RUIZ DE OCAÑA EL PRIMER INDUSTRIAL DE BUENOS AIRES

RUIZ DE OCAÑA EL PRIMER INDUSTRIAL DE BUENOS AIRES 
El Sargento Mayor, Juan Ruíz de Ocaña fue uno de los militares que en 1580 llegó a Buenos Aires junto con Juan De Garay, con el propósito de repoblarla. En el lugar, este militar poseyó numerosos bienes entregados por el fundador de la Ciudad de La Santísima Trinidad y Puerto de Buenos Aires, a cambio de los servicios prestados. 

 Entre esas posesiones figuraba ‘un feudo para molino a dos leguas de la ciudad’. Es precisamente esta fracción de tierra de 800 varas de frente por 6000 metros de largo una de las pocas entregadas por Garay en el actual partido de Lanús.
Quizá la presencia de un grupo de indios guaraníes capitaneados por el Cacique Teloimán Condié, fue la que, impidió a Garay repartir tierras aguas arriba del Riachuelo.
El conquistador solo se atrevió hacerlo luego que el Sargento Mayor, Ruiz De Ocaña los derrotara en feroz combate.
 Por otra parte, la sangrienta batalla dio lugar a que el paraje en el que se desarrolló, se denominara de La Matanza, nombre que llegó hasta nuestros días. Tres años después de esos hechos, el militar, construye y pone a funcionar un molino de agua a orillas del Riachuelo, convirtiéndose de ese modo, en el primer industrial harinero de Buenos Aires.
En realidad poco se sabe de la vida de este personaje, que se unió a Juan de Garay para repoblar, en 1580 de Buenos Aires, pero sí podemos decir que, de acuerdo a los datos obtenidos fue el primer industrial que se instaló en la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Buenos Aires mas precisamente en tierras de hoy partido de Lanús.
Ruiz de Ocaña, quien por entonces ostentaba el cargo de Sargento mayor del ejército, mientras se encontraba afincado en la ciudad de Santa Fe, prácticamente vivía de la caridad pública. Sin embargo, al compartir la gloria del fundador de la nueva ciudad, logró la posesión de numerosos bienes, entre ellos un molino hidráulico a orillas del Riachuelo de los Navíos, como veremos mas adelante.
Debemos apuntar que, por aquellos tiempos, ese novedoso artilugio posibilitó la molienda de granos en gran escala y como consecuencia obtener una mayor cantidad de harina para abastecer la ciudad. Recordemos que por entonces la harina se obtenía frotando el grano de trigo entre dos piedras movidas manualmente, tarea que requería un enorme esfuerzo, a cambio de una escasa cantidad de ese producto alimenticio pero suficiente el sustento familiar. Con el propósito de evitar ese penoso trabajo -en la mayoría de los casos efectuados por los indios reducidos- el gobernador de Tucumán, Ramírez de Velazco dispuso la creación de tahonas movidas por mulas o caballos. Esta metodología mas tarde también se utilizó en Buenos Aires.
Sin embargo, antes de esa fecha, los españoles utilizaron -como ya era común en Europa- la fuerza de los ríos para mover esas máquinas y de ese modo obtener una producción en mayor escala. En realidad, este último sistema de molienda, en la ciudad de La Santísima Trinidad tuvo una corta vida, dado que después que en 1611 García Romero solicitara autorización al cabildo para instalar uno en su ‘chacara en la cabezada del Riachuelo’ no se vuelve a hablar de este sistema. Es evidente que el fracaso del mismo se debió con seguridad a las características propias del suelo bonaerense, carente de caídas de agua pronunciadas como para mover sus ruedas. En cambio ganaron terreno las tahonas y luego los molinos de viento.
Para ocuparnos de este personaje que por momentos empuñó la espada contra las naturales y luego el arado con el que abrió surcos en la tierra nueva, es necesario que repasemos la historia de la conquista de América, en especial el periodo comprendido entre los años 1573 y 1611.
AVENTURERO Y POBLADOR DE DOS CIUDADES 
 Como otros tantos aventureros que colonizaron estas tierras americanas, la familia de Garay, procede de Vizcaya y se asentó en la próspera ciudad de Asunción cuando su hijo Juan, tan solo contaba con 14 años de edad. El mozo vizcaino se adiestró en el oficio de las armas participando además, durante su juventud, de varias expediciones por regiones del actual Paraguay. En 157, el Adelantado Juan Ortiz de Zárate le confió la misión de establecer una ciudad río abajo, en el Paraná.
