RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO


La asignación y los tweeters
13/09/10

Por Silvana Melo

(APe).- La comunicación de los asuntos trascendentes no tiene más que 140 caracteres en el país donde los dirigentes discuten política de fondo en las redes sociales. En un tweet -literalmente un gorjeo o un trino- el jefe de Gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri expresó, con una sensibilidad de tiranosaurus, “Quiero expresar mis condolencias a las familias de las dos chicas fallecidas hoy en el derrumbe”. Lo hizo desde Europa. En la pajarera oficial de la Argentina, fuera de toda realidad que se aleje del country, Macri creerá que los papás y los amigos y los tíos de las chicas que fueron a un boliche a escuchar a Ráfaga el 10 de setiembre saben que el consuelo llega por Twitter y tienen una pc encendida todo el tiempo delante de sus ojos aun cuando no pueden entender que sus hijas ya no están más.

“La Presidenta instruyó al Anses para que, la Asignación Universal por Hijo, de alumnos de escuelas privadas, siga hasta fin de año. Se realizará un exhaustivo estudio”, escribió Aníbal Fernández, Jefe de Gabinete de la Nación, cuando ya era un hecho que 300 mil pibes que aprenden a escribir con una birome mordida y un cuaderno de ocho hojas en una escuelita parroquial del conurbano quedarían excluidos de la asignación por hijo. Que no es universal, hay que empezar por hacer saltar la verdad desde los nombres impuestos a las cosas.
Pero Fernández -Aníbal- creerá que los papás, los tíos y los propios pibes que colman la escuelita parroquial privada fatigando una matrícula de cincuenta pesos porque a la educación pública se le acabó el cupo justo cuando les llegaba el turno y no les garantiza que no los va a expulsar no bien se descuiden, Aníbal -Fernández- creerá que ellos saben lo que es Twitter, tienen acceso a las redes sociales y alguna vez en la vida tienen oportunidad de presionar el mágico power de una pc.
La tragedia de estos tiempos -entre otras tragedias- es que la pajarera de los twitters responde a su propio micromundo que discute y grazna excluyendo al piberío lejano y difuso, a la gente silvestre y llana.
Aquella idea profundamente integradora y justa de asignar un monto universal a todos los niños del país sólo por ser niños y del país fue descalabrada por el cálculo político y la necesidad de la dependencia clientelar. El Gobierno acotó fuertemente la llegada de la asignación -con centenares de miles de chicos excluidos- y no la legitimó a través del Congreso sino que la puso en marcha con un golpe de decreto. Lo que implicará la presión preelectoral por el miedo: si yo no sigo gobernando, el que venga arrojará la asignación por la ventana. Como un bollo de papel. Como un decreto que se pliega avioncito, hace tres piruetas y termina sobre el pavimento con un derecho que pende de un hilo. Como tantos.
Continúa llamándose falazmente universal a una asignación que deja fuera a los niños del núcleo duro de la pobreza -que es el 17 por ciento de los ciudadanos con necesidades básicas insatisfechas-, a los pibes que están indocumentados, a los que no existen para el Anses ni han existido jamás para nadie. Y como no existen en los registros oficiales no son nadie. Perdidos en el impenetrable chaqueño, en los bolsones paupérrimos de Formosa o en las villas del conurbano. Se mueren lo mismo, de enfermedades parientes del hambre, les duelen la panza y el pecho lo mismo, quedan fuera del sistema educativo lo mismo. Aunque no existan.
Tal vez los gobernantes, twitters de la gran pajarera oficial, comunicadores de 140 caracteres, creen a pie juntillas que una escuela privada implica únicamente matrículas siderales pagadas por las clases altas para reforzar los privilegios. Y desconocen -o fingen que desconocen- que en tantas escuelitas parroquiales se paga menos que el aporte para la cooperadora en la educación pública. Y que los pibes llenan sus bancos porque no tienen otra opción.
En abril Anses advirtió que sólo reconocería los certificados de escolaridad con el sello de las escuelas públicas. Y la Iglesia aclaró que dejarían sin recursos a 280 mil chicos de 700 colegios de zonas marginales. El organismo dejó efectivamente de pagar. Y ante la protesta generalizada, Aníbal Fernández gorjeó con su tweet: “La Presidenta instruyó al Anses para que, la Asignación Universal por Hijo, de alumnos de escuelas privadas, siga hasta fin de año. Se realizará un exhaustivo estudio”. Método masivo de comunicación que, por supuesto, inmediatamente llegó a los pibes que colman los comedores y a sus padres que necesitan mucho más de 140 caracteres para explicar cómo se hace para sobrevivir con dignidad en un país que histeriquea, que da y quita, que parece jugar con los que no conocen las reglas de ese juego.
No hablar para todos, no gobernar para todos, calcular con la palabra, calcular con los derechos de aquellos a los que siempre les toca el castigo. Un informe de la Fundación Siena exhibe que el Plan de Seguridad Alimentaria del Ministerio de Desarrollo Social concentró el 56% de su ejecución en capital, Santa Fe y Buenos Aires. A pesar de que Formosa y Santiago del Estero -emblemas de la inequidad- se embanderan tristemente con los máximos niveles de pobreza del país y sólo recibieron un 0,1 y un 3,1 por ciento de esos recursos.
Flaca y mínima, insensible como los anuncios de los tweeters oficiales es la justicia para la gente anónima en el país. La asignación universal que no es universal se convierte, cada vez más, en el ejemplo ilustre. Insuficiente y apenas. Como 140 caracteres.

