EL AÑO DE LA INDEPENDENCIA Y DOS DESASTRES NATURALES

EL AÑO DE LA INDEPENDENCIA Y DOS DESASTRES NATURALES 
 En 1816, un hecho ocurrido en la provincia de Tucumán generó alborozo en el resto del país, al sellar definitivamente nuestra independencia, un camino iniciado el 25 de mayo de 1810. Si ese 9 de julio, la noticia hermano en un solo grito a todas las Provincias Unidas del Río de La Plata, meses después, un fenómeno meteorológico lo haría, pero en la desgracia a dos poblaciones bonaerenses. En efecto, las fuertes lluvias y vientos huracanados que soplaron en el mes de septiembre causaron estragos en la guardia de Rojas y también en Barracas al Sud. En esa última población, que por entonces pertenecía al curato de Quilmes, algunos vecinos fueron socorridos por Elías Galván, un correntino nacido en 1774 pero que por ese entonces vivía en Buenos Aires. 

Tras el pronunciamiento del Congreso de Tucumán hubo grandes festejos en Buenos Aires. El 16 de julio se dio a conocer por bando publico lo resuelto por el Congreso, por lo que se dispusieron diez días consecutivos de iluminación en la ciudad y hubo música en todas las calles y plazas, como así también se dispararon fusiles y cañones en señal de alegría.
 En ese marco el 29 de julio llega a Buenos Aires designado como director supremo de las Provincias Unidas Juan Martín de Pueyrredón, renovándose los festejos que se repetirían en el mes de septiembre. En efecto el 13 de septiembre de ese año se juró en la capital la independencia de las Provincias Unidas de Sud America del rey de España Fernando VII. De acuerdo al relato de Juan Manuel Beruti ¨la jura se hizo este día en la plaza Mayor de la Victoria y en el de la Residencia y al siguiente día en las de Monserrat y San Nicolás, todas por la mañana¨. En sus ¨Memorias Curiosas¨ Beruti continua su relato sobre los festejos y agrega ¨por tres días hubo danzas, baile, toros, comedia e iluminación general en toda la ciudad¨. Los festejos prosiguieron con ¨salvas de artillería de la fortaleza y marina fueron repetidas¨. Hubo buques empavesados e iluminados de faroles a la noche que ¨daban gusto y complacían la vista, pues en el río parecían un volcán que salía de luz entre las aguas¨, anotaba en su libro. Los festejos por la independencia fueron extensos y en Buenos Aires se iniciaron el día 13 de septiembre y se extendieron hasta el lunes 16 por la mañana. Es precisamente ese día, que la guardia de Rojas sufrió un huracán devastador y en forma simultánea, la zona de Barracas padecía una enorme inundación. En cuanto a lo sucedido en Rojas, una crónica un tanto fantasiosa aparecida en La Gaceta relata que ¨A las tres y media de la tarde se vio descender de la atmosfera, sin lluvia un pedrón de nieve durísimo, como del peso de dos libras, y cayendo se dividió en cuatro pedazo. En seguida se distinguió por la parte sur un torbellino acompañado de una especie de temblor, y de una similtud de globos ígneos. Se atribuye a éstos el haber quedado los pastos, las maderas de algunos edificios, y los cercos de tuna con indicios evidente de incendio. El torbellino se dirigió a favor del viento, sobre la mayor parte de la población, y causó lo más extraordinarios efectos, experimentándose casi los mismos caprichos de las centellas y los rayos. Un edificio tan leve en su construcción como una carreta que estaba contigua quedo ileso, al mismo tiempo que la última fue arrebatada por los aires, salvando los cercos que estaban distantes. Se vieron caballos trasladados por elevación a distancia de cuatro cuadras del lugar donde se hallaban. Una mujer corpulenta fue sacada de su casa, también por elevación, y llevada en rumbo al sud como dos cuadras, de donde retrocedió trece cuadras hacia el norte. Se han encontrado varios bueyes y vacas enteradas hasta las astas, otros que las tenían cortadas de raíz, y otros que las conservaban pendientes como hilos del cutis. Los estragos causados por este fenómeno horrible son de gran consideración, pues han sido taladas hasta la superficie de los cimientos sesenta y dos casas, sin incluir nueve que han quedado sin techo, y las restantes llenas de agujerotes. Vecinos muertos hasta el 30 de septiembre citado de resultas del huracán, veinte y uno: fracturados, cinco; heridos contusos con lesión de continuidad, diez. Simples contusos, cuarenta y seis¨.
