HOMILIA DE FRASSIA EN LA PARROQUIA SANTA ROSA DE LIMA


Parroquia Santa Rosa de Lima
Toma de posesión del P. Marcelo Achával
20 de marzo de 2010
Queridos sacerdotes, diáconos, seminaristas, Pueblo de Dios, hermanas, religiosas y familias:

Creo que estamos viviendo todos un momento especial, por distintas razones, por distintos motivos, unos con sentimientos, así también perplejos, pero creo que en la Iglesia, y en los tiempos que nos tocan vivir, tenemos que ir preparándonos a buscar cada vez más, y con intensidad, la voluntad de Dios y ponerla en práctica.
El Evangelio del quinto domingo de Cuaresma, nos habla de una actitud del pueblo de Israel; los dirigentes que querían hacerle una trampa a Jesús con esta mujer que estaba en adulterio. Hay algo allí del que tenemos que sacar una enseñanza. El señor no condena, simplemente pide la conversión, pide el cambio y curiosamente, a veces, en la experiencia de los años, los que más hablan, los que más critican y los que mas señalan quizás también tengan más pecados y más graves sean sus faltas. Porque Jesús les dijo a los judíos “el que este libre de pecado tire la primera piedra” y se fueron retirando empezando por los mayores.
Esto nos pone en un clima de conversión, pero esta misericordia de Jesús, esta misericordia del Señor, no es justificación del pecado. Le dijo muy claramente “mujer yo no te condeno pero no peques más”, es decir cambia de vida. No justificó, pero si perdonó, con la exigencia del cambio de vida. Actitud en la cual como pueblo de Dios, como Iglesia, todos nosotros tenemos que también volver a empezar y volver a aprender de las enseñanzas del Evangelio. Cada uno sabe de qué manera le caben estas palabras, estas afirmaciones y cada uno tendrá que sacar conclusiones en su vida personal, en su vida pública, en su vida comunitaria, en su vida familiar y en su vida social.
Hoy, el marco de esta celebración, nos ubica en la Iglesia del Señor que nos da, por medio del Obispo, un nuevo pastor, el padre Marcelo. Antes de hablar de él yo quiero agradecer públicamente al padre Alejandro su disponibilidad, su entrega, su servicio, su paciencia, sus alegrías y también sus sufrimientos. Porque cuando uno ama, cuando uno es pastor, cuando uno es padre, uno siempre se alegra con los hijos, sufre con los hijos, espera de los hijos, exige a los hijos, pide a los hijos, acompaña a los hijos; como en una familia. Si pasa eso un una familia, también pasa en la Iglesia y en una comunidad parroquial. Que Dios lo bendiga; que bendiga el mandato que le di, porque ha obrado con fe y obediencia. Que Dios lo acompañe en el destino que el Señor le ha encomendado a través de la Iglesia. Y al padre Marcelo, que cuando lo llamé aceptó con disponibilidad el mandato que el obispo le hace: “padre, te ofrezco y necesito que aceptes, esta conducción pastoral de esta parroquia”; aceptó y fue disponible a la voluntad del obispo.
En esta pregunta, en estas propuestas y en estas respuestas, ¿qué tenemos que sacar como conclusión?, que la Iglesia no la hacemos nosotros, que la Iglesia no es un club, ni una sociedad de lujos, de afines, sino que en la Iglesia estamos todos reunidos, llamados y convocados por el Señor en la fe. En la fe, es El quien nos reúne.
Ninguno tiene derecho propio, todos somos admitidos, todos somos llamados, todos somos convocados, y el que nos llamó, el que nos convocó, el que nos perdonó y el que nos cambió, ¡es Cristo! Cristo nos compró en la cruz y todos nosotros tenemos siempre sectores insolventes de su llamada y de nuestra vocación. Por lo tanto en la Iglesia estamos, por gratuidad de Dios, llamados a participar, a pertenecer al Pueblo Santo de Dios y siempre tenemos que vivir en esta actitud de amor, de regalo, de agradecimiento.
¿Para que? Para que no te engrupas, para que ninguno saque currículum, para que ninguno diga: “¡yo conozco esto!”, “¡siempre esto se hizo así!”, “¡esto debe ser de esta manera!” ¡No!, ¡de ninguna manera! Tenemos que hacer como el Señor nos va pidiendo, como nos pide la fe, ¡el Señor quiere brillar en nuestras comunidades!, quiere brillar, estar presente, ser reconocido, ser amado y ser querido.
Quiere una comunidad de puertas abiertas y que su nombre sea conocido en todas partes; que todos tengan lugar en la viña del Señor. ¡Los de la primera hora, los de segunda, los de tercera, los de cuarta y los de la ultima hora! Todos tienen lugar en la Iglesia; pero nosotros tenemos que colaborar, tenemos que entregarle al Señor nuestra voz, nuestro corazón, nuestras riquezas, nuestro sacrificio, nuestro trabajo apostólico. ¡Todo lo que nosotros somos tenemos que entregarlo para ser y hacer mas creíble la Iglesia de Jesucristo!
Tenemos que hacerla creíble y no solamente tendrán que hacerla creíble los sacerdotes, los obispos que convocan también. Pero también tendrá que hacer creíble a la Iglesia, las actitudes y el comportamiento de cada uno de nosotros. Una iglesia misionera.
Querido padre Marcelo, tu paternidad ahora se agranda, serás padre de una comunidad, padre de todos. Ten en cuenta a esta comunidad y a los otros hijos que no vienen pero que también son hijos de esta comunidad; y ten en cuenta a este barrio que está acá atrás, al barrio que esta allá y al otro barrio; a las familias, a las personas, para que éste sea un lugar de encuentro con Dios, un encuentro con el Pueblo de Dios, a través de Jesucristo, de la Virgen y de Santa Rosa de Lima; ella que vivió entrañablemente el amor a Cristo y que entendió muy bien lo que significa la cruz, la reparación, la vocación, la penitencia y la fidelidad al Señor.
Por eso, queridos hijos, yo les agradezco el sacrificio que Dios les pide como Padre del pueblo de Dios y ustedes tienen que obedecer y el obispo también tiene que obedecer y los sacerdotes también tienen que obedecer; porque todos nosotros tenemos que escuchar a Dios y hacer su voluntad, por lo tanto le pedimos a Él que pidamos en la fe, pidamos en la obediencia y trabajemos por su Reino y lo demás que siga siendo lo demás. Lo esencial es que la Iglesia anuncie a Jesucristo; lo esencial es que en la Iglesia vivamos todos como hijos de Dios y como hermanos entre nosotros.
Padre Marcelo que el Señor te bendiga, sé fiel, echa raíces en esta comunidad; cumple con la misión que el Señor te encomendó porque, si le cumples, el Señor seguirá siendo fiel contigo y con tu ministerio.
Que así sea.

Comentarios

Seguidores