RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO


La Esperanza
(La herejía de su invisibilidad)
30/05/07
Por Alberto Morlachetti
(APE).- Se dice que toda antigüedad es oscura, sin embargo los pueblos del origen tienen la mirada clara y siguen sembrando niños -obstinadamente- entre Palmares de palma blanca y clavel del aire mientras el chajá oficia de centinela y el yaguareté escribe la leyenda del Impenetrable.

Está situado a 130 km al noroeste de Resistencia, capital de la provincia, donde los quebrachales forman comunidades mientras las palomas montesas parecen frutos del Guayacán y el lapacho entrega flores rosadas a la belleza de los días.
-I-
El Instituto del Aborigen Chaqueño (IDACH) y el Centro Nelson Mandela de Chaco denunciaron el 21 de mayo un "genocidio étnico" en contra de las comunidades tobas del Impenetrable, víctimas del hambre, el Chagas y la tuberculosis.
Bashe Nuhem -comunicadora toba de la Red de Comunicación Indígena (RCI)- sostuvo que ya no pueden sembrar porque les quitaron las tierras, que siete niños se llevó la muerte en 5 meses. "Que apenas tienen espacio para vivir aunque en realidad se van muriendo de hambre". Sin embargo la muerte de los niños es apenas una estrella fugaz dentro del movimiento de los cuerpos celestes en la esfera armilar. Nunca un crimen.
"Lo más indignante es que los centros de salud no nos atienden porque somos indígenas y nadie llega a nuestros lugares, estamos totalmente abandonados", denuncia Nuhem desde Castelli la puerta del mítico Impenetrable.
-II-
El racismo es abominable, una combinación de vértigo y de horror. Considerar a alguien como culpable -como enemigos hereditarios- y odiarlo por pertenecer a una colectividad no "escogida" por él, por aquello de lo que no es responsable, su "nacimiento" en una cultura -de la que los tobas se sienten orgullosos- hace vacilar a los espíritus más nobles que miran de reojo a los nuevos colonizadores como portadores de la nueva utopía ultraliberal: cierta forma de demencia a la que consagran sus vidas.
Rafael Barrett ya en 1909 escribía, cuando los últimos safaris no hayan dejado vivas más que las especies domesticadas, y falten hasta razas inferiores que linchar; cuando el suelo y el aire estén saturados de "civilización" y mientras abajo se respire a máquina, arriba se circule geométricamente; cuando en el planeta-ciudad haya desaparecido el misterio, ¿qué será de nosotros? Espero que las estrellas -las castas estrellas, como decía Macbeth- estarán bastante lejos como para ser contaminadas por el hombre (...) hasta la naturaleza odiamos (...) y también nos odiará la tierra. Vagaremos hambrientos sobre su seno destrozado y estéril.
-III-
Decidió volverse invisible, mejor dicho propagar la herejía de su invisibilidad, escribe Manuel Scorza. ¡Antaño había sido transparente para las autoridades, hoy sería invisible para todos los hombres! Blindado por su armadura de cristal cruzaría hitos velados, penetraría a caseríos resguardados, convencería a los tímidos, seduciría a los prudentes. Chinche lo había creído invisible durante años. ¿Por qué no aceptaría una transparencia capaz de aniquilar todas las prohibiciones? ¡Sería invisible! Él mismo difundiría la soberbia impostura. ¡Sería invisible para todos los hacendados y vigilantes del mundo, y transparente, inaprensible, intocable, invulnerable, prepararía una magna sublevación! ¿Qué comunero no secundaría a un hombre que jamás sería capturado? ¿Qué peligro corrían con un ser que a voluntad se disolvía? Amanecía. La aurora y su pueblo de pájaros descendían chillando de las grandes nieves. Se levantó y miró al sol.
Fuentes de datos: Diario La Voz del Interior - Córdoba 29-05-07 y Centro Nelson Mandela de Chaco

El país de Santoro
31/05/07
Por Oscar Taffetani
(APE).- Pedro Gaeta, porteño y pintor, capturó una escena muy común en el fútbol: un delantero que salta a cabecear y un defensa que le salta a la par. Uno -vemos por la camiseta- es de la Academia; el otro, de los Diablos Rojos. Nada especial.

Pero si acercamos el ojo a la solapa de Literatura de la pelota, libro que se acaba de reeditar, nos enteramos de algo más: “Santoro siempre le decía a Gaeta que eran primos hermanos: un pintor comunista de Independiente y un poeta trotskista de Racing”.
Podríamos decir todavía más de esa pintura. Aclararla con palabras y recuerdos. Llevarla al color de la tristeza seca. O hasta el color, húmedo y brillante, recién llovido, de la ternura.
Roberto Jorge Santoro (“Totito”, para el barrio de Chacarita) era el alma de la revista Barrilete, que juntaba en un solo envoltorio versos y prosa, fútbol y boxeo, tango y revolución.
El desenfado de Barrilete, su compromiso, su desafiante alegría, se advierte en los versos de Uno más uno humanidad, uno de los últimos poemarios de Santoro:
“Hoy estoy triste / y los negocios cerraron / porque un juez con la corbata sucia / condenó a cadena perpetua a un hombre de cuatro años”.
“Los dictadores apuestan sus hijos en las carreras de caballos /... / le han hecho juicio de desalojo a la esperanza”.
“Los violinistas usan el violín para matar las moscas /... / el cielo se abarrota de expedientes /... / la princesa padece de urticaria / y le rompieron la cara a la ternura...”
Muchas de las páginas de Barrilete -y sus sobres y sus afiches y sus libros- iban ilustrados con tintas y dibujos de Gaeta. Por eso es justo que al reeditar Literatura de la pelota -primera recopilación de textos y miradas sobre el fútbol, hecha en el país- la ilustración de tapa sea de Pedro Gaeta.
Antes del secuestro y la desaparición de Santoro -hecho ocurrido un 1º de junio de 1977, hace exactamente 30 años- Totito y Pedro eran, ya lo dijimos, “primos hermanos”. Tenían la rivalidad natural del barrio, de la militancia política, de los afectos y amores juveniles.
Hoy Totito y Pedro son hermanos. Simplemente: hermanos. Los hermana el sueño inquebrantable de otro país. Un país donde los jueces no condenen a hombres de 4 años. Donde no le hagan juicio de desalojo a la esperanza. Donde el cielo no esté abarrotado de expedientes. Y donde no haya nadie -nadie- capaz de romperle la cara a la ternura.



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