Fuentes de datos:
Diarios El Liberal de Santiago del Estero y La Nación

¡Ahí viene Racana!
14/09/10

Por Claudia Rafael

(APe).- “Era un buen alumno”, dijeron las maestras de la escuela Olga Cossetini, de Corrientes. Tenía 14 años y se llamaba Ezequiel. Y murió en el Hospital de Pediatría. Había recibido una bala de goma en el cuello. Esther De los Santos, su mamá, dijo que "los policías se equivocaron" y relató que su hijo venía de jugar al fútbol con un amigo cuando la Policía empezó a perseguirlos. Después contó: "Capaz que corrió, como haría cualquiera cuando es perseguido por la Policía, sin saber por qué lo hacían" pero que "hay vecinos que vieron cómo le dispararon y lo trataron como a un animal. Estaba desangrándose y lo tiraron como una bolsa a la camioneta".

Ezequiel tenía un apellido con el que seguramente se podía atrever a soñarse ídolo aclamado por la gente de su pueblo. Ezequiel era Riquelme y tal vez esa tarde, antes de que la bala volara de lleno sobre su cuello niño, y al tiempo que pateaba de zurda, sentía las voces casi lejanas que como eco repetían “Riquelmeee, Riquelmeee”, mientras él ensayaba una rabona digna de los dioses en ese potrero polvoriento.
“Capaz que corrió, como haría cualquiera cuando es perseguido por la policía”, dijo la Esther. Ahora como entonces, cuando el mítico Roberto Arlt plasmaba allá por los años 30 en su “Tratado de la delincuencia” cómo “los chicos, en cuanto a la distancia veían aparecer la popular figura del comisario, lanzaban el grito de alarma: ¡Ahí viene Racana!”, que terminó dándole el mote a los policías.
Ezequiel, el pibe Riquelme, se hermanó fácil con otros 60 en su Corrientes, esa ciudad poblada de ceibos y jacarandaes, de lapachos y naranjales de los que los purretes roban unas cuantas frutas en medio de una corrida feroz de esas que no tienen a la policía detrás, sino simplemente a una vecina que pega unos cuantos gritos.
60 pibes en 27 años de democracia, dice la Red Provincial de Derechos Humanos. 60, caídos por balas o golpizas de la Policía, la Gendarmería o la Prefectura. 60 que cuentan entre su listado a Ramón Alberto Arapí, asesinado en la madrugada de aquel 20 de diciembre de 2001 en el barrio Nuevo cuando el país entero estaba en llamas y muchos cayeron pidiendo por comida, por justicia, por basta de balas, por un sueño, por la vida misma que se iba o por un país que se desangraba violentamente.
O el Moncho Arce, a quien todos querían y la policía entró a su casa a los tiros, bastonazos y patadas y lo mató a golpes en el barrio Quinta Ferré en la Navidad de 2004 cuando no hubo un solo jesucito que le tendiera una mano. O Patricia Elizabeth Bichini que siete años atrás recibió un disparo que le perforó el brazo izquierdo y el cráneo cuando peleaba con su novio, que era policía y que todavía no fue juzgado. Como tampoco los que mataron al Moncho, que era dirigente barrial y lo arrebataron de su gente.
Los 60 pibes y jóvenes deglutidos por las balas tenían un nombre, tal vez un sueño, a lo mejor tenían un amor o no alcanzaron nunca a tenerlo. Tenían una historia, un compañero de banco, una pelota que nunca alcanzaron a patear o un beso robado en un zaguán oscuro. Pero había algo que quizás ni siquiera sabían. Ese sistema que los privó de la vida no fue producto del azar. Nació hace demasiado tiempo, cuando ellos aún no eran siquiera una promesa. Cuando ni ellos ni sus padres ni sus abuelos habían echado mano a la historia.
Fue hace un siglo que Max Weber escribió que “el Estado Moderno es una asociación de dominio de tipo institucional que en el interior de un territorio h atratado con éxito de monopolizar la coacción física legítima como instrumento de dominio y reúne a dicho objeto los medios materiales de explotación en manos de sus directores pero habiendo expropiado para ello a todos los funcionarios de clase autónomos que anteriormente disponían de aquellos por derecho propio, y colocándose a sí mismo en lugar de ellos en la cima suprema”.
Pero habría que combinar con escritos paridos mucho después. Como cuando Michel Foucault decía que “todo dispositivo legislativo ha organizado espacios protegidos y aprovechables en los que la ley puede ser violada, otros en los que puede ser ignorada y otros, en fin, en los que las infracciones se sancionarán”.
Se trata de un poder punitivo institucional nacido con la sociedad moderna que actúa a sabiendas de que toda ley puede dejar de serlo. En donde el objeto de ese poder, que ha ido mutando al compás de cada época, ha sido antes despojado de otros derechos. En donde las relaciones sociales se regularon en base a la carencia. A la expulsión. A la expropiación de las garantías de vida digna. Se trata de un poder que regula las relaciones sociales y dice qué frontera pueden trasponer y cuál no aquellos a los que condenó al vacío. A los que arrinconó como sólo se arrincona a los nadies. A los que les arrebató toda promesa de mañana. A los que, como a los 60 correntinos, les destinó una bala feroz o una golpiza cruenta en una noche cualquiera.
La Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) dice en sus estadísticas de fáciles gatillos que el 3 por ciento de los muertos en los últimos años tiene menos de 14 años, que el 49,4 por ciento, entre 15 y 25. Ezequiel, el Riquelme correntino, no llegó a los 15. No le sirvió de nada saber correr como una gacela haciendo sombreritos y pases mágicos en el potrero. Antes de llegar al golazo de su vida, la violencia le cortó las piernas.