 Ese mismo año, el 15 de Noviembre, funda la ciudad de Santa Fe. El nuevo poblado contó inicialmente con ochenta hombres, es su mayoría jóvenes. Los ya casados llegaban con su familia desde asunción, los demás fueron formándola. Todos ellos recibieron propiedades en ‘merced’, solares en el poblado chacras en las tierras aledañas y estancias más allá, a modo de recompensa, como era común en esos tiempos.
 En ese nuevo poblado, nuestro personaje contrajo enlace con Doña Bernardina Guerra y Codura a quienes sus vecinos dieron en limosna, para ayudar a su dote ‘doce vacas de vientre, mientras que Garay le entregó una suerte de chacra, que su marido vendió cuando paso a repoblar Buenos Aires’.
LA REPOBLACIÓN DE BUENOS AIRES 
 A mediados de 1575 Ortíz de Zárate, nombró teniente de gobierno a Juan de Garay, a quien además reafirmó la capitulación anterior. Un año después, sintiendo el final de sus días sobre la tierra estaba próximo, el adelantado puso en tutela del vizcaino, a su hija Juana, fruto de la unión con la descendiente de inca Leonor Yupanqui. Dentro de esas previsiones se establecía que el matrimonio de Juana debía hacerse con un hombre capacitado para gobernar, pues recibiría como herencia su título de adelantado. El conquistador español fallece el 26 de enero de 1576 víctima de una enfermedad tropical.
Mas tarde Juana Zárate –previo consentimiento de su tutor- contrae enlace con el Oidor de Charcas Juan Torres de Vera y Aragón. Sin embargo éste no pudo ejercer del cargo que por herencia le correspondía, por lo que designó a Garay –con quien había acordado poblar en el puerto de Buenos Aires una ciudad- Teniente de Gobernador del Río de La Plata.
Con el propósito de cumplir la voluntad del nuevo Adelantado, Garay a fines de abril de 1578, partió desde Charcas hacia Santa Fe donde por abandono invitó a todos los que quisieran participar de esa nueva ‘población’. A cambio de esfuerzo, ofrecía trabajo, tierra para laboreo y ganado para criar.
 De la convocatoria efectuada por el vizcaino participaron 66 voluntarios, en su mayoría mancebos de la tierra, que en realidad eran jóvenes nacidos en esa zona como fruto de la unión de españoles e indígenas del lugar.
En este como en otros casos los futuros pobladores de Buenos Aires debieron aportar ‘sus Armas y Ganado’ y todo lo que posibilitara el éxito del emprendimiento.
 Es así como dos años después la expedición parte desde Charcas, dividida en dos partes. La flota compuesta por la carabela San Cristóbal, dos bergantines, balsas y canoas, las que comenzaron a navegar en busca de la nueva meta a fines de Febrero de 1580, mientras que la expedición terrestre que debía acarrear vacas y caballos se puso en marcha a mediados de marzo de ese mismo año.
A mediados de mayo, los contingentes se reunieron en Santa Fe para reforzar los aprovisionamientos. En esa oportunidad la expedición se incrementa con la incorporación de varios criollos, como asimismo, el sobrino del Adelantado Alonso de Vera, apodado ‘cara de perro’ y Juan Ruiz de Ocaña, quien como dijéramos mas arriba para participar de esta nueva empresa, había vendido la chacra que Garay había dado en merced a su esposa, cuando se casaron en Santa Fe.
Con las nuevas incorporaciones la columna vuelve a marchar hacia la meta fijada. Finalmente las naves llegan al Riachuelo el 29 de Mayo de 1580, día de La Santísima Trinidad, en tanto la columna que bajaba de Asunción arreando ganado a cuya cabeza se encontraba el joven Hernando Arias de Saavedra, lo hace en octubre de ese mismo año.
 FUNDACIÓN DE BUENOS AIRES 
En el nuevo asentamiento, dos zanjones sirvieron a los españoles para proteger a la ‘Trinidad’ de posibles ataques de indios, ya que estos no estaban dispuestos a ceder gratuitamente sus dominios al hombre blanco. Allí el conquistador levantó el poblado. Trazó la Plaza Mayor o de armas frente al río y en torno a 25 manzanas paralelas a la ribera por diez de fondo. Una vez concluida esta tarea, el 11 de junio procedió a realizar la ceremonia de fundación de la ciudad. En los meses siguientes se dedicó a explorar las tierras circunvecinas para comprobar la calidad de las mismas y a su vez, traer el mayor número posible de indios para someterlos luego al régimen de encomienda.
