¿LOS SUPERPODERES LLEGARON A LANUS?



No hay un solo intendente del conurbano que se haya quedado sin facultades extraordinarias. En 2008, los jefes comunales de los 25 distritos de la región política de mayor peso en el país podrán reasignar partidas presupuestarias sin pedir permiso a los concejos deliberantes. La excepción se transformó en una norma: ya no hay municipio sin superpoderes. Al igual que el gobierno nacional y 18 de las 24 provincias, los municipios argumentan que son indispensables para una gestión exitosa. “Sin ellos, es imposible gobernar”, aseguran. Para la oposición, en cambio, son una forma de evadir controles. “Vacían la vigilancia legislativa en el uso del dinero”, se quejan. La caja presupuestaria del conurbano superará este año los 4500 millones de pesos. “Los superpoderes se extienden porque los intendentes los toman como una costumbre”, dijo a LA NACION Roberto Vicente, secretario del Tribunal de Cuentas bonaerense, órgano nombrado por el gobierno provincial que audita cada año los presupuestos municipales. “Una vez que se los otorgan – señala–-, es muy difícil que los pierdan.” La clave para obtener los superpoderes reside en conseguir la mayoría legislativa. Con ella, al igual que en los niveles nacional y provincial, los intendentes acceden rápidamente a una administración sin restricciones. La mayoría apela al artículo 119 de la ley orgánica de las municipalidades, que autoriza a los concejales a "facultar" en forma "general" a los intendentes para transferir créditos y crear o modificar partidas. La autorización se incorporó en 1977, durante la última dictadura, cuando los concejos no funcionaban. Tres décadas después, los jefes comunales la usan cada año para sostener sus atribuciones. Otros apelan también a un modelo de gestión de la provincia (la reforma de administración municipal) y que, en caso de emergencia, permite mover fondos afectados a obras especiales. Desde Tigre, en el extremo norte, hasta La Plata, en el extremo sur, cada jefe comunal hoy puede modificar partidas de libre disponibilidad. Eso sí, no todos administran el mismo poder. Algunos, como Martín Sabatella, en Morón, manejan hasta el 30 por ciento del presupuesto. Otros, como Hugo Curto, en Tres de Febrero, casi no tienen restricciones. "Es una cuestión operativa. Hay que tener recursos para emergencias", dijo Curto a LA NACION. "¿Qué hacés cuando gente desesperada golpea la puerta del municipio? ¿Le decís que espere que aprueben una ordenanza? ¡Acá hay que gobernar!", argumentó. Atribuciones similares tienen los intendentes de La Matanza, Merlo, Avellaneda, Hurligham, Lomas de Zamora "No lo veo como un problema y nadie me planteó quejas", señaló Alberto Descalzo, jefe comunal de Ituzaingó. En Florencio Varela, Daniel González, secretario de Hacienda del intendente Julio Pereyra, fue explícito: "¡No podemos tener un corset en la gestión! Al intendente lo votan para administrar". De lo contrario, arguyen en el oficialismo, deberían apelar a ordenanzas del Concejo todo el tiempo y eso los desgastaría. La diputada provincial por la Coalición Cívica (CC), Liliana Piani, es más crítica: "Hay un desmanejo institucional absoluto. Lo hacen para no rendir cuentas nunca". Intendentes como Pereyra, que gobierna Florencio Varela hace 14 años, o Descalzo, que comanda Ituzaingó hace 12, están acostumbrados a las facultades. Pero ahora también las aprovecharán quienes desbancaron a históricos "barones del conurbano" y que se presentan como "la renovación peronista". En 2008 tendrán superpoderes Darío Giustozzi en Almirante Brown, Daniel Di Sabatino en San Vicente, Darío Díaz Pérez en Lanús, Pablo Bruera en La Plata y varios otros más. Dicen tener una explicación: el "descalabro financiero" que encontraron en sus distritos era de tal magnitud que necesitan facultades especiales para no quedar atados a la estructura que heredaron. "Emergencia económica" En más de un caso declararon también la "emergencia económica", lo que les da aún más atribuciones para transferir partidas. "Sé que limita el accionar del Concejo, pero si no Lanús explota", justificó a LA NACION Díaz Pérez, que desbancó a Manuel Quindimil después de 24 años. "Nuestro presupuesto lo armó él. Tengo el 90 por ciento afectado sólo al personal y la recolección. ¿Cómo gobierno sin transferir partidas?", preguntó. "No lo tenía previsto, pero lo tengo que hacer." La argumentación es casi idéntica a la de Bruera. También él declaró la emergencia, denunció deudas consolidadas y despidió a más de 1000 empleados. Heredó facultades especiales y dice que, por ahora, las mantendrá. "Estoy dispuesto a dialogar", prometió. En Esteban Eceheverría, Fernando Gray heredó la deuda más grande del conurbano bonaerense, 25 millones de pesos. "Ni siquiera pienso en reasignar partidas porque no tengo plata", admitió. Todavía no tiene presupuesto 2008. Por ahora, la declaración de emergencia le permite renegociar libremente las deudas con proveedores. Otro intendente que por ahora gobierna sin presupuesto es Francisco Gutiérrez, en Quilmes. Dice que lo presentará en febrero. "No me interesan los superpoderes. Fueron un instrumento necesario para la crisis. Pero cumplieron su objetivo. Puede ser el último año que existan en Quilmes", anunció. Mientras tanto, los tendrá disponibles en 2008. Si los necesita, podrá usarlos. Como todos sus colegas, sin debates y casi sin restricciones.

Por Juan Pablo Morales
De la Redacción de LA NACION
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