Fuente de datos:
Diario El Litoral, Corrientes 10-09-10

La utopía socialista, siempre
15/09/10

Por Oscar Taffetani

(APe).- En un reciente informe titulado Progreso para la Infancia. Lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio con equidad, Unicef alerta sobre el crecimiento de la tasa de mortalidad infantil en el mundo, particularmente en el 20% que representa a la franja más pobre de la población.

Aunque el acceso al agua potable hoy está garantizado para el 87 por ciento de los habitantes del planeta, carecen del insumo vital 884 millones de personas, en su mayor parte distribuidas en áreas rurales del Africa subsahariana y el Asia meridional. “Los niños de los quintiles más pobres de sus sociedades -dice el Informe- tienen dos veces más posibilidades de tener mayor riesgo de retraso en el crecimiento, en comparación con los de los quintiles más ricos”.

Ver nota completa en el sitio original

No hablen ahora y además, callen para siempre
16/09/10

Por Alfredo Grande

(APe).- Sin violar el secreto profesional, y con expresa autorización de un paciente, que de todos modos me pidió que de ninguna manera revelara su filiación puedo anticipar un importante proyecto cinematográfico de los productores del éxito mundial “Liberen a Willy”. Se tratará de un film de corte documental/policial/romántico/histórico, un poco conservando el espíritu de El Secreto de sus Ojos, pero en el cual no necesariamente actuará Ricardo Darín. El proyecto de marras es filmar una película titulada “Liberen a Cioli” con un subtitulo atrapante: “el secreto de sus manos”. Insisto que sin violar a nada ni a nadie, puedo adelantar, con timidez y rubor republicano, que el argumento gira en torno a un funcionario encerrado en un oceanario provincial. El núcleo del desgarrador conflicto es que el funcionario de marras había hecho amarras con el antiguo administrador/propietario del oceanario, llamado entre otros apelativos, “el turco de anillaco”, que también supo ser conocido como “la máquina de privatizar”.

Ver nota completa en sitio original

Si desea enviarnos un mensaje, puede hacerlo a
agenciapelota@pelotadetrapo.org.ar

Comentarios

Seguidores