Apuntemos que el propósito de las encomiendas era simplemente la domesticación del indio para de ese modo obtener mano de obra barata y fácilmente explotable.
 Entre los indios que encontró Garay al llegar a Buenos Aires, figuraba un grupo de Guaraníes al mando del ‘Tibichá Guazú’ o cacique mayor denominado Teloimán Condié quien debió ser temido por el conquistador, habida cuenta que sólo algunos años después de llegar a Buenos Aires, y tras ser vencido por Ruíz de Ocaña, los españoles se posesionaron de las tierras que estos ocupaban en proximidades del Riachuelo.
Los guaraníes que comandaba Toloimán Condié eran los herederos de aquellos que procedían de la cuenca del Alto Paraná. Desde allí se desplazaron en migraciones fluviales que comenzaron poco después de la era cristiana.
Estos indios se desplazaban a lo largo de los principales valles fluviales a bordo de canoas hechas con troncos de árboles ahuecados. De ese modo se fueron dispersando a lo largo de los ríos Paraná, Uruguay y de La Plata. A consecuencia de ese constante movimiento es como se encontraron en la costa del ‘Riachuelo De Los Navíos’, precisamente en proximidades de donde hoy se levantan los puentes Barracas y De La Noria.
En verdad los aborígenes que rodeaban Buenos Aires, no fueron tan hostiles como los que destruyeron el asiento de Mendoza. Sin embargo estos, en varias oportunidades realizaron ataques nocturnos al poblado. La respuesta del colonizador entonces no se hizo esperar y reprimió ferozmente. En ese sentido, el padre Guevara nos recuerda en un relato que uno de los soldados le dijo al fundador que ‘soñor si la matanza es tan grande, ¿Quién va a quedar para nuestro servicio?’, a lo que Garay respondió ‘eá déjeme, que esta es la primera batalla y si los humillamos tendremos quien con rendimiento acuda a nuestro servicio’
 En eso menesteres se encontraban los españoles cuando vuelve a escena nuestro personaje. En esta oportunidad es para arremeter contra la gente del cacique Condié, el que, con su gente, se encontraba establecido en proximidades del actual puente de La Noria, como apuntáramos anteriormente, derrotándole en feroz combate.
En verdad, pese a la valiente actitud de los naturales en defensa de su territorio, éstos poco pudieron hacer con sus flechas, hondas y macanas, frente al poder de las desconocidas armas de fuego esgrimidas por los españoles. A partir de entonces el lugar donde se desarrollaron los hechos pasó a denominarse de la MATANZA, nombre que llegó hasta días y con el que se conoce un sector aguas arriba del Riachuelo.
LA VIDA DE ESOS INDIOS POR UN MOLINO 
Después de la sangrienta derrota de Toloimán Condié, su territorio quedó a disposición de los españoles para efectuar un nuevo reparto. En efecto, luego de la matanza Garay entrega tierras aguas arriba del Riachuelo. Uno de los primeros de los beneficiados con esa nueva entrega, fue precisamente el Sargento Mayor Juan Ruiz de Ocaña. Se dice que la propiedad otorgada al vencedor del cacique mayor era ‘un feudo para molino a dos leguas de la ciudad’. La nueva concesión de Garay a su vasallo, tenía como propósito asegurarle su manutención y darle los medios para continuar cumpliendo sus compromisos como militar.
 De acuerdo los datos aportados por Alberto S.J. De Paula, Ramón Gutiérrez y Graciela María Viñuelas en su libro Del Pago Del Riachuelo Al Partido de Lanús, propiedad otorgada a Ruíz de Ocaña, dicen que se trataba de una franja de 800 varas (693,33 metros), por 6000 metros de fondo, su frene sobre el río de La Matanza correría desde Orán y Elía hasta la esquina de Madero y Emilio Castro; su contrafrente corresponde a la calle Anatole France desde M. Weild a Caaguazú; uno de sus costados sería la calle Máximo Paz – Caaguazú; el otro sería una línea ideal desde A. France y Weild hasta Emilio Castro y Madero, que aproximadamente correría en parte entre las calles Viamonte y Tacuarí. Como se ve, la totalidad del predio se encontraba dentro del actual partido de Lanús.
