ADMISIONES Y MINISTERIOS EN LA JORNADA DEL BUEN PASTOR

Admisiones y ministerios en la Jornada del Buen Pastor
Avellaneda (Buenos Aires), 27 Abr. 10 (AICA)
Santuario de San Juan María Vianney (Monte Chingolo)
El sábado 24 de abril por la tarde, en ocasión del día del Buen Pastor y de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, se celebro una misa en el santuario de San Juan María Vianney, en la localidad de Monte Chingolo, presidida por el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia.

La misa fue la clausura de un encuentro de sacerdotes, consagrados, religiosos y seminaristas que se reunieron para reflexionar sobre la realidad del llamado de Dios a cada uno y a rezar por las vocaciones, guiados por el el lema que el Santo Padre propuso para este año: “El testimonio suscita vocaciones”.
En la oportunidad, fueron admitidos a las sagradas órdenes los seminaristas Ezequiel O. Cruseño, Juan C. Molina, Federico Nadalich y Ricardo M. Nariccio, y el seminarista Adrián L. Marzilli recibió el ministerio del acolitado.
Si no dan testimonio no serán escuchados
En la homilía, el obispo aseguró que todos “los que llevamos en serio el nombre de cristiano, que somos católicos, que somos hijos de Dios, tendremos que dar necesariamente testimonio; tendremos que mostrar con la vida y con las obras, que creemos en el llamado del Señor”.
Y refiriéndose a los seminaristas mencionados, subrayó que “los cinco van a tomar la decisión de saber que Dios los llama más de cerca, no sólo en lo interior, en lo secreto, sino que los llama también en lo público. Porque en la Iglesia, ambas realidades están misteriosamente entrelazadas: ser discípulo del Señor es ocuparse del Pueblo de Dios; ser creyente, ser hijo de Dios, es tratar bien y llevarse bien con los hermanos”. También les manifestó el amor y la admiración de la Iglesia “por los tiempos que corren y la audacia de ustedes en responder”.
Tras señalar, en consonancia con el Papa, que “las vocaciones son suscitadas por el testimonio de los sacerdotes”, el prelado explicó que “el Santo Padre, en este mensaje por las vocaciones sacerdotales dice que Jesucristo nos llama, y los llama a ustedes, para que sean amigos del Señor”.
Y añadió: “Ser amigos del Señor, los lleva a vivir según el estilo que quiere el Señor para ustedes. Ustedes son llamados y tienen que representar la vocación que han recibido. No se pueden elegir a ustedes mismos en sus conformidades o en sus particularidades, sino que tendrán que ir conformándose a imagen y semejanza de Jesucristo, el Buen Pastor, que no vino para ser servido sino para servir; para dar la vida y darla en abundancia; y dar la vida ¡Hasta que duela! ¡No importa que duela dar la vida! ¡No importa que duela sufrir por los hermanos! ¡No importa gastarse por los demás! ¡No importa sufrir y gastarse por Dios! ¡Qué cosa hermosa, qué cosa extraordinaria! ¡Cuánto necesita la Iglesia de este testimonio! ¡Y cuánto necesita el mundo, que está opaco, vencido y quebrado, que ha perdido la fuerza de la esperanza! Por eso, queridos hijos, yo les pido que se den hasta que les duela, hasta el final, hasta que las velas se apaguen”.
“El mundo está cansado de palabras y escucha a los maestros cuando los maestros dan testimonio; pero si no dan testimonio no serán escuchados. Den testimonio y que su testimonio sea una elocuencia, un mensaje y una presencia de Dios en nuestra querida y amada Iglesia de Avellaneda Lanús”, concluyó.
Vivir como “cristianos en serio”
Monseñor Frassia también dedicó a la jornada de oración por las vocaciones, su mensaje radial del fin de semana, que está dirigido no solo a los seminaristas y sacerdotes sino especialmente a los laicos.
Entre otras cosas advirtió que “a veces, nosotros presentamos ante los demás unas ficciones, unas imágenes parciales y limitadas, o nos ‘mandamos la parte’ o ‘hacemos pinta’, o ‘hacemos pose’, o fingimos, o actuamos, o desarrollamos un personaje, y eso al Señor no le interesa. Lo que al Señor le interesa es lo que uno es. Esto es lo que tenemos que tratar. Es una tensión permanente: Él nos conoce y tenemos que seguirlo. Y seguirlo implica poner la voluntad, poner el amor, no poner las ganas sino la voluntad del amor”.
Por eso exhortó a “vivir como cristianos en serio; a la mañana, a la tarde y a la noche; estando sólo o con los demás; en privado o en público”, porque “acá no puede haber disociación”, y advirtió que “el que se disocia tiene el corazón desviado y no es un verdadero discípulo, por más nombre y apellido que tenga”.+

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