 ¨Por fortuna de los habitantes de esta capital, el huracán fue a buscar victimas en el infeliz pueblo de Rojas¨, agregaba el cronista de la Gaceta. También, sobre ese desastre natural opina que ¨si nuestros amigos naturales, los adictos a la real persona hubieran podido atraerlo sobre nuestras cabezas, y hacer que Buenos Aires padeciese las ruinas que causó el terremoto de Caracas¨ lo hubieran hecho según afirma el autor de ese articulo aparecido en La Gaceta N° 78 del sábado el 26 de octubre de 1816. Apuntamos que el terremoto a que hace referencia el redactor, ocurrió en Venezuela el 26 de marzo de 1812 y causó entre 10.000 a 20.000 muertos. Por suceder ese fenómeno en jueves santo, los clérigos realistas hicieron creer al pueblo que se trataba de ¨un castigo divino por la sublevación de los patriotas contra el legítimo soberano, el virtuoso Fernando VII. Es por esa razón, que redactor de las líneas liga elípticamente a ese desastre, con el rompimiento de los lazos con el rey y sus deseos de castigar a los rebeldes, es decir al pueblo de Buenos Aires por independizarse de España.
Por otra parte, el relato -quizás un poco fantasioso – muestra la violencia de ese fenómeno ocurrido hace 199 años y a unos 260 kilómetros del antiguo Buenos Aires. Sin embargo y más allá de la apreciación final del cronista de La Gaceta, lo real es que no fue otra cosa que un fenómeno natural, el que azoto esa zona pero no fue el único. En efecto, también se produjo una fenomenal inundación en Barracas al Sud, que arrasó con las modesta viviendas de de sus pobladores. Por entonces la zona era habitada por muy pocos pobladores y algunos saladeros, pero abundaban los pantanos y bañado.
DESBORDE DEL RIACHUELO 
 La inundación de septiembre de 1816 no sería la única, hubo otra más que se fueron repitiendo mientras ese curso de agua mantuvo se cause original, ya que su rectificación se inició en 1930, aunque nosotros nos ocuparemos de la ocurrida el año 1816. Si bien en situaciones normales la gran correntada que tiene el Riachuelo no se nota, los vientos sudeste no le permiten desaguar en el río de La Plata, por lo que cuando se unían ese fenómeno con grandes lluvias en su cuenca, la correntada, por entonces hacia estragos en los bajíos. La zona del Riachuelo era inundable y sus alrededores húmedos, mientras que en su ribera había bosquecillos de sarandíes negros, ceibos, blanquecillos y gruesas matas de penachos blanco. En cambio en los bajos predominaban los juntos y flotaban los camalotes. Su valle estaba invadido por pajonales de paja brava y duraznillos blancos y en ese medio comenzaba a aparecer los primeros ranchos en Barracas al Sud.
