RESUMEN DE LA AGENCIA INFORMATIVA PELOTA DE TRAPO


Dos suicidios
27/09/07
Por Alberto Morlachetti
(APe).- Vivían con su corazón hinchado de desgracias, tanto lugar como tendrían para las bellas aventuras, escribía Gelman. Pero esas nunca vendrán y dos pibes no quisieron saberse más. La aldea Fortín Mbororé se encuentra cerquita de Puerto Iguazú y anda de alarmas porque hace pocos días hubo dos suicidios y otros tantos intentos. El primero ocurrió el lunes 17 de la semana pasada, cuando Víctor Moreyra (17 años), sobrino del cacique, se quitó la vida colgándose de una sábana. El segundo fue el de Julio Martínez (15 años), quien el viernes 22 después de la celebración por el nuevo año mbya-guaraní, decidió poner fin a sus días.
Un rumor, como venido del fondo de la historia, los dibuja en un retrato antiguo. Son guaraníes, es decir, un pueblo para el que hace siglos, todo lo que existía entre el cielo y la tierra, solía ser cosa de hoja simple o de transcurrir de agua. Quizá el conflicto más grande que pudieran tener con la luminosa tierra misionera, es que las mujeres le disputaran al paisaje, la perfección de sus trenzas. Belleza y mitología eran su gloria y sólo los niños robados por el Yasí-Yateré, una de las deidades más temidas, podían enfermar seriamente.
Hoy, sin embargo, sobreviven en la oscuridad, acechados por el hambre, muy lejos ya de su fresco paraíso. Aún sin renunciar a la larga historia aprendida entre generaciones, la caída de sus viejas creencias parece inexorable. Dicen que en las comunidades de Takuapí, Posito, Ka'a Cupé, Leoni Potý, Ñamandú, Kaagy Porá e Ita Potý, el 58% de los niños padece de algún grado de desnutrición. Ahora los temidos no son más que personajes seculares, ajenos a ese cielo suyo, enredado de enigmas y raíces. Ahora amanecen la muerte, las cenizas, las agrietadas frentes de las ruinas.
En un informe -realizado por Teresa Celina Kuhn- manifiesta que las condiciones sanitarias son penosas y en general, los tratamientos no se completan. Atrás quedaron los tiempos en que los niños dormían entre un respiro de menta y otro de mejorana. Los efectores de salud ven desfilar los casos de tuberculosis, neumonías y otros males que la miseria prodiga en el cuerpo de esos chicos sombríos y callados, que parecen haber nacido sabiendo lo que los otros nunca saben.
La hermosa tierra misionera, la de las ceremonias del origen, se está quedando sin sus hijos. La leche escasea en la doble luna del pecho y esas madres que temprano, descubren su rebose de vida: “El promedio de la edad del primer embarazo está en los 17 años”. Cuentan que “la mortalidad perinatal es otro flagelo latente”. A casi el 40% se les murió más de un hijo en el vientre -a punto de nacer- o en el despertar de los retoños.
La discriminación transforma en insensible la mirada de la mayoría. Crea una diferencia y pone el acento sobre un descarrío. Prepara la persecución y la muerte sobre un pueblo que amó entrañablemente a sus hijos. Nietzsche -siempre controvertido- manifestaba que el Estado es el lugar donde el lento suicidio de todos se llama vida.
Fuente de datos:Diario El Territorio - Misiones 25-09-07

Monocracia y democidio
26/09/07
Por Oscar Taffetani
(APe).- En los manuales escolares de otras épocas se traducía el aristotélico término democracia como “el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo”.

Al bueno de Aristóteles ya le faltaban, reconozcamos, algunas páginas en su libro (por ejemplo, una que dijera que los seres humanos esclavizados también eran -y son- sujetos de derecho).
Y de Aristóteles a esta parte, mucha agua (y sangre) ha corrido bajo los puentes, hasta llegar al presente, cuando oscuros poderes se han adueñado de territorios y países, usando el prestigio, cada vez más devaluado, de la palabra democracia.
Novedades argentinas
Un término que acuñaron los constructores de autopistas -colectoras- le sirve al nuevo Establishment argentino para justificar su modo pragmático de juntar votos. Por derecha o por izquierda, por arriba o por abajo, juntar votos. Sólo votos, sin otro contenido que un par de nombres en una boleta. Y sin programa. Y sin compromiso de nada. Como un cheque en blanco firmado a un representante que será -si gana- “el representante de todos” (o sea: el representante de nadie).
Un complemento para las colectoras (especie de ley de lemas que ni siquiera respeta las formas de la ley de lemas), son otros notables inventos argentinos: la borocotización(comprar a un diputado y darlo vuelta, cuando ya ha sido elegido) y la doble candidatura (una mezcla de ensoñación y realismo, expresada en la consigna: “vóteme para presidente, que quiero ser diputado”).
Los no representados
A partir de la crisis política incubada en los últimos años del menemismo -crisis que estalló y se manifestó en toda su magnitud durante el gobierno de la Alianza- hemos podido ver colectivos (es decir, conjuntos humanos) muy diversos, con dolores y demandas y aspiraciones que no habían sido recibidas ni escuchadas ni satisfechas por la política tradicional, ni por las instituciones tradicionales.
Obreros y empleados, por ejemplo, a los que un decretazo, una ley amañada o un per saltum de la Corte Suprema los había dejado, de la noche a la mañana, sin “su” empresa, sin “su” fábrica, sin trabajo ni casa ni lugar en el mundo.
O jóvenes argentinos del color de la tierra -otro ejemplo- legítimos habitantes de las selvas y los bosques del Noroeste, súbitamente arrojados al otro lado de una alambrada, empujados por perros guardianes (y por guardianes perros) lejos de su hábitat, obligados a mendigar, a hurtar naranjas y a caminar por los márgenes de una ciudad siempre hostil.
¿Quién representa a esos argentinos de Cutral-Có, de Tartagal, de Villa Diamante y Ciudad Oculta, a los de “Fuerte Apache” y “Los Hornos” (¡hasta los nombres nos hablan de su orfandad!).
Nadie los representa, nos respondemos. Se representan a sí mismos, cuando pueden. Y como pueden.
Un ex presidente se jacta, en su libro de Memorias, de haber “apagado el incendio”, es decir, no de haber ayudado a los pobres a salir de su pobreza, sino, simplemente, de haber neutralizado su protesta.
Una candidata a presidente sale de gira por el mundo a decirle a los mismos lobos y buitres de siempre que la Argentina es un país “con grandes oportunidades de negocios”.
Ninguno de los candidatos con chance de ser gobierno, en este baile de las colectoras, se anima a prometer (¡siquiera a prometer!) que va a terminar con el hambre en el granero del mundo, o que recorrerá las calles y caminos en persona, para dar techo a los sin techo y trabajo a los que no lo tienen.
No. En estas elecciones, los candidatos con chance, los favoritos de las encuestas, ya ni siquiera se molestan en hacer promesas. Ellos sólo esperan el cheque en blanco que venga de las colectoras. Como si fuera un trámite administrativo. Como obtener una licencia para gobernar.
El gobierno emergido en esas condiciones, ya no será del pueblo por el pueblo y para el pueblo, como pide la antigua fórmula aristotélica. Es decir: ya no será, cabalmente, democrático.
¿Y qué será, entonces?No lo sabemos. Se nos ocurren variantes extrañas. Formas aún no conocidas. Nuevas argentinadas. Monocracia y democidio, por ejemplo.

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