La Virgen nos trae la misericordia del Padre, recordó Mons. Frassia a los niños de su diócesis

La Virgen nos trae la misericordia del Padre, recordó Mons. Frassia a los niños de su diócesis
Martes 10 May 2016 | 09:10 am
Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): Miles de personas se congregaron el sábado 7 de mayo en el estadio del club El Porvenir, en Gerli, para asistir al tradicional encuentro de niños de la diócesis de Avellaneda-Lanús y participar de la misa concelebrada por varios sacerdotes y presidida por el obispo diocesano, monseñor Rubén Frassia. En un clima de alegría, con cantos, juegos y animación por parte de voluntarios, monseñor Frassia recordó a los niños que “cada uno tiene una tarea: así como Dios tiene misericordia contigo tú tienes que tener misericordia con tu hermano porque no puedes merecer la misericordia de Dios si no tienes misericordia con tu hermano”.

 Miles de personas se congregaron el sábado 7 de mayo en el estadio del club El Porvenir, en Gerli, para asistir al tradicional encuentro de niños de la diócesis de Avellaneda-Lanús y participar de la misa concelebrada por varios sacerdotes y presidida por el obispo diocesano, monseñor Rubén Frassia.
 En un clima de alegría, con cantos, juegos y animación por parte de voluntarios, monseñor Frassia comenzó agradeciendo a Dios por el esfuerzo de aquellos que tomaron la decisión de venir y añadió: ¡Es muy bueno que nos reunamos para agradecer a Dios! ¡Es muy bueno que nos reunamos para pensar y darnos cuenta que Dios es rico en misericordia, que nos ama entrañablemente y que no nos deja solos! ¡Dios, rico en misericordia, nos ama y nos da su ternura, su amistad y su corazón!, subrayó el prelado.
 El obispo recordó en su homilía que “Dios, rico en misericordia, nos mandó a su propio Hijo, Jesús, que hizo lo que el Padre le pidió y murió en la cruz para darnos la misericordia de Dios, el amor de Dios” y explicó monseñor Frassia que “Cristo crucificado y resucitado nos sacó dos pesos tremendos que pesan sobre la humanidad. El peso del pecado, de la esclavitud; y nos quita el peso de la muerte. Este Jesús, rico en misericordia, viene a darnos el amor del Padre, el amor del propio Jesús”.
 El obispo indicó a los chicos y a sus padres que “a veces oímos pero no escuchamos; a veces estamos distraídos, miramos para otro lado. Por eso Jesús nos manda, con el Padre, al Espíritu Santo para que nos enseñe y recuerde lo que tenemos que vivir y guardar en nuestro corazón, lo que tenemos que hacer en este mundo, en esta Iglesia, en esta diócesis: recordar y aprender a amar como Dios nos ama, amarnos y cuidarnos los unos con los otros. ¡Esa es la misión que tenemos!”
 Asimismo señaló el prelado que “Jesús nos regala a su Madre que es nuestra Madre, la Virgen, la Madre de Dios” y explicó que “Ella, como Madre que es, nos trae la misericordia de su Hijo para que todos los chicos, todos los grandes, todos los importantes, todos los pecadores, todos nosotros, nos podamos salvar y vivir dignamente, como personas buenas, como cristianos convencidos de lo que pensamos, creemos y comunicamos.”
 Más adelante monseñor Frassia alentó a los niños y a sus padres a prepararse para la misión que tienen: “leer la Palabra de Dios, rezar, y que los grandes -papá, mamá, catequista, sacerdote- tendrán que acompañarlos y ayudarlos a conocer más a Jesús”, ya que explicó el obispo “cuando uno conoce a Jesús se hace más humano. Cuando uno conoce y ama a Jesús puede amar a los demás. Pero si no conoce y no ama a Jesús poco amor tendrá a los hermanos”
 “La Virgen nos trae la misericordia de Jesús, la misericordia de Dios –concluyó el monseñor Frassia- y añadió “cada uno tiene una tarea: así como Dios tuvo misericordia contigo tú tienes que tener misericordia con tu hermano porque no puedes merecer la misericordia de Dios si no tienes misericordia con tu hermano”.
 Finalmente subrayó “recuerden que no están solos, Dios está, Jesús está, la Virgen está; que su familia también esté y que la Iglesia, representada en nosotros, también estemos y hagamos más creíble el Evangelio”.+

 Texto completo de la homilía
Misa de Niños 
Homilía de monseñor Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús, en la misa de Misa de niños (Club El Porvenir - Gerli, 7 de mayo 2016) 

 Chicos, catequistas, mamás, jóvenes, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monaguillos, religiosos, religiosas; queridos todos ¡bienvenidos! 

