pensadas como Instituciones, o sea, lógicas de pensamiento, sentido y acción. La cruz y la espada, dadoras de la subjetividad imperial, aptas para colonizar, destruir, quebrar, amordazar y enseñar los cantos celestiales de los ángeles del averno. Freud en uno de sus trabajos reconoce: “nunca hubiéramos sospechado: un inconciente represor”la convicción era que el inconciente siempre era reprimido por una conciencia represora y mutiladora del deseo. Nosotros, décadas después, sostenemos la convicción que la baja de la edad de imputabilidad era una estrategia castigadora de esa conciencia vigilante y cruel de los diferentes torquemadas de la historia. Dijimos que pegotear una identidad de “chorros” para los pibes era una forma de criminalizar la niñez y prepararla para nuevas y cada vez mas eficaces políticas de exterminio. Pero debo confesar, aunque sea una laica confesión, que nunca imaginé que se pudiera convocar a chicos con la “ilusión de encontrar su policía interior”. Luchamos contra el enano fascista interior, y nos madrugaron con una tecnología para implantar una alucinación.
Quizá en Esquel vieron la película El Origen y aprendieron la técnica de implantación de ideas (inception). Hablar de la ilusión de encontrar el policía interior es una monstruosidad que avergüenza y aterra a nuestros 27 años de democracia. Ya no se trata del enfrentamiento de “pobres contra mas pobres”, sino directamente del enfrentamiento de los chicos pobres que tienen hambre y necesariamente serán chorros con los chicos pobres y menos pobres que tenían tristeza pero que podrán calmar sus penas con el goce de la autoridad enseñada. Incluso tendrán uniformes y quizá triciclos con sirena. Pero no estarán jugando al policía y al ladrón. Ya no habrá juegos porque las masas artificiales no tienen sentido del humor, ni del placer, ni mucho menos del juego y la creatividad. Lograrán pibes, chicos uniformes con uniformes, que cantarán a un caminode una caricatura del amor, una deformación grotesca del amor, como solo podría ser concebida en la mente de un grassi o un astiz. Vamos a decirlo: eso que pretenden que los chicos encuentren adentro, es algo que les fue implantado (inception) desde afuera. Pero esas masas artificiales, de las cuales la Iglesia y el Ejército son emblemáticas, han sido naturalizadas, por lo tanto ya parecen parte del “adentro”. Claro, la catequesis ayuda, así como la educación católica. ¿Cómo no van a ir del brazo? Y aprenden de la familia patriarcal, de la amistad que luego será la “omertá”, el código de honor de las mafias que algunos llaman “espíritu de cuerpo”. Cuando yo era un pibe, que también lo fui y quizá lo siga siendo, fui cruz roja. Alcahuete del maestro. Le entregué el amado brazalete luego que, por mi inconducta, me sacó del aula. Consideré que no era digno de llevar esa distinción. Me arrepentí durante años, no de mi inconducta, sino de mi renuncia patriótica. Década después, uniformes policiales reemplazan al desvaído brazalete. Están fabricando en siniestras cadenas de montaje a los nuevos soldaditos, bendecidos por la iglesia, lo que es una absoluta licencia para hacer el mal mientras se predica el bien. Estos chicos de barro y miel aprenderán en sus cuerpos y lo enseñarán en otros cuerpos el exacto alcance del represor refrán: “a dios rogando y con el mazo dando”. Cuando la primera cabeza de un pibe apaleada por otro pibe, estalle en sangre y huesos, podrán decir que solo están siguiendo una ilusión. Y cantarán su nuevo himno, mucho mas nacional que el nuestro: “una cadena mas fuerte que el odio y que la muerte”, o sea una cadena para la cual amar sea odiar al odio y vivir sea matar la muerte. Odiarán y matarán creyendo que aman y dan vida. En Esquel la profecía de George Orwell (1984) se verifica una vez más: el doble pensar. Soldaditos de barro porque los chicos todavía son de la tierra que los vio nacer. Soldaditos de miel porque los chicos tienen una dulzura aunque te miren fijo y serios. Soldaditos de barro y miel que gracias al brazo armado y santificado de la policía y la iglesia, serán mas temprano que tarde, de acero y plomo. Y que al ser luego púberes y adolescentes, ya no reconocerán a su madre tierra. Se habrán entregado a una madrastra artificial y entonces, no habrá más barro, no habrá más miel, y los miraremos desangelados, y no podremos soportar tener que enfrentarlos. Pero quizá, o mejor dicho, con casi la total convicción, aunque duela escribirlo, tendremos que hacerlo. Y tendremos dolor al hacerlo. Porque en ese instante nos daremos cuenta, si no lo hacemos antes, que a esos soldaditos de barro y miel no pudimos protegerlos.

1 He denominado Psicoanálisis Implicado al psicoanálisis pensado como un analizador del fundante represor de la cultura. Desde esta concepción teórica y política, escribí las CRONICAS DE TRAPO

Artigas: ese señor que resplandece
23/09/10

Por Oscar Taffetani

(APe).- José Artigas murió en el Paraguay un 23 de septiembre de 1850. “Argentino de la Banda Oriental” -como dejó escrito en su testamento-, no renunció jamás al sueño de la Patria Grande, el sueño de un continente verde y tumultuoso en donde los ríos unan a los pueblos, en lugar de dividirlos. Hasta el día de su muerte (y murió a los 86) mantuvo la costumbre de inclinarse sobre la tierra, levantar con sus manos los terrones y depositar confiado las semillas. Vaya metáfora.

Los guaraníes de Curuguaty lo apodaron Oberavá Kara-í (el señor que resplandece). Y debía de haber algo especial en él. Lo dijo Demersey, que lo retrató en el exilio.

Gaspar Rodríguez de Francia, el supremo del Paraguay que le dio asilo, le puso como condición que no escribiera cartas y no se comunicara con sus paisanos. Artigas cumplió con el pacto. Sin embargo, cada tarde, su mirada y su pensamiento se perdían aguas abajo, buscando el mar.

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La pipa de Magritte
21/09/10

Por Claudia Rafael

(APe).- Cuando el pintor surrealista francés René Magritte escribió debajo de un cuadro en el que se veía una pipa, “esto no es una pipa” revolucionó a conciencia el mundo de la comunicación. Nos demostró con la crudeza de la cachetada que la imagen de una pipa no era a en verdad la pipa.

La imagen de la pipa no es la pipa, repetía sabiamente Magritte. Y cada estadística puede ser la imagen aunque no necesariamente es la pipa. “Menores cometen cuatro de cada cien delitos en la Provincia”, “En el primer semestre de 2010 hubo 13.000 delitos cometidos por menores”, “87 asesinatos fueron perpetrados por menores en lo que va del año” son títulos reales o posibles para una realidad de violencia que puede ser mirada desde un prisma que ofrece distintos posicionamientos.

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