Antiguo cauce del Riachuelo 
En su libro ¨Mis Memorias¨ Lucio Victorio Mansillas hace referencia de las situaciones que generaban esos desbordes. El hijo de Lucio Mansilla,- uno de los héroes de la Vuelta de Obligado - al referirse a la chacra que su tío Tristán Baldez poseía en las Lomas de Zamora, como alguna vez se llamo la zona de Quilmes y luego Barracas al Sud y la que visitaba con frecuencia. Sobre esos viajes apunta que ¨En invierno los caminos eran lagunas, pantanos, y cuando el río Barracas desbordaba hasta había riesgo d e vida en pasar los bañados¨. Recordemos que Lucio Victorio nació en 1831 en Buenos Aires y falleció en Paris en 1913, mientras que la primera edición del libro mencionado se publicó en Paris en 1904. La distancia en tiempo entre el temporal que azotó Barracas y el libro de Mansilla es bastante amplia, pero entonces, los cambios en el paisaje que realizaba el hombre para mejorar la zona eran lentos, por lo que el relato de esos viajes son una muestra de cómo se encontraba la zona de Barracas y sus alrededores.
 Si el huracán en la guardia de Rojas hizo estragos, no serian menos los producidos por las lluvias y la crecida del Riachuelo que lo hacia indomable en esas circunstancias. En efecto, las lluvias que se registraron en toda la cuenca del Riachuelo desde el martes 17 de septiembre de 1816 y que se prolongaron el miércoles 18 y jueves 19 fueron suficiente para incrementar notablemente su cause. Los constantes aguaceros fueron acompañados por granizo y vientos del sudoeste que impedían el escurrimiento de sus aguas al río de La Plata y de allí su desborde por las zonas más bajas. Recordemos que por entonces y a lo largo de sus serpenteantes 65 kilómetros recibía el aporte de los arroyos Cañuelas, Chacon Morales y Cildañes.
Otro de los factores que influyeron para complicar el escurrimiento fueron sus numerosos meandros, que desaparecieron con la rectificación. En esos días, las lluvias y el viento sudoeste hicieron su obra destructora al convertir la zona que nos ocupa en un inmenso lago de unas cinco leguas de superficie es decir unos 25.000 metros, alcanzando en algunos puntos los dos metros de profundidad. Por el lado Norte el agua llegaba a las barrancas de la chacarita de de Santo Domingo y por el sur abarcaba más allá del actual territorio de Avellaneda, por lo cual de Casa de Teja ¨solamente se veía su techumbre¨.
 Agreguemos en referencia a la Casa de Tejas, que la misma fue levantada por el estanciero Juan de La Cruz Contreras en 1796 en cercanías de la horqueta que formaban los arroyos Las Piedras y San Francisco. Al estar situada a unos cien metros del camino a Chascomús, era vista por todos los viajeros que se desplazaban por allí e incluso, durante la inundación referida, sirvió de refugio para algunos evacuados. Apuntemos también con respecto a esa casa que, durante la epidemia de fiebre amarilla ocurrida en Buenos Aires en 1871 y que provocó la muerte de unas 14.000 personas, también sirvió de alojamiento para los que escapaban de esa terrible enfermedad. En cuanto al camino referido, el mismo salía del Paso de Barracas para llegar al cruce del arroyo Conchitas, cercano a la estación ferroviaria José María Gutiérrez, donde se abrían tres caminos, uno de los cuales iba a Chascomús, La propiedad de Juan Cruz Contreras se hallaba en ¨Orqueta Curᨠantigua denominación de lo que luego sería Florencio Varela, aunque ese sector hoy corresponde a San Francisco Solano, localidad fundada el 12 de octubre de 1949. Como se ve, las aguas de esa crecida llegaron muy lejos y eso no es extraño, si tenemos en cuenta que territorio que nos ocupa es excepcionalmente llano, existiendo por entonces, numerosos pantanos y bañados donde se acumularon las aguas de lluvia. El enorme lago formado tenía al frente el sitio mencionado, detrás, los altos de la Convalecencia por uno de sus costados, el río de La Plata y por el otro, las tierras del actual Lanús donde también abundaba los pantanos y penetraban alguno meandros del Riachuelo, los que desaparecieron tras su rectificación. Recordemos que en el años 2000 en esa última localidad mencionada, se realizó una excavación arqueológica en un intento de encontrar rastros del saladero ¨Las Higueritas¨ apareciendo allí sedimentos comunes a las zonas de cañadas y pantanos.