 Hoy queremos dar gracias a Dios por el esfuerzo de aquellos que tomaron la decisión de venir; también a los colegios que dijeron “vamos a participar de ese encuentro del obispo, su presbiterio, con los chicos”, ¡los felicito! 
 ¡Es muy bueno que nos reunamos para agradecer a Dios! ¡Es muy bueno que nos reunamos para pensar y darnos cuenta que Dios es rico en misericordia, que nos ama entrañablemente y que no nos deja solos! ¡Dios, rico en misericordia, nos ama y nos da su ternura, su amistad y su corazón! 
 Este Buen Dios, rico en misericordia, nos mandó a su propio Hijo, Jesús, que es Verdadero Dios y Verdadero Hombre, que hizo lo que el Padre le pidió y murió en la cruz para darnos la misericordia de Dios, el amor de Dios. Cristo crucificado y resucitado nos sacó dos pesos tremendos que pesan sobre la humanidad. El peso del pecado, de la esclavitud; y nos quita el peso de la muerte. Este Jesús, rico en misericordia, viene a darnos el amor del Padre, el amor del propio Jesús. 
 Pero fijémonos cómo todos los grandes, los niños, a veces oímos pero no escuchamos; a veces estamos distraídos, miramos para otro lado. Por eso Jesús nos manda, con el Padre, al Espíritu Santo para que nos enseñe y recuerde lo que tenemos que vivir y guardar en nuestro corazón, lo que tenemos que hacer en este mundo, en esta Iglesia, en esta diócesis: recordar y aprender a amar como Dios nos ama, amarnos y cuidarnos los unos con los otros. ¡Esa es la misión que tenemos! 
 De esto a veces los hombres nos olvidamos, pero Jesús nos regala a su Madre que es nuestra Madre, la Virgen, la Madre de Dios. Ella, como Madre que es, nos trae la misericordia de su Hijo para que todos los chicos, todos los grandes, todos los importantes, todos los pecadores, todos nosotros, nos podamos salvar y vivir dignamente, como personas buenas, como cristianos convencidos de lo que pensamos, creemos y comunicamos. ¡La Virgen, que es Madre, nos ayuda a todos! 
 Ninguno puede decir “yo, en este mundo, no tengo a mi madre”; la Virgen no suplanta el amor de nuestras mamás pero nos ayuda como madre y nos cuida siempre a todos. Para que los chicos puedan crecer, estudiar, conocer a Jesús, participar en la Iglesia -que está habitada por el Espíritu Santo- y para que podamos cumplir con la misión que cada uno tiene. 
 ¡Ustedes tienen que aprender que tienen una misión! pero tienen que prepararse, leer la Palabra de Dios, rezar, y que los grandes -papá, mamá, catequista, sacerdote- tendrán que acompañarlos y ayudarlos a conocer más a Jesús. 
 Cuando uno conoce a Jesús se hace más humano. Cuando uno conoce y ama a Jesús puede amar a los demás. Pero si no conoce y no ama a Jesús poco amor tendrá a los hermanos. Siempre decimos que tenemos que tener “olor a oveja”, pero yo también digo que tenemos que tener olor a Cristo, porque si tenemos olor a Cristo vamos a tener olor a oveja. Porque Cristo es la garantía de que podamos amar y servir a los demás. 
 Chicos, la Virgen nos trae la misericordia de Jesús, la misericordia de Dios y cada uno tiene una tarea: así como Dios tiene misericordia de ti, ¡querido no te distraigas, no seas olvidadizo, no seas ingrato!, si Dios tuvo misericordia contigo tú tienes que tener misericordia con tu hermano porque no puedes merecer la misericordia de Dios si no tienes misericordia con tu hermano. Esto nos compromete fuertemente. 
 Hoy se lo pedimos a Jesús por la Virgen y que Ella nos siga trayendo la misericordia a todos. Y recuerden: no están solos, Dios está, Jesús está, la Virgen está; que su familia también esté y que la Iglesia, representada en nosotros, también estemos y hagamos más creíble el Evangelio. 
 Que así sea. 

Mons. Rubén Oscar Frassia, obispo de Avellaneda-Lanús

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