CONCEPTOS DE MONSEÑOR FRASSIA DURANTE LAS FIESTAS PATRONALES DE MONTE CHINGOLO

El sacerdote debe ser un hombre que vive la pureza de la fe
Avellaneda (Buenos Aires), 7 document.write(meses(8)); Ago. 09 (AICA)
Fiestas patronales en honor de San Juan María Vianney, en la parroquia de Monte Chingolo
El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, presidió la misa por las patronales de San Juan María Vianney, en la parroquia que lleva el nombre del Santo Cura de Ars, de Monte Chingolo, donde también hizo memoria de la figura de monseñor Enrique Angelelli al cumplirse el 33 aniversario de su fallecimiento, “provocado o no, pero lo tenemos muy presente”.
También recordó a la Superiora General de las Hermanas Auxiliares Parroquiales, la hermana Elisa Monalli, al cumplirse también este martes 4 de agosto un aniversario de su fallecimiento. El prelado llamó a no ignorar, ni desatender “la importancia fundamental del sacerdote ministerial en nuestras comunidades, en nuestras parroquias, en nuestras capillas, en nuestra vida eclesial”, insistió en la necesidad de “estimar y amar profundamente el sacerdocio ministerial”.
“Pero no podemos amar solamente ideales. No podemos amar solamente imágenes del pasado. Tenemos que amar concretamente: ¡este sacerdote!, ¡este es el obispo que tienen!, con sus luces y con sus sombras, pero es este. Y así nos pasa como en la familia: tenemos que amar a mamá y a papá como son ¡no como quisiéramos que fueran! Es fácil amar ideas pero más difícil, más real, es amar personas”, subrayó.
El obispo consideró que “en la Iglesia tenemos que amar a este sacerdote, a aquél sacerdote, a aquella religiosa, a este consagrado, a este obispo. Porque el realismo es lo que debe caracterizar nuestra vida cristiana. Si no somos realistas no somos auténticos cristianos. Por eso dejamos de lado las ilusiones y vamos al centro de las realidades”.
Monseñor Frassia convocó a pedirle al Santo Cura de Ars que “santifique a nuestros sacerdotes, que los bendiga en su sacrificio, en su entrega, en su donación, en su vida. Y que perciban el gozo más grande que hay, el gozo de haber sido elegidos por Dios, en la Iglesia, para ser testigos de Él, en esta Iglesia.
“El sacerdote debe ser -señaló- un hombre enamorado; un hombre que vive en la pureza de la fe; un hombre que vive en la alegría sacerdotal de su entrega cotidiana; un hombre que es fiel en aquello que es visible, pero mucho más fiel en aquello que es invisible: en la vida interior de cada día”.
Por último, monseñor Frassia recordó a otros ejemplares sacerdotes como el Cura Brochero, el cardenal Eduardo Pironio, el presbítero Rodolfo Carboni, y tantos sacerdotes que “hemos conocido y que a lo mejor ya no están, pero están presentes en nuestra memoria y en nuestro corazón”.
+Texto completo de la homilía
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