 Horqueta formada por la unión de los arroyos Las Piedras y Las Perdices 
Las actuales tierras de Lanús, entonces también fueron alcanzadas por esa crecida. En efecto y, aunque por entonces la zona formaba parte del curato de Quilmes, tras la caída de Juan Manuel de Rosas en 1852 se oficializaba el nombre de Barracas al Sud, con el que se conocía la zona desde 1805 y donde hoy se levanta Avellaneda y Lanús. En este último lugar, las aguas también llenaron los bajos y arruinaron los primitivos caminos. El Riachuelo por un lado y los arroyos Galíndez y Las Perdices hicieron lo suyo para ello. Si bien la planicie afectada fue muy extensa, la escasa población existente evitó que se debieran lamentar un mayor número de victimas fatales como veremos mas adelante. La enorme crecida provocó la desaparición del puente Barracas, levantado en 1789 por Juan Gutiérrez Gálvez, aunque por distintos motivos el puente en 1813 pasó a ser explotado por el vecino Nicolás Paduan.
En el trascurso del año 1816 en Buenos Aires y zonas aledañas fueron muy copiosas, según anotaba en sus registros Bartolomé Muñoz. En un resumen de esas anotaciones publicado en el periódico ¨El Desengaño¨ del miércoles 25 de diciembre de ese año apunta que ¨si hubiéramos tenido un hidrómetro para medir con certeza su elevación sobre la superficie de este suelo, hubiera causado más admiración su exceso. Yo he visto torrentes algunos días en diferentes calles que su profundidad pasaba las dos varas. Solo en el mes de enero y noviembre podemos decir que no ha habido lluvias notables, el 26 y 27 de febrero llovió sobre 20 horas con tal golpe de agua que no solo se anegaron casas hasta nadar los muebles, sino que se ahogaron las aves domesticas¨. La crónica que seguimos agrega que ¨El 7 de marzo se llevó el torrente el arco de cal y ladrillos del tajamar de la calle del Correo hacia el sur. Continuaron las garúas nieblas y chubascos que no se ha conocido este año ni la hermosura del otoño, ni lo que vulgarmente se llama en el país el veranito de San Juan¨. En ese articulo finalmente Bartolomé Muñoz agrega finalmente que ¨El 17, 18 y 19 de septiembre fueron las terribles turbonadas de viento, agua y granizo que causaron las inundaciones y estragos del bañado de Barracas y Guardia de Rojas¨. La enorme cantidad de agua caída durante ese año, tendría finalmente consecuencias sobre las partes bajas de las zona aledañas al Riachuelo.
¨El puente Gálvez desapareció bajos las aguas, surgiendo solamente la techumbre de la casa de Teja aledaña¨ apunta en sus ¨Vetustos Relatos Porteños¨, Hilmar Edmundo Gammalson para agregar que ¨Sus moradores y vecinos y cuanto viajero pudieron hacerlo, se refugiaron en ese lugar. El entonce coronel don Elías Galván, que allí moraba, se lanzó al agua y nadó por varias horas hacia la orilla opuesta en busca de auxilio para las familias, mujeres y niños, expuestos a la lluvia y frío. Por fin arribó al pie de la barranca de la chacarita de Santo Domingo. Con botes que acudieron, fueron salvados los vecinos de lo que más adelante sería la población de Avellaneda y los viajeros de una diligencia, sorprendidos por la avalancha¨. La hazaña realizada por Galván que había combatido como voluntario en la reconquista de 1806 y luego en 1807 en el cuerpo de cazadores correntinos dé 1807 fue largamente encomiada. Con el grado de coronel falleció en 1844 exiliado en Montevideo. Luego de ser repatriado sus restos descansan en la Recoleta en la bóveda de la familia Richieri. El temporal de tres días de duración provocó la muerte de siete personas de las 75 que poblaban las márgenes del Riachuelo. Se perdieron embarcaciones y como dijimos el puente Gálvez quedó dañado seriamente. En ese sentido el 2 de octubre doña Luisa Medina esposa de Nicolás Paduan, pide al cabildo en nombre de su esposo se destine un sujeto para que verifique los daños sufrido por el puente debido ¨al estrago que han hecho en dicho puente las últimas considerables avenidas y crecientes de agua y necesidad de repararlas¨. El cabildo dio orden al maestro mayor don Domingo Benegas de hacer un presupuesto de los arreglos. La inundación que tanto daño al puente, puso en peligro la vida de muchas familias y a otras las dejó sin techo donde cobijarse. Por esa situación el cabildo aprobó el gasto que originó el envío de tropas para ¨guarecer el puente de Barracas con motivo de la inundación sobrevenida¨.