 INDIOS PARA SEMBRAR Y MOLER 
Como vimos, los españoles no solo se repartían las tierras para provecho propio, también hacían lo mismo con los indígenas vencidos, con el propósito de ponerlos a su servicio. Así lo hizo Garay en 1582 con los seguidores de los caciques Eroan, Dicuiper u Oruculagu, Tugulbampen, Colueste, Coaspen, Pocuraoscupen y Cabuete. De esta primera distribución de mano de obra barata quedó excluido el Sargento Mayor Ruíz de Ocaña. Un año después el vizcaino Juan de Garay moría asesinado a golpes de macana, por los indios, cuando se encontraba haciendo noche en un remanso que forman al juntarse los ríos Coronda y Cacaraña, en proximidades del ex fuerte Sancti Espíritu, construido oportunamente por Sebastián Gaboto.
 Fue entonces el gobernador Torres Pineda, el encargado de cumplir en 1583 lo prometido al aventurero Ruíz de Ocaña. En efecto en esa ocasión el gobernador Pineda dijo que ‘…Siendo informado y sabido que el general Juan de Garay os lo tenía dado y nombrado por vuestro...’ por lo que en ese acto encomendó a Ruíz de Ocaña a su vencido cacique Condié y con el ‘todos sus indios sujetos y principiantes, con sus tierras aguadas, cazaderos y pesquerías… para vos y para vuestros hijos y nietos. La escritura pública por la cual se hizo ese reparto explicitaba que ‘con tal que lo adoctrinéis y pongáis en pulicía según su Majestad lo manda…’
 Así las cosas, solo faltaba construir y poner en funcionamiento el molino. Sin dudas está edificación debió levantarse con ladrillos provenientes de Tucumán. Habida cuenta que recién estos elementos comenzaron a elaborarse en la Ciudad de La Trinidad, a partir de 1602. En esa fecha, el Cabildo consideró el pedido de Fernando Álvarez –Tejero de la ciudad- para ‘construir un horno de quemar ladrillos. Para ello pretendía ocupar ‘un rinconcito que está atajado en el camino que va al Riachuelo y en una barranquera que está robada a las aguas, que está al cabo de los solares de la ciudad’’.
 Por otra parte, de acuerdo a la legislación de Indias estos molinos debían construirse alejados de las costas, con el fin de no entorpecer la navegación. Para cumplir con este requisito Ruíz Ocaña debió construir un canal de ingreso de agua y uno de salida.
 Puesto en funciones, ese molino debió ser de gran utilidad, al proveer en cantidad, harina fresca al poblado. Destaquemos que por entonces las harinas no podían almacenarse por mucho tiempo, al no contar con sitios adecuados y en virtud que este producto necesita guardarse a temperaturas bajas, pues si contienen más de un 15% de humedad se alteran. Además porque este producto fue y e de gran importancia para la alimentación humana.
LAS DESDICHAS DEL SARGENTO MAYOR 
 Las posesiones terrenales obtenidas con la fuerza de su espada, puesta al servicio del rey de España, no logro cambiar la conducta del Sargento Mayor, cargo que pierde el 25 de junio de 1590 al ser acusado frente al Cabildo, por el procurador Mateo Sánchez, de acusar ‘agravios y alborotos’ en la ciudad, por lo que pidió su destitución.
Despojado de su cargo militar, Ruiz de Ocaña continuó al frente de molino, el que de acuerdo al testimonio brindado por su viuda, el mismo nunca fue buen negocio. Sin embargo nuestro personaje lo mantuvo en actividad hasta poco antes de su muerte ocurrida entre los años 1600 y 1602. Por entonces el molino ‘se desbarató y solo quedó el feudo’ por lo que según su viuda, ‘debió vender un vestido de su esposo’ ‘para pagar el entierro’.
 Así fue la vida del primer industrial que habitó tierras del hoy Lanús. Conoció la gloria del vencedor, poseyó numerosos bienes, pero murió en la extrema pobreza.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA 
El primitivo Buenos Aires De Héctor Adolfo Cordero. Nueva historia Argentina De Jorge Caldas Villar. 
Historia integral e la Argentina De Félix Luna 
 Del pago del Riachuelo al Partido de Lanús Por Alberto S.J. De Paula, Ramón Gutiérrez, Graciela Viñueles, María 
 Molinos en Buenos Aires Por Jorge A. Ochoa Eguileor. 
Todo es historia Nº 125

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