Por otra parte y con el propósito de mitigar las necesidades de le los afectados, la comisión porteña formada a los efectos organizo una corrida de toros y tres funciones teatrales. El primero de octubre se presentó la comedia de Muzio Scebol, el día ocho ¨la Hidalguía de una Inglesa" y el 15 del mismo mes ¨El Sepulturero¨ que a pesar del titulo, era una divertida comedia. Lo recaudado ¨a beneficio de los náufragos en el anterior temporal¨ fue de 954 pesos y cinco reales y un cuarto. Por lo que el producto liquido de esa colecta fue de 795 pesos dos reales y un cuarto. Como se ve, la solidaridad se hizo presente en esa ocasión para aliviar los padeceres de los inundados.
Sin embargo, la solución a esa problemática llegó varios años y luego de sufrir otras inundaciones. En efecto las lluvias caídas durante los días 23 y 24 de abril de 1911 anegaron amplias zonas no muy pobladas de Lanús. Un par de años después, una inundación que afecto gran parte de la provincia de buenos Aires provocó la reacción gubernamental y se pensará en una posible solución del problema. Una fuerte tormenta producida el 14 de septiembre de 1913 inundó campos y ciudades bonaerenses y también vastas zonas de Avellaneda. Sin embargo, fue la lluvia caída durante el mes de octubre de 1919 lo que renovó el temor de que se repitiera lo sucedido seis años antes. En efecto, el agua acumulada en la cuenca del Riachuelo hizo temer ¨la repetición de inundaciones de los barrios bajos, semejantes a las ya conocidas, por las desgracias y perjuicios ocasionados en los barrios del sud de la metrópolis y las villas situadas en el tramo inferior del río¨.
Con el recuerdo fresco de lo ocurrido en septiembre y temiendo que sucediera lo mismo con las lluvias de octubre de 1919 ¨el Congreso Nacional dicto la ley N° 9126, autorizando la rectificación del Riachuelo y las obras que fuesen necesarias para facilitar el desagüe inmediato de las poblaciones inundadas en octubre de ese año. Esas obra fueron inauguradas finalmente en 1942, pero esa es otra historia.

Sciosciagerardo@gmail.com

BIBLIOGRAFIA 
La Gaceta de Buenos Aires 26 de octubre de 1816. 
 Mis Memorias Infancia-Adolescencia. Lucio V. Mansilla-
Memorias Curiosas. Juan Manuel Beruti Editorial Emecé. 
Vetustos Relatos Porteños Hilmar Edmundo Gammalsson Editorial Biblos. 
La Cultura de Buenos Aires a Traves de su Prensa Periódica. 1810-1820 Oscar F. Urquiza Almandoz. 
Barracas en la Historia y Tradición Enrique H. Puccia. 
El Huracán de 1816 Juan José Cabodi. 
Historia del Riachuelo Martín A. Cagliani. 
Historia del Ferrocarril del Sud 1861-1936 William